En el artículo presente pretendo ocuparme de una era y un pensamiento poco conocido y divulgado por la filosofía actual, que prefiere centrarse en un corpus de filosofía más conocida y contrastada, como fue el correspondiente a la época clásica griega a partir de grandes filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, allá por el siglo V antes de Cristo, y que desarrollaré en dos próximos artículos.

En el primero de ellos trataré de explicar la aparición de dicha corriente de pensamiento, el entorno en que se desarrolla y la importancia de Tales de Mileto, considerado por los antiguos uno de los «siete sabios de Grecia» y que ocupa un lugar destacado en la historia de la filosofía. La segunda parte del artículo se ocupará del pensamiento de otros nombres ilustres como fueron Anaximandro, Pitágoras, Heráclito, Parménides, Anaxágoras y Demócrito que vivieron  hacia el siglo VI antes de Cristo.

En la actualidad reciben el nombre de presocráticos los primeros pensadores –el término filósofo, aún no se utilizaba–; griegos que son capaces y tienen los cocimientos y los razonamientos suficientes para pasar de un mundo, donde los mitos estaban presentes en la conciencia del hombre desde su nacimiento hasta su muerte, a un mundo donde el logos o el conocimiento y la razón sustituye al anterior, lo que sentaba las base para cambiar la forma de ver el mundo, dejando atrás a esos mitos y dioses dando primacía a la razón, o sea, representa el “paso del mito al logos” o si se prefiere, el tránsito de la “sin-razón” a la “razón” que correspondería cronológicamente al periodo comprendido entre el siglo VI a. C. al V a. C. que agrupa mayoritariamente a los pensadores anteriores a Sócrates, aunque algunos son contemporáneos o posteriores a él, sin embargo la opinión generalizada de los historiadores es que Tales de Mileto fue el primer sabio de la antigüedad que ha merecido la consideración de ser el primer filósofo del mundo. 

La mayoría de las obras de estos sabios han aparecido en citas y resúmenes de autores posteriores como es el caso de Diógenes Laercio, que tiene muy en cuenta los aspectos biográficos, pero en algunos casos puede no ser fiable en las interpretaciones fundamentales del pensamiento. Por otro lado, Simplicio es muy bien valorado en cuanto a la veracidad y a la extensión de sus aportaciones. Más adelante serían ya los reconocidos iconos de la filosofía antigua como Platón, gran captador de las ideas de estos pensadores, aunque algo desordenado en su exposición y, sobre todo, Aristóteles considerado el más veraz y exacto en sus apreciaciones y explicaciones. Todo lo cual, unido a la gran cantidad de interpretaciones de los sucesivos filósofos y pensadores que lo hicieron hasta la actualidad, sitúa a esos pensadores como los iniciadores del pensamiento occidental.

El contexto en que se desarrolla todo ese pensamiento es en el de la “ciudad-estado” o “polis” que ya tenía una tradición milenaria en Asia Menor y que se configuró como un sistema de organización que se mantendría durante varios siglos en la Grecia Antigua como forma esencial de convivencia. Por ejemplo, en Atenas se identifica un núcleo urbano situándose la Acrópolis o parte más elevada de la ciudad donde se encuentra el palacio del rey que hace también las veces de templo, que en épocas posteriores se utilizó como residencia de los dioses que debían proteger a la comunidad. Muy cerca de la misma se situaba el palacio real. Más abajo se encontraba el Ágora en una amplia y cuidada plaza que era donde se reunía la Asamblea y otros actos o eventos. En el centro de la misma se realizaba el mercadeo, las exhibiciones, las lecturas, y los discursos públicos y académicos En la zona más baja y amplia se establecía la ciudad ocupada por los nobles, pequeños comerciantes y artesanos que ejercían sus funciones dentro del núcleo urbano construido en un territorio de aldeas, donde también pueden vivir ciudadanos de la Polis. A su vez los campesinos poseedores de tierras, podían residir en la ciudad y tener derecho a la carta de ciudadano. Fue precisamente la escasez de tierras de cultivo la que originó la expansión colonial griega; es decir: como los campos cultivables de las ciudades griegas de la península e islas eran muy reducidos, los griegos solo tenían dos soluciones, una de ellas fue comenzar a relacionarse comercialmente con los demás griegos de Asia Menor a través del mar Egeo y con los pueblos de Occidente por medio del Mar Mediterráneo. La otra solución consistía en establecer expediciones de colonos que con sus naves salían a colonizar tierras ricas para el cultivo. Si tenían suerte de encontrar algún territorio deshabitado o abandonado que tuviera amplias tierras con ríos cercanos, se establecían de inmediato y construían una ciudad debidamente organizada que solía mantener relaciones comerciales con la ciudad-estado de donde procedían la cual se ocupaba de darles protección hasta que su desarrollo político-social se había consumado y la mayoría de veces más allá de la primera etapa. En otros casos en que encontraban resistencia, resolvían el problema con los soldados que llevaban o pedían ayuda a su metrópolis. En el caso de que encontraran fuerte resistencia en el territorio en que pretendían establecerse, tomaban sus naves y seguían buscando nuevos territorios y tierras.

En el periodo presocrático, aparece uno de los personajes políticos más importante de la historia de Atenas que además tuvo una influencia capital en la Europa Occidental. Se trataba de Solón perteneciente a la noble familia de los Medóntidas, que fue, nada más y nada menos que el fundador de la democracia. Nacido en Atenas en el año 638 a. C., vivió años de turbulencias y revoluciones en su juventud teniendo que buscarse la vida por medio de la poesía y la espada. La época era complicada pues la mayoría del pueblo se encontraba subyugado por las clases aristocráticas que eran las que detentaban el poder y poseían la mayoría de tierras cultivables, y a menudo se producían revueltas campesinas que amenazaban terminar en una guerra civil.

En esos momentos aparece un hombre de un buen linaje venido a menos, pero que tenía una gran cultura, sabía hablar a las masas y además era moderado, cosa que, en esos momentos interesaba a las dos facciones enfrentadas para lograr equilibrar las cosas. Solón, con el apoyo de las clases medias y los nobles es nombrado Arconte o principal magistrado de la ciudad encargado de establecer las leyes y gobernar el pueblo por un periodo de diez años. Durante su mandato se realizan varias reformas encaminadas a conseguir una incipiente democracia o gobierno del pueblo por medio del voto, en razón de la “riqueza” y “rentas” de los ciudadanos, y no por los dominios y tierras de los aristócratas y nobles; lo que permitía dar entrada a muchos ciudadanos en el gobierno, aunque al tener más votos los ricos, la mayoría de las clases bajas no podían influir en la composición de sus mandatarios. No obstante Solón fue capaz de conseguir, en una época de oligarquías poderosas, sustituir el antiguo Areópago o Consejo Aristocrático, que ejercía el poder legislativo y administrativo del Estado, por dos organismos institucionales capaces de controlarse mutuamente. Por un lado, la Asamblea Popular o Ekklesia a quien correspondía tomar las decisiones administrativas y legislativas, y por otro lado una cámara o Bulé compuesta de 400 ciudadanos de las cuatro principales tribus del país, elegidos 100 por cada tribu que estaban encargados de frenar o dar el visto bueno a las decisiones o proyectos de la Asamblea Popular.

  

Siguiendo a Antonio Alegre Gorri se puede hacer una pequeña semblanza del pensamiento de algunos de los más importantes representantes presocráticos de la Grecia Antigua que posteriormente estudiaremos de manera individual.

Platón hace una división de los filósofos presocráticos, materialistas e idealistas, de la siguiente forma: Los unos hacen bajar a la tierra todo desde el cielo y lo invisible, asiendo literalmente con sus manos rocas y encinas. Y cogidos de éstas afirman que es únicamente lo que ofrece resistencia y tacto y definen como idénticos cuerpo y ser; y, si alguien de los otros dice que lo que no tiene cuerpo existe, lo desprecian en absoluto y no quieren oír otra cosa… Pero también los que disputan contra éstos, desde arriba, en cierta región de lo invisible, se defienden con mucha precaución, sosteniendo que ciertas formas inteligibles e incorpóreas son el verdadero ser, y los cuerpos que defienden los otros, y lo que llaman esos otros verdad, desmenuzándola en sus razonamientos, la llaman un llegar a ser que se da como si fuese ser. Y entre unos y otros acerca de tales cosas, una batalla inacabable. 

Hegel refiriéndose a Heráclito escribe: Por lo que se refiere al principio general, este intrépido espíritu fue, según Aristóteles, el primero que pronunció estas profundas palabras: “El ser y el no-ser es uno y lo mismo; todo es y no es”. La verdad no es sino la unidad de lo contrapuesto y, concretamente, de la pura contraposición entre el ser y el no-ser… La frase de Heráclito la interpretamos nosotros así: lo absoluto es la unidad del ser y del no-ser”.

Por otro lado un gran filósofo contemporáneo y perteneciente a la escuela analítica como Betrand Russel escribe: dos actitudes opuestas respecto a los griegos son corrientes en la actualidad. Una, que fue prácticamente universal desde el Renacimiento hasta tiempos muy recientes, ve a los griegos con reverencia casi supersticiosa, como los inventores de todo lo que es mejor, y como hombres de genio sobrehumano a quienes los modernos no pueden esperar igualarse. La otra actitud, inspirada por los triunfos de la ciencia y por una creencia optimista en el progreso, considera la autoridad de los antiguos como una carga, y mantiene que la mayoría de sus contribuciones al pensamiento más vale olvidarlas ahora. Yo no puedo adoptar ninguna de estas posiciones extremas; cada una de ellas, diría, es en parte correcta y en parte falsa. Antes de entrar en detalles, procuraré decir qué suerte de sabiduría cabe derivar aún del estudio del pensamiento griego. (…) Los griegos aportaron, en verdad, algo que resultó de valor permanente para el pensamiento abstracto: descubrieron las matemáticas y el arte del razonamiento deductivo. La geometría, en particular, es una invención griega, sin la cual la ciencia moderna habría sido imposible. 

Tales 

La vida del gran pensador y hombre de ciencia discurre en la ciudad-estado de Mileto, situada en la costa occidental de Asia Menor entre los años 630 y 545 a. C.. Era hijo de Euxamias y de Cleobulina y probablemente tenía ascendencia judía. Es casi seguro que su educación la adquiriera en Egipto bajo la tutela de los sacerdotes del faraón Amasis II de la XXVI dinastía. Es el primer filósofo conocido como tal, puesto que en la época en que vivió no existía la definición de filósofo u hombre de ciencia, de forma que un pensador podía comprender cualquiera de los dos términos, incluso los dos a la vez. Además, Tales tuvo el privilegio de ser el primer pensador que se elevó por encima de los mitos al logos, siendo considerado como el primero y más famoso de los siete sabios de Grecia por sus conocimientos de la astronomía. Su dominio de las ciencias fue casi total, prácticamente se dedicó a todas las disciplinas de la ciencia. Según cuentan Platón y Aristóteles, fue estadista, ingeniero, matemático y astrónomo, donde consigue gran fama al pronosticar el eclipse de sol del 28 de mayo del año 585, cuestión que dedujo de forma empírica y no teórica, pues su visión de la Tierra en forma de un disco chato que se sostenía en el agua no le permitía realizar ningún tipo de teoría acertada sobre dicho eclipse. Pero sus observaciones empíricas y la ayuda en sus cálculos de unas tablas babilónicas, fueron suficiente para conseguirlo, ayudado por el dominio tan extraordinario que tenía de las matemáticas y en especial de la geometría que también le permitieron idear un método para medir la altura de las pirámides de Egipto, país al que había viajado más de una vez. Todavía en la actualidad, en la geometría clásica existen algunos de sus teoremas, como el llamado “teorema de Tales” que aún tiene vigencia al establecer que: “dos triángulos son semejantes si tienen los correspondientes ángulos iguales y sus lados son proporcionales entre sí”, que ha tenido una importancia capital en la geometría clásica.

Aristóteles considera a los filósofos milesios, encabezados por Tales, filósofos preocupados y dedicados por la physis o naturaleza. Una aproximación que también se podría traducir por una “realidad” que brota o se genera a través de un cambio o movimiento y junto a este incesante fluir de cosas, surge la filosofía para razonar ese cambio en busca de un arjé, un origen o un mando o lo que es lo mismo un principio que crea y gobierna las cosas que para Tales es el agua, que según cree Aristóteles debía referirse a la humedad en general, de manera de que en lo húmedo surgen y crecen las semillas que producirán las plantas que nos darán su fruto, así como las larvas que llegarán a convertirse en animales de todo tipo. Así mismo esa agua o humedad podría estar en los ciclos meteorológicos en que el agua del mar se evapora, cae la lluvia, se forman ríos que devuelven una parte importante del agua al mar de donde procedía, o bien el otro ciclo procedente de la nieve que al evaporarse por causa del calor solar se convierte en agua, que posteriormente se evapora en la atmósfera y cae en forma de lluvia que al enfriarse se convierte en nieve. Todo ello representaba el movimiento de la physis, por eso Tales pensaba que la Tierra estaba flotando sobre el agua.

La cosmología elemental de Tales se centra en pensar que la Tierra es un disco plano rodeado por el Océano sobre el que flotaba. Sobre el disco terrestre se hallaba el aér o nubes, y por encima de ellas aparecía el aithér o cielo con el sol, la luna y las estrellas. El pensamiento de Tales recoge una metáfora muy valorada y debatida en la actualidad relativa a que todo está lleno de dioses, que se puede traducir en el hecho de que, aunque la materia viva es perecedera y muere, existe un trasfondo que es eterno e inmutable, lo que lleva a pensar que el trasfondo eterno e inmutable, precisamente, sería el mismísimo Dios.