Se dice que hacia el siglo XII, al Papa de turno se lo ocurrió la idea de estudiar a fondo “la risa”. Lo primero que empezó a analizar junto con la curia romana fue la Biblia y los Evangelios para averiguar si alguna vez “Cristo” había reído…

…Pero concluyeron su investigación con un no rotundo al descubrir que Jesucristo no había reído nunca, luego si el mismísimo Jesucristo no había reído nunca, la risa procedería de una desviación de la boca o los labios, o sea, se trataría de una imperfección humana y por lo tanto la risa debía ser “diabólica”, en todo caso, debería ser cosa de mujeres, pero nunca de hombres. Ello se puede constatar observando las pinturas de dicho periodo. Por ejemplo, fijémonos en las pinturas del Museo del Prado cuya mayoría corresponden a los finales de la Edad Media y principios de la Moderna: en la gran mayoría de escenas pintadas no aparece nadie sonriendo, si acaso bufones con sonrisa esperpéntica y algún borracho aldeano cantando con ojos iluminados por los vapores de Baco. Todo ello contrasta con la sociedad actual, donde ríen los bebés, niños, mujeres y hombres, siendo también contagiosa, y no se concibe un spot publicitario o alguien en Instagram que no muestre una sonrisa. En ese aspecto, el mundo social ha evolucionado paralelamente a la ciencia, la tecnología y la economía. Además, la sonrisa y la risa son casi imprescindibles en los medios visuales como la tv, la diplomacia, los negocios y la cultura.

Mucho antes de la Edad Media ya la risa fue analizada en la época clásica griega. En un principio, el problema de la risa o mejor el fenómeno de la risa empezó siendo abordado por la medicina. Ya en el Corpus Hippocraticum, compilación de varios tratados de distintos médicos de la edad antigua de Grecia y recogidos por el célebre médico griego, Hipócrates, hacia el siglo 429 a. C., donde aparecen alusiones a la risa a la que consideran, en un principio, un posible desarreglo psíquico para concluir que se trataba de un atributo exclusivo del hombre por lo cual, los niños solo empezaban a reírse cuando hubieran desarrollado sus facultades de percepción. Más tarde Aristóteles afirmó que la risa era un fenómeno psico/físico en el que intervenía una percepción sensible y la inteligencia, motivo por el cual, los animales no pueden reír. Otros aspectos estudiados y contemplados en dichas épocas, han versado sobre la fisiología de la piel humana, que a diferencia de la piel de la mayoría de animales suele ser mucho más fina lo que produce una gran sensibilidad al tacto y en especial a las cosquillas que originan una risa incontrolable y no solo por la propia sensibilidad, sino por otros aspectos psicológicos como la sorpresa o la emoción producida por otra persona pues está demostrado qué, si uno mismo se hace las cosquillas no siente absolutamente nada.

¿Y eso que quiere decir? Pues que para que se desate la risa es necesario que se manifieste un estímulo sensorial imprevisto o bien, aparezca un brusco e inesperado cambio en las expectativas al resultado de una acción que el individuo pensaba que se produciría de una forma muy distinta, por eso es tan necesaria la inteligencia y la imaginación humana para que se produzca dicho fenómeno. Un ejemplo fácil de entender es el de una persona que intenta abrir la puerta de su casa a toda prisa, se pega con el pomo de la puerta y cae al suelo aparatosamente y aturdida, provocando la risa espontánea de la gente, que solo dura unos segundos en razón de la importancia lesiva del golpe. En todo caso, existe un mecanismo psicológico que produce un movimiento reflejo en los músculos de la boca y se extiende rápidamente al diafragma, considerado el órgano principal de la unión con el alma en épocas pasadas.

Pero, la pura realidad es que la risa es la expresión fisiológica de una emoción placentera, forma parte de nuestra felicidad y actúa en sentido contrario de la tristeza; casi nadie se atrevió a planteárselo de una forma profunda o no la consideraron importante en el devenir de nuestras vidas. Y, después de los clásicos griegos, apenas nadie abordó un tema tan importante para la felicidad humana pues la mayoría de filósofos que iban surgiendo en las distintas épocas de la Historia, traban de contextualizar hechos e ideas que mostrasen realidades profundas del mundo y la vida humana y no les pareció importante u oportuno dedicar tiempo y esfuerzo a reflexionar en profundidad sobre la risa, lo que hoy en día nos parece inverosímil pues cualquier persona, niño, joven o viejo; por lo general valoran una jornada feliz en razón de lo que han sido capaz de reír o sonreír por las cosas que han visto o vivido, con la particularidad que ambas cosas no son lo mismo, ni siquiera la sonrisa es una risa más moderada pues la risa se produce de fuera adentro por una visión o percepción que estimula nuestros músculos bucales y nos produce una sensación placentera y una agradable relajación, mientras que la sonrisa se produce un movimiento de dentro hacia afuera como una sensación de aprobación, cordialidad o simpatía que cada persona realiza de una forma singular. 

Quien se ocupó de estudiar y analizar la risa en profundidad fue el filósofo francés de la época contemporánea Henri Bergson (1859-1941) con su ensayo Sobre la significación de lo cómico, la risa publicado en 1900, y donde el gran pensador se pregunta qué nos causa risa o de quién nos reímos para llegar a establecer dialécticamente y con ayuda del estudio profundo de autores cómicos del teatro, como lo fue Moliere, tres reglas básicas:

1. Fuera de lo humano no hay nada cómico pues las situaciones cómicas dependen en gran medida de la inteligencia de los individuos. 2. Para que surja la risa se necesita una atmósfera de insensibilidad o indiferencia en el sujeto observador pues las emociones impiden la aparición de los aspectos cómicos de cualquier escena, ya sea esta real o teatral y… 3. para conseguirlo es necesario “anestesiar el corazón”.

La risa es algo social y suele surgir espontáneamente en el grupo como una especie de castigo hacia uno de sus miembros que no cumple las reglas sociales de atención y tensión precisas carece de flexibilidad y la rigidez o actitud mecánica le domina.

Quizás un ejemplo de la vida real nos podría aclarar algunos aspectos de las tres reglas básicas del filósofo y escritor francés, premio Nobel de literatura en el año 1927: Supongamos que una persona sale de un lugar público y “estampa su figura” contra el limpio cristal de la puerta de salida creyendo que dicha puerta estaba cerrada o no existía. De inmediato se producirá la risa generalizada del grupo de personas presentes en el local que se cortará en seco cuando se percaten de la gravedad del accidente fortuito de la aturdida persona.

Por otro lado, Bergson afirma que lo cómico aparece como “el mecanismo puro y simple, el movimiento sin la vida” ya que la vida supone una evolución en el espacio-tiempo o mejor en su duración, y la risa aparece como una singularidad; pero lo cierto es que en una sociedad de inteligencia pura quizás no se llorase, pero sería muy probable que se riese.

ALBERTO VÁZQUEZ BRAGADO

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