Año 1961. Cuando Gino Paoli compuso SENZA FINE, era tan inmortal como un mármol griego: tenía 27 años, ojos azules, en un país del sur, un talento inmenso y a Ornella Vanoni a su lado.

Año 1961. Cuando Gino Paoli compuso SENZA FINE, era tan inmortal como un mármol griego: tenía 27 años, ojos azules, en un país del sur, un talento inmenso, y a Ornella Vanoni a su lado. Los unía un amor avasallador, esa “omnipotencia padecida” de la que hablaba Juan Ramón, que se condensó en esta canción compuesta para celebrarlo. Gino la creó para  la voz de Ornella, cuya interpretación la convirtió en un clásico, pero yo la escuché por primera vez en la voz menos perfecta,  pero con esa afinación precisa con la que cantan sus músicas los compositores, de Gino Paoli, y simplemente, me enamoró.

La historia no duró mucho porque Gino tenía además una esposa y Ornella era mucha Ornella para tolerar la situación, pero vivieron cada minuto juntos, cada instante sin fin, como si fuera el último, y ese amor los definió y unió para siempre.

Unos años más tarde, Billy Wilder la utilizó en la banda sonora de “Avanti” —«¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?»–, mi película favorita, que curiosamente también va de amores clandestinos, a la luz del sol de Ischia; amores sin culpa ni dramatismo, con la inocencia del que busca y encuentra la felicidad en el cuerpo amado, como amaron los dioses que en otras épocas vivieron en esas mismas costas de la Bahía de Nápoles.

Siendo una canción que reivindica el amor como un instante sin fin, sin ayer y sin mañana, he querido enlazaros dos versiones del propio Gino Paoli. La primera, juvenil, es de una plenitud solar. Con una voz que te lleva a una carretera de costa italiana, con el mar brillando al fondo y todas las posibilidades del mundo en tus manos. La segunda versión, la del viejo Paoli, es crepuscular. Se canta, con voz rota, lo que se ha perdido pero se tuvo un día. Ese instante único e infinito que justifica toda una vida.

El último verso de la comedia del Dante dice así:

“L’amor, che move il sole e l’altre stelle” 

El amor, que mueve al sol y a las demás estrellas.

Gino Paoli lo sabía. También nosotros. Disfrutad.

«Senza fine, / tu sei un attimo senza fine, / non hai ieri e non hai domani, / tutto è ormai / nelle tue mani, mani grandi, / mani senza fine…»

Sin fin, / eres un instante sin fin, / no tienes ayer y no tienes mañana, / ahora todo está ya / en tus manos, manos grandes, / manos sin fin….

IGNACIA DE PANO

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Me llamo Ignacia, como mi abuela; fui abogada y ahora veo crecer la hierba. Solo sé de música y algunos libros. Escribo para compartir tesoros.