Independízate… pero con clase

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Aunque no se sabe con exactitud el origen de los lazos solidarios (yo al menos no lo sé), el uso de ellos se remonta ya a hace unas décadas, cuando el color rojo empezó a usarse como símbolo de solidaridad con los enfermos de SIDA. Posteriormente, el lazo rojo también se usó como símbolo de solidaridad con las víctimas de las drogas. El violeta, por ejemplo, se ha usado para protestar contra la violencia hacia los animales, la intolerancia religiosa, o reivindicar los derechos de las mujeres. También fue símbolo de solidaridad contra los enfermos de cáncer, aunque luego cada tipo de cáncer tiene su color. Es normal que un mismo color se use para diferentes causas, pues el número de ellas es infinito, sobre todo en lo que llevamos de siglo XXI, cuando han surgido causas que ni siquiera sabía que existieran. Por ejemplo, en Bolivia, hace unos años, la gente se unió por una causa común: miles de personas salieron a la calle exigiendo que volvieran a emitir Los Simpson, serie que había sido eliminada de la programación televisiva —eso es tener claras las prioridades, no como aquí, que Antena 3 la suprimió y ni una puta manifestación se ha visto—. Ignoro si llegaron a recurrir a los lazos, pero de haberlo hecho, obviamente habrían elegido el color amarillo. Por cierto, que el color amarillo no solo representa a los presos políticos (los de verdad, no los de Cataluña, que todo el mundo sabe que no son presos políticos); el amarillo se ha usado como símbolo de la prevención del suicidio, y también (este me encanta) como una reivindicación del derecho a practicar la abstinencia sexual. También es conocido el famoso refrán de que “no hay campo sin grillo ni hortera sin amarillo”. Por otra parte, los supersticiosos creen que este color trae mala suerte. Pero bueno, el amarillo también es símbolo de esperanza y optimismo, así que, si lo combinamos todo, no resulta difícil de entender que los independentistas hayan elegido ese color para representar su ridícula causa. Perdón, no quería decir ridícula, quería decir inútil. No, tampoco, en realidad lo que quería decir es que… ¡da igual!

El caso es que defender una causa es algo muy noble, suponiendo que estemos hablando de una causa noble, claro. Porque de lo contrario puedes incurrir en lo grotesco, lo absurdo, lo ridículo, y si te descuidas, incluso lo delictivo. ¿Estoy insinuando que en Cataluña esté ocurriendo algo similar? No, en absoluto. Bueno, sí, ¡qué coño, eso es exactamente lo que pienso! Pero solo es mi opinión, ¿eh? Que conste que no estoy afirmando nada, ni diciendo que la mayoría de los portadores de lazos amarillos sean unos atrasados sin criterio y el resto simplemente víctimas de una descarnada y premeditada manipulación, así como de su propia ignorancia y absoluta desinformación. No, jamás se me ocurriría sugerir algo así. Lo que digo es que, si estás dispuesto a hacer el ridículo, al menos que sea por algo digno. Y no por defender a personas que han cometido un delito y que, además, si pudieran, te robarían los calzoncillos y hasta se comerían la comida de tu perro. En mi caso de mi gato. Porque defender a personas inocentes está muy bien, pero defender a culpables es algo muy feo.

¿No habéis visto por la 2 a las tortugas enredadas en plásticos y a los delfines que mueren al tragárselos accidentalmente? ¿Es que no tenéis sensibilidad?

Y no digamos ya si además de entregarte a una causa más que dudosa, lo haces de manera esperpéntica. ¿Que a qué llamo yo esperpento? Pues, por ejemplo, a convertir una playa pública en un siniestro y surrealista cementerio al cubrirla de cruces amarillas. O a sembrar las plazas, calles y puentes de lazos amarillos. Lazos que, además, son de plástico ¡De plástico! Pero vamos a ver, ¿no os habéis enterado de lo perjudicial que es el plástico? Si hasta se cobran las bolsas para que contaminemos menos. No, no es por negocio, es por el medio ambiente. ¿No habéis visto por la 2 a las tortugas enredadas en plásticos y a los delfines que mueren al tragárselos accidentalmente? ¿Es que no tenéis sensibilidad?

¿No podrían usar otro material? Por ejemplo, la imaginación. Si su fe en la república catalana es tan grande, no necesitan nada material para exteriorizarlo. Solo con abrir la mente y los ojos del corazón, pueden mirar a su alrededor y ver lazos amarillos en todas partes. Esteladas y lazos amarillos cubriendo por completo el cielo de Cataluña, alfombrando los suelos y forrando las paredes de todos y cada uno de los edificios de ciudades y pueblos. La Sagrada familia brillando visible a kilómetros de distancia, cientos de miles de mentes conectadas telepáticamente y compartiendo una misma visión. Viviendo en un mundo monocromático, que aunque ficticio, para ellos sería tan real como los radares ocultos de la Dirección General de Tráfico. Y lo más hermoso de todo, que sería visible solo para independentistas, mientras los demás podrían disfrutar del hermoso paisaje libre de basura pseudopolítica, y de paso dedicarse a tareas mucho más provechosas que andar retirando lazos de las farolas. Eso sin mencionar la cantidad de conflictos sociales que nos ahorraríamos.

Aquí, en Murcia, sin ir más lejos, si mañana descubriéramos que somos una nación milenaria, que fundamos Roma y descubrimos América, que Cervantes era del Mar Menor y que escribió el Quijote aquí, mientras se ponía hasta el culo de langostinos, si nuestra idiosincrasia nos llamara a enfrentarnos al Estado, que nos roba, nos viola y nos ningunea, y todo ello nos impulsara a manifestarnos y reivindicar nuestro derecho a ser una república independiente y establecer el “Panocho” como lengua oficial, estoy seguro de que no recurriríamos al plástico para elaborar los lazos amarillos. Aquí somos mucho más ecológicos y nos colgaríamos de la solapa una hoja de limonero, y los más osados puede que hasta directamente un limón. No quiero dar ideas, pero se me ocurre que, si Galicia se contagia, y espero que no, quedaría muy elegante un mejillón engarzado en la solapa. Con respecto a los vascos, nada me sorprendería, ni siquiera una piedra de 50 kilos, de esas que ellos levantan antes del desayuno, colgada del cuello. Está claro que los canarios harían ostentación de su producto estrella, el riquísimo plátano canario. Por otra parte, los mallorquines pueden presumir de hacer la más rica ensaimada, que reducida a un tamaño más manejable, quedaría preciosa pinchada en la solapa. Y ¿Andalucía? Ahí resulta más complicado, porque los de Jaén reclamarían la aceituna como símbolo unívoco, mientras los malagueños votarían por un boquerón, los granadinos alegarían que la granada ya aparece en el escudo nacional, y al final se haría lo que dijesen los sevillanos. Cualquier cosa sería mejor que es lacito amarillo, que además conjunta fatal, te pongas lo que te pongas.

En vuestro caso yo no dudaría en colgar del ojal de la americana, o directamente del cuello, una de esas butifarras amarillas, tan típicamente catalanas, de huevo.

Es lo malo de vivir en una “nación de naciones” tan diversa y variopinta. Donde además tenemos la costumbre de hacer lo que nos sale de los cojones, y donde todos tenemos una opinión sobre todo, y a veces más de una.

Por eso, queridos compatriotas sediciosos, mi consejo es que deberíais recoger todos los lazos amarillos, dejar de guarrear las ciudades, renunciar a los consabidos lacitos y cambiar a algo más representativo de nuestra región. En vuestro caso yo no dudaría en colgar del ojal de la americana, o directamente del cuello, una de esas butifarras amarillas, tan típicamente catalanas, de huevo; una bien grande, hermosa. De este modo transmitiríais al mundo vuestra ansia de libertad, al tiempo en que dejáis bien claro que los mejores embutidos milenarios los inventasteis vosotros (como casi todo), y para colmo podríais ir dándole bocados a la butifarra cuando el hambre apriete, en medio de una de vuestras coreografías, manifestaciones o actos colectivos de protesta.

Bueno, yo ya os he dado mi consejo. Incluso para ser sedicioso hay que tener categoría. Ahí lo dejo, que vaya bien.

Desde Murcia, con amor…

Jorge R. Rueda-firma

Autor- JJorge Rodríguez RuedaPuedes seguir al escritor Jorge Rodríguez Rueda en Facebook y en Twitter Si su novela, «Gente Corriente», no está disponible en tu librería habitual puedes adquirirla en Amazon.

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