
Los efectos que ha dejado la pandemia del Corona virus en las economías y ahora el impacto que está produciendo la invasión de Ucrania en los mercados energéticos y de suministro de determinados productos básicos (semillas, cereales, aceites…etc.) ha dado la puntilla a una situación que ya era vulnerable y que ha obligado a los bancos centrales a cambiar drásticamente sus políticas monetarias y acomodaticias.
El repunte generalizado en la inflación a nivel global, a niveles no vistos desde hace 40 años en EEUU o en Reino Unido, y a su vez en la zona euro, junto a una desaceleración del ritmo de crecimiento de las economías mundiales, ha levantado las alertas y sugiere medidas urgentes que permitan el control de la inflación sin perjudicar el crecimiento económico. Y esa es la gran encrucijada a la que se enfrenta en este momento los bancos centrales.
Hasta ahora hablábamos de inflación transitoria pero con crecimiento económico aceptable para luego pasar a hablar de la famosa “lowflation” (alta inflación y bajo crecimiento), luego a hablar de estanflación (alta inflación sin crecimiento) y ahora la palabra recesión (dos trimestres seguidos de crecimiento negativo) está ya en boca de todos los analistas y expertos financieros. Todo ello aderezado por las políticas de Zero-Covid en China que con los confinamientos extremos, están paralizando la actividad y la logística de los principales puertos internacionales y ralentizando la demanda de uno de los principales países.
Si bien es cierto que si comparamos la economía americana y la europea, ambas se encuentran en dos ciclos y problemas diferentes. En EEUU la inflación actual es de “demanda” con una economía sobrecalentada por la inmensa inyección de ayudas dadas durante la pandemia y con un mercado de trabajo en alta tensión. En este caso, la agresividad de la FED (Reserva Federal americana) subiendo tipos en 75 puntos básicos en la reunión de junio y situarlos en las próximas reuniones en torno al 3,25% y 3,50% (ahora están en el 1,50-1,75%) con objetivo del 4% en 2023, pueden tener efecto y ser la terapia adecuada para frenar la desbocada inflación. Jerome Powell dejó bien claro que ante la encrucijada de control de inflación o recesión eligió el control de la inflación. Y si llega la recesión anunciada por algunos analistas, pues ya la torearan en su momento.
No es el caso de la economía europea que se enfrenta a una inflación de oferta con un alto componente energético (70% del IPC actual comparado con 40% en EEUU) y además con una falta de control de esa inflación al venir determinada por factores externos y provocados por la dependencia energética de Europa del gas y del petróleo rusos (no así EEUU que es independiente energéticamente). En la medida en que la duración del conflicto de Ucrania se alargue la posibilidad de controlar esa inflación es bastante improbable. Por ello, las respuestas y propuestas que estamos viendo por parte del BCE (Banco Central Europeo) son menos agresivas que las de EEUU y Reino Unido en subidas de tipos (subida de 25 puntos básicos anunciada para julio) y mucho más ambiguas en cuanto a la retirada de los estímulos y programas de compras de bonos de los países miembros.
Tras las recientes subidas de las primas de riesgo de los de siempre (Grecia, Italia y España) y la posibilidad de una fragmentación de la zona euro, el propio BCE anunció la posibilidad de habilitar nuevas medidas para contener esa subida de primas en los países periféricos y evitar esa fragmentación y la presión sobre las rentabilidades de las economías más vulnerables de la zona euro. Si bien es cierto que ya se han empezado a retirar los estímulos del PEPP (programa extraordinario de compras por la pandemia) y el APP (programa regular de compras de activos) se acaba en julio, lo que ha provocado esas tensiones en las primas de riesgo, el anuncio de una nueva herramienta para destinar más fondos para la compra de deuda a los países con problemas, no es una buena señal para la inflación ni tampoco para los mercados, al poner de manifiesto los principales desequilibrios de esas economías, que pueden poner en serio la estabilidad del euro y de la economía europea. De momento las primas de riesgo no están en niveles preocupantes aún a pesar de las recientes subidas, pero si el panorama no mejora y el BCE reacciona excesivamente agresivo, sí podemos ver una presión por parte de los fondos en las rentabilidades de las economías periféricas con desequilibrios de déficit y deuda más pronunciados. El efecto de las retiradas de estímulos obligará a los países a salir a los mercados a vender su deuda y ahí veremos que niveles de rentabilidad exigen los inversores para comprar esa duda y que fiabilidad de repago dan a los mismos.
La respuesta de los mercados fue inmediata con un “sell off” (venta generalizada) en los activos de riesgo (acciones principalmente) y en el mercado de bonos soberanos. No hay nada peor en una situación de crisis como la actual que la postura de ambigüedad del BCE para atajar el problema. Esperaremos a ver cuáles son los detalles de esa nueva herramienta pero pinta, como así los mercados lo percibieron, como una ayuda a los países más problemáticos sin condiciones demasiado estrictas. Hay que recordar que el BCE dispone ya de la OMT (Outright Monetary Transactions), que fue el mecanismo utilizado en las crisis de Grecia y la intervención de España e Italia, pero implicaba una condicionalidad muy clara y contundente. Algo que los países afectados en este momento no quieren ni oír hablar. El enfrentamiento entre los países del Norte de Europa y los del Sur va a volver a empezar, y me temo que al final ganarán los primeros (los llamados “frugales”) ya que están un poco cansados de financiar y sacar de sus problemas a los “manirrotos” del Sur.
Así que el BCE se enfrenta una encrucijada muy complicada y en un momento en donde Rusia está empezando a retirar el suministro de gas y petróleo a Europa y amenaza con provocar una recesión inminente en el motor de la economía europea como es Alemania (principal afectado en su economía por las importaciones de gas ruso) y con el consecuente contagio al resto de países de la euro zona. Especialmente en un momento donde ya se percibían síntomas de debilitamiento en las principales economías europeas. Ha sido la puntilla definitiva y así lo están manifestando los inversores y los mercados.
La recomposición del suministro energético en Europa para dejar de depender de determinados países o regiones no se consigue de la noche a la mañana y llevará muchos años y unas grandes inversiones lo que implicará mayores impuestos a futuro para los ciudadanos europeos (como si no tuviésemos ya bastantes) en plena recuperación económica después de una severa crisis que ya se ha llevado por delante muchos ahorros (efecto inflación y mercados caídos), mucho poder adquisitivo y muchos empleos. Hay que recordar que los EEUU han salvado el invierno a Europa con la exportación de GNL (gas natural licuado) en máximos pero obviamente a precios muy superiores. De ahí los déficits en las balanzas comerciales que estamos viendo, provocados principalmente por la importaciones de energía y un dólar más fuerte (importamos inflación).Tiempos difíciles para la lírica.
Y mientras, en la piel de toro que es nuestra querida España, hemos adoptado la peor política de los últimos siglos en materia internacional que nos ha costado el suministro de gas desde Argelia (del 45% al 20% nos lo han reducido) y hemos abierto la puerta a Italia y a otros países del norte de Europa a que aprovechen la situación y se garanticen su suministro. Y ahora entramos en la renegociación de precios de gas para ese 20% que mantenemos y que obviamente implicará una mayor factura energética. Los datos hasta abril de 2022 muestran un déficit comercial de 21.810 millones de €, de los cuales 16.155 millones son del déficit de la balanza energética (74% del total) y 5.655 millones del resto de componentes (26%). E irá a más dadas las grandes decisiones y negociaciones de nuestro inútil gobierno. Tenemos en España reservas de gas y petróleo para los próximos 80 años pero se ha prohibido desarrollarlas por ley. Seguiremos importando gas de EUUU al doble de precio del que pagábamos por el de Argelia y seguiremos siendo dependiendo del exterior en materia energética mientras que el resto de nuestros homólogos europeos apuestan por el desarrollo nuclear y en el caso de Alemania, por seguir quemando más carbón. Las políticas verdes energéticas en la Unión Europea y especialmente en España, además de habernos costado muy caras de hecho y han provocado una crisis de alto calado en toda la región. Y parece que quieren seguir insistiendo en el error a futuro con las consiguientes inversiones multimillonarias en desarrollo sostenible que superarán los 500.000 millones de €. Prepárense para escuchar una multitud de nuevos impuestos verdes en el futuro. Eso sí, siempre velando por nuestra salud y el futuro del planeta. Y mientras los chinos, los cataríes, los saudíes y demás países a lo suyo. Que lo verde no va con ellos. Que lo paguen los europeos que son los torpes.
Con todo este panorama se hace difícil ver una solución a los problemas que tenemos por delante. Inflación o recesión, esa es la cuestión. Y mientras dure la invasión de Ucrania, se hace difícil ver una solución a una inflación galopante que tiene pinta de instalarse en altas cotas por más tiempo del que se pensaba inicialmente. Si bien EEUU puede aplicar recetas que seguramente funcionen a medio plazo, el caso europeo va a ser muy difícil de resolver con políticas de subidas de tipos y de retirada de estímulos monetarios sin poner en riesgo la estabilidad del euro y la llegada, más pronto que tarde, de la anunciada recesión. Reino Unido será la primera en entrar en esa recesión y se enfrenta a una política muy agresiva de subidas de tipos en los próximos meses (ya han subido cinco veces los tipos de referencia) y probablemente la siguiente será Europa. En el caso americano, de llegar a entrar en recesión, se postergará seguramente a 2024.
Ahora viene el verano y con una campaña turística al parecer muy brillante y con buenas perspectivas económicas que aletargarán de alguna manera el negativo fondo en el que nos movemos. Los ciudadanos sufrirán en sus bolsillos la inflación subyacente en la cesta de la compra, en las salidas a restaurantes y bares, en el precio de hoteles y billetes de avión y de tren, y sobre todo en el precio de los combustibles para aquellos que se desplacen en su sus vehículos particulares. Veremos si no llegamos a pagar en verano la gasolina y el diesel en precios cercanos a los 3 € por litro. La tendencia de precios no parece que vaya a remitir en los meses de verano.
No hay más que ver el efecto en la factura de la electricidad tras la aprobación de la anunciada a bombo y platillo famosa “excepción ibérica”, que lejos de bajar el precio ha seguido subiendo. Y además financiamos con 1.000 millones de € a nuestros vecinos franceses y portugueses que obviamente aumentan sus importaciones de electricidad desde España al salirles más barata ya que las compensaciones a las centrales de gas las pagamos los españolitos en nuestras facturas y las seguiremos pagando a futuro. Son unos genios estos “expertos” de nuestro gobierno.
Sólo nos queda la esperanza de que después del bofetón de las pasadas elecciones en Andalucía de la izquierda en su conjunto, se traslade el efecto a nivel nacional, y podamos liberarnos de esta plaga social comunista que nos está arruinando y destruyendo. Es algo urgente y no podemos esperar más. Nuestro bienestar, nuestra economía y nuestro futuro como país pasa por echarlos cuanto antes del gobierno.
Que tengan ustedes un buen verano y lo disfruten. Carguen pilas para la vuelta, que la temporada otoño-invierno viene cargada de colores marrón oscuro y algún negro intenso. Felices vacaciones de verano a los que las puedan disfrutar.
ÁLVARO SHARES
Puedes seguir a Álvaro Shares en Twitter como @AlvaroJuer
ÁLVARO SHARES es un licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por el CEU y la Universidad Autónoma de Madrid, que ha sobrevivido a 31 años de experiencia en la bolsa española, en firmas de primera fila del sector financiero como JP Morgan o BBVA, entre otras. Desde el año 86 ha visto y seguido la evolución del profundo cambio que han sufrido los mercados hasta la actualidad. Desde el crash del 87 hasta el Brexit del 2016, así como la evolución tecnológica y el desarrollo de nuevas alternativas de inversión, siempre de la mano de los principales inversores nacionales e internacionales. Mucho mundo a sus espaldas y muchos viajes con los principales directivos de las compañías españolas. Y con ganas de seguir aprendiendo.

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