Stalingrado independentista

Un espía entre los nuestros

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El ejército alemán sufrió su primera gran derrota en Stalingrado, y significó el inicio del fin del nazismo. Fue una batalla épica y fue una batalla de ratas. Escondidos entre los cascotes, los rusos lanzaba cócteles molotov entre alaridos, mientras sorbían un sucedáneo de vodka, saltaban desde una alcantarilla y degollaban cuellos; sus francotiradores tumbaban a oficiales de la Wehrmacht de un tiro en la cabeza mientras sorbían un café; los rusos cruzaban el río Volga bajo la lluvia de proyectiles del enemigo sin importarles su vida, claro, porque la NKVD (policía política) les disparaba si retrocedían. Los nazis no se quedaban cortos y apretaban el gatillo de los lanzallamas en cualquier agujero y sus tanques Panzer disparaban contra las fachadas de los edificios soviéticos. Pues en ese punto está el independentismo: en la batalla de las ratas.

Las refriegas entre ERC y los iluminados de Puigdemont empiezan a parecer una pelea con tijeras de pescatera. Hace pocos días perdían la mayoría en el Parlament al no ponerse de acuerdo. También fracasó la “cumbre” del soberanismo de Puigdemont en Waterloo a la que sólo acudieron Quim Torra y cuatro matados… ¡menuda cumbre, ni los de la CUP asistieron! Me entero, en paralelo, que en Catalunya Radio ha empezado la limpieza de los hiperventilados radicales (traigan más palomitas). Hace un par de días cenábamos con la entrevista en la BBC a Ernest Maragall, en la que afirmaba que no hay mayoría social, mientras sus “socios” insisten en el mandato del 1-O. Pocos días después, desayunamos con las declaraciones de Clara Ponsatí: “Todos los que deberían haber hecho algo después de la declaración sabían que no harían nada”, dijo. Lo de Ponsatí es digno de estudio, dispara hacia todos los lados: en la huida de Stalingrado, los alemanes y los rusos se enfrentaban en reyertas en medio de la niebla helada y también se disparaban entre ellos. Y más, hay mucho más… Toni Comín ya ha criticado la posición de Esquerra. ¡Ay, Comín, Comín, que saltaste del PSC a ERC y ahora coges impulso para aterrizar en la Crida, no te quisiera de amigo! Venga, miremos a los zapadores de los CDR.

«Menudo paisaje. Justicia poética, la CUP cada vez más unida a Torra y a Puigdemont y su Crida: al final la ultraderecha nacionalista se quita la careta…»

Lo confieso, solté una risotada cuando leí en twiter que los CDR desconvocaban la concentración contra el PdeCat y ERC en no sé qué sede… ¡porque llovía! Menuda revolución. En otra performance asistieron —¡tachín, tachán!— 60 personas. Vamos, como los parientes una familia numerosa de nómadas. Mientras tanto los de la CUP se afanan en amedrentar colgando carteles de catalanes que no piensan como ellos. En Stalingrado se rebanaba el pescuezo a los colaboracionistas. Menudo paisaje. Justicia poética, la CUP cada vez más unida a Torra y a Puigdemont y su Crida: al final la ultraderecha nacionalista se quita la careta.

Mientras esta batalla de ratas llega a su fin, se olfatea en el ambiente un nuevo tripartito. Ingredientes del aromático menú: ERC declarando a diestro y siniestro que les unen muchas cosas con los de En Comú, y los de En Comú, que tienen una nueva líder, Elisenda Alemany, que se ha declarado independentista, apoyando la reprobación del Rey —claro, este es uno de los principales problemas de sus votantes de Santa Coloma o La Mina—. ¡Chup, chup…! El plato está casi a punto de servirse. Sólo falta blanquear a Oriol Junqueras, Pablo Iglesias ya le ha visitado. Ese segundo plato acaba de meterse en el horno, le queda un tiempo para dorarse. Pero ya han subido la temperatura para ganar tiempo: el diario El País ha publicado una editorial pidiendo se revise la situación de los presos. Intuyo que este plato acabará en el microondas para acelerar su cocción. Para postre, fíjense en las declaraciones de Pedro Sánchez alejándose de Quim Torra. Claro, un tripartito no necesita a PDeCAT o como demonios se llamen ahora.

Como en Stalingrado las tropas rusas van envolviendo al enemigo, mientras caen de uno y otro lado. Muchos murieron congelados, otros se desplomaban como ramas secas, por pura inanición, y no era raro cruzarse con soldados sin piernas que se arrastraban en la nieve. Digno paisaje de la actual situación del independentismo.

Y como en todas las guerras, pero especialmente en las batallas de las ratas, la población civil es la que peor lo pasa, o sea… los catalanes de a pie.

Joan Puig


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