
No hace tanto tiempo, en los círculos de comunicación política los gurús te contaban que el modelo había cambiado. Que los partidos orgánicos, de bases y consensos, ya no eran lo que funcionaba. Que ahora hacían falta líderes mediáticos, porque el mensaje se transmitía (si sabías hacerlo) directamente hasta los electores.
No hace tanto tiempo, en los círculos de comunicación política los gurús te contaban que el modelo había cambiado. Que los partidos orgánicos, de bases y consensos, ya no eran lo que funcionaba. Que ahora hacían falta líderes mediáticos, porque el mensaje se transmitía (si sabías hacerlo) directamente hasta los electores. La maquinaria del partido tradicional, sus barones y sus pactos, perdían sentido cuando el líder podía proyectar la conversación directamente hasta la base, los afiliados. Era tiempo de una nueva movilización, de un nuevo tipo de liderazgo.
Era el momento, de hecho, en que Macron acababa de romper el mapa francés, y Trump asomaba por la esquina. Era el tiempo en que germinaban liderazgos mesiánicos por todas partes, basados en ese mecanismo que los consultores vendían como una solución y los académicos como un problema. El que aquí nos dio fenómenos como un Ciudadanos con pies y cabeza, pero sin cintura (¿para qué la queremos, si hay líderes e infantería?) o un PSOE autocrático (el que manda es el que manda). El que en Israel ha puesto la democracia (con todas sus imperfecciones) a los pies de los radicales, en Hungría la ha vendido, y en Polonia ha estado rozando el desastre.
Pero los consultores no señalaban sólo un cambio en el mecanismo (mesías en lugar de aparatos, y mucha comunicación directa) sino también en el mensaje. El voto es casi siempre identitario, decían. Votas por los tuyos, defiendes a los tuyos: el votante racional es arrastrado por la marea. La forma de movilizar es crear una conciencia de grupo y una sensación de agresión, de victimismo. Un enemigo, un peligro. Ya sean los capitalistas despiadados, los inmigrantes asilvestrados, los colonos desagradecidos, los globalistas subvencionados, los herederos de ETA o los rojos antisistema. “Ellos” tienen la culpa de lo que les pase a los tuyos, y sólo tú puedes defenderles, aunque para ello necesitas el poder. Un poder, a poder ser, sin cortapisas judiciales o límites constitucionales, porque al fin y al cabo tú no sólo tienes el derecho y la razón, sino incluso la moral de tu lado. Lo que quieres es bueno, por tanto los límites sobran. Que se lo digan a Erdogan, o a Castillo.
La combinación de mesianismo como mecánica, populismo como táctica, y creación de identidades como estrategia, lleva a un sitio muy oscuro. Un sitio en el que la mayoría puntual (que puede ser, como en España o en Israel, una coalición coyuntural de enemigos naturales) no tiene cortapisas, y puede pisotear los derechos de las minorías. En el que las instituciones que garantizan la igualdad y la libertad ante la ley son de papel, porque se las coloniza, aparta o neutraliza cuando estorban.
Esas tres cosas no son inevitables. Son el producto, como todo, del interés de algunos. Del interés de los que controlan esas redes, y viven de vender acceso (o de cerrarlo). Del interés de los que crean opinión por dinero. Del interés, sobre todo, de los que controlan los partidos y con ellos los mecanismos de decisión y de colocación.
La política siempre ha sido, en parte, una industria, y acaba de ser “disrumpida”, como decían los innovadores cuando eran nuevos. Ha cambiado el modelo, hay una manera más sencilla y barata de hacerse con el poder y sus beneficios, y está arrasando con los que no se adaptan como Amazon acabó con las cadenas de librerías físicas. Lo malo es que ese modelo es tóxico para el marco institucional liberal, pero a los beneficiarios no les importa. Como Uber reventó a los taxis ignorando los derechos laborales de los conductores o los requisitos exigidos a los taxistas, los “nuevos liderazgos” tienen sus efectos secundarios, y son importante.
Uber casi exterminó al taxi en muchos mercados, usando el dinero de los inversores para crear una falsa ventaja en precios. Pero tiene sus límites. El dinero gratis se agota, y los costes reales (esos “picos”) acaban aflorando. En muchos mercados les han obligado a pasar por los aros mínimos para proteger los derechos de los demás. Los taxis han reaccionado y han creado sus propias aplicaciones. Han aprendido a explotar sus ventajas, que no son pocas, y siguen aprendiendo. Se ha acabado convirtiendo en un elemento más, dentro de un mercado que ha evolucionado.
El nuevo modelo político tendrá el mismo destino. Traerá lecciones para todos, pero igual que a Uber le detuvieron las manifestaciones y movilizaciones, a los populismos mesiánicos también habrá que ponerles límites. Como en Israel. Como en España cuando peligraba la independencia judicial, o cuando las cesiones a los antisistema acabaron con la paciencia de la sociedad civil. La población tiene que demostrar lo que le importa, y los taxis (perdón, los partidos tradicionales) tienen que demostrar que entienden que estaban haciendo las cosas mal. Que hay una enorme demanda de calidad democrática, de gestión para todos, de prosperidad compartida. Que la gente está muy harta de lo de siempre y por eso confía en propuestas nuevas.
El reto al que se enfrentan los partidos tradicionales es muy fuerte. La tentación de usar las armas del enemigo también. Y hay que aprender de él, pero diferenciando lo que mejora la vida cívica y lo que sólo mejora las perspectivas de los líderes políticos para acabar dañando el sistema de libertades. Aún no ha emergido un modelo alternativo claro, pero ya hay unos cuantos que han aguantado la embestida. Quizá toca aprender de lo que defienden, y de cómo lo hacen.
A ver si hay suerte y la próxima temporada, en los círculos de comunicación política se habla de cómo construir una alternativa.”
MIGUEL CORNEJO
Síguele en Twitter: @MiguelCornejoSE
1
Patrocina Ataraxia Magazine en PATREON desde 5$ (4,50€) al mes
https://www.patreon.com/ataraxiamagazine
2
Patrocina Ataraxia Magazine mediante una donación por PayPal
Puedo donar 5 euros
No es necesario tener cuenta abierta en PayPal para utilizar PayPal como plataforma o vía de donación • Si quisieras donar 10 o 15 euros puedes especificar (en la casilla junto al botón) que la cantidad que donas es 2 o 3 veces 5 euros…
5,00 €
Puedo donar 10 euros
No es necesario tener cuenta abierta en PayPal para utilizar PayPal como plataforma o vía de donación • Si quisieras donar 20 o 30 euros puedes especificar (en la casilla junto al botón) que la cantidad que donas es 2 o 3 veces 10 euros…
10,00 €
Puedo donar 20 euros
No es necesario tener cuenta abierta en PayPal para utilizar PayPal como plataforma o vía de donación • Si quisieras donar 40 o 60 euros puedes especificar (en la casilla junto al botón) que la cantidad que donas es 2 o 3 veces 20 euros…
20,00 €
Puedo donar 50 euros
No es necesario tener cuenta abierta en PayPal para utilizar PayPal como plataforma o vía de donación • Si quisieras donar 100 o 150 euros puedes especificar (en la casilla junto al botón) que la cantidad que donas es 2 o 3 veces 50 euros…
50,00 €
3
Patrocina Ataraxia Magazine con 2€ por lectura mensual
Aportaré por la lectura de cada número 2 euros mensuales
Aportaré 2 euros mensuales por leer Ataraxia Magazine, mediante un micropago utilizando PAYPAL (no es necesario tener cuenta en PayPal para efectuar el pago).
2,00 €
email de contacto: ataraxiamagazine@gmail.com
Patrocina AtaraxiaMagazine: https://www.patreon.com/ataraxiamagazine
Síguenos en Twitter: https://twitter.com/ataraxiamag
Síguenos en Facebook: https://www.facebook.com/ataraxiamagazine
