“Burkini”:
(De Burka y Biquini) Dícese del conjunto de dos prendas femeninas de baño. La principal cubre desde los tobillos al cuello y se acompaña de gorro a juego. 2. fig. Expresión sarcástica utilizada en la comunidad de vecinos de Benidorm para definir el bañador de las mujeres islámicas radicales, homologado, por cierto, por el mundo occidental según documentó el socorrista después de investigar en Internet.
La historia se las trae y tiene tantas arrugas y recovecos como el bañador de la señora musulmana de la foto. Es pura sociología urbana del verano. En realidad, el burkini, desde que entró en la piscina, ha suscitado una profunda polémica social y grandes disgustos y ha generado, en definitiva, un desencuentro vital entre cristianos y musulmanes. En la onda de las alertas sobre el desafío de las culturas y el malestar cívico que generan los burkas en los lugares públicos, que diariamente exponen sociólogos, políticos, filósofos, escritores y toda clase de “curanderos sociales”, y que, con sus argumentos y pasiones, buscan contrariar, con la tozuda realidad de los sentimientos públicos, a la costosísima “Alianza de las Civilizaciones” en la que España invierte el dinero que no tiene desde el presidente Zapatero.
El lugar de la triste experiencia social —que ya se conoce en los medios de comunicación como islamofobia— ha sido un edificio turístico de apartamentos en Benidorm, que cuenta con una gran piscina: Verdadero centro social de los turistas durante el verano.
“En realidad, el burkini, desde que entró en la piscina, ha suscitado una profunda polémica social y grandes disgustos y ha generado, en definitiva, un desencuentro vital entre cristianos y musulmanes”
Todo comienza con la llegada de cuatro familias musulmanas emigrantes en Francia, y con suficiente dinero como para “vacacionear” en España. A pesar de las correrías cotidianas por el hall de sus aproximadamente 20 hijos, de entre ocho y catorce años, empeñados en jugar al fútbol entre los sofás de recepción y en echar carreras de ascensores con los pies mojados, está claro que la presencia de las familias habría pasado desapercibida, en esta auténtica y sudorosa Torre de Babel de turistas en pantalón corto que es Benidorm durante el verano, de no haber sido porque la madre de una de las familias, seguro que seguidora radical de los preceptos islámicos, se presentó en la piscina, una buena mañana, ataviada con el burkini de marras. A partir de aquí la comunidad turística “piscinícola” se convierte en la comunidad de las protestas. Se repiten las quejas a los porteros, que estos trasladan al socorrista y las malas caras cuando la señora chapotea en burkini, hasta que un día, creo que fue el quinto de tensión, cuando la musulmana se metió en el agua todos los bañistas occidentales salieron al unísono de la piscina.
Después del climax no vi un solo día a la prole del hall con alegría en el rostro. Se mascaba la tensión nada mas pulsar los botones del ascensor. Y es que no sé si habrá sido por el calor, pero este verano, aquí, la Alianza de las Civilizaciones se ha convertido en la Alianza de las Susceptibilidades.
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