Artur Mas & Leonard Cohen

Un espía entre los nuestros

Leonard Cohen-interior

El pasado día 7 de noviembre se cumplieron 2 años de la muerte del genial Leonard Cohen. Quiero compartir con ustedes una escena que leí hace tiempo y sólo recordarla me emociona y pone la piel de gallina.

Año 1972, concierto en Israel. Cohen era judío, por lo que ese concierto tenía para él un especial impacto emocional… Entre el público era probable que hubiese personas que estuvieron en los campos de exterminio nazi. Ya en el escenario, súbitamente, interrumpió su música y dijo: “No estoy sintiendo profundamente las canciones. Y creo sinceramente que os estoy engañando, si no funciona lo dejo y os devolveremos el dinero”. El público se quedó perplejo, debieron pensar que no era para tanto. Pero Leonard Cohen se encerró en su camerino deprimido, él quería dar lo mejor de sí mismo ese día tan especial y estaba fallando.

Sumido en una tristeza infinita, unas voces empezaron a deslizarse desde la sala: era el público que había empezado a cantar Hevenu shalom aleichem (La paz sea contigo), un poema judío de felicidad. Aquello debió de ser una sacudida para su corazón… nadie había abandonado la sala… ahora la letra le llegaba nítidamente: “Que la paz esté con vosotros, ángeles del altísimo / El supremo rey de reyes es el santo bendito». Fue mágico, a cámara lenta se puso en pie y volvió al escenario. Absolutamente emocionado por la actitud del público, unas lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras rasgaba su guitarra y cantaba «So long Marianne»: «Nos conocimos cuando éramos jóvenes / Fue en un parque de colores lila y verde / Me cogiste como si fuera un crucifijo mientras nos adentrábamos de rodillas en la oscuridad». Ahora era el público el que sollozaba. El tiempo se detuvo, la química con el público estremecía a todas las almas allí congregadas. Debió ser uno de esos momentos en que la vida merece ser vivida.

Siento el contraste doloroso, pero ahí va. Artur Mas afirmó hace unos días, sin ningún sonrojo que la independencia no se podía culminar. La periodista le preguntó: “¿Por qué no lo dijo antes?» La respuesta fue una bofetada a la inteligencia: «Porque nadie me lo preguntó». ¿Cómo? ¿El hombre que ha creado el enfrentamiento social más importante desde la guerra de los Balcanes ahora va y suelta esto? El mismo que exclamó en un programa de TVE que él nunca iniciaría un proceso hacia la independencia porque no quería crear un conflicto en la sociedad. El mismo que también había declarado que la independencia era un concepto anticuado. El mismo que chillaba “¡hemos ganado!”.

Artur Mas, alguien con un grave problema de autoestima, que necesitaba pasearse con la mano extendida, con los cuatro dedos abiertos, como las cuatro barras de la señera, rodeado por el estruendo producido por el golpeteo de cientos de bastones de los alcaldes. Nunca una sola persona ha causado tanto daño a tantas personas.

Leonard Cohen fue grande gracias a su arte, pero se convirtió en un gigante por su nobleza y honestidad. Artur Mas fue pequeño como político, pero logró encogerse hasta ser un enano con su bajeza moral.

Acabo estas líneas mientras escucho «Every Knows» y… Oh misterios de las casualidades cósmicas, este verso me conmueve:

«Todo el mundo sabe que el barco hace aguas / Todo el mundo sabe que el capitán mintió / Todo el mundo tiene ese sentimiento desgarrado / Como si su padre o su perro acabase de morir»

Parece que hasta Leonard Cohen se revuelve en su tumba —o en el cielo—, al unir siquiera por un momento su recuerdo al de un mediocre como el expresidente Artur Mas, pero sonríe, me perdona y me lanza un guiño. Gracias Leonard.

Joan Puig


Puedes seguir a Joan Puig en twitter como @avecesensayo

Imagen de cierre de artículos

Deja un comentario