Profesores de Universidad que defienden la violencia, mientras otros se animan a apedrear el hogar de la familia de Canet que pidió alguna hora más de clases de castellano para su hijo. Son sólo 2 ejemplos que representan la punta del iceberg de la indignidad en Cataluña, sólo la puntita.  

Ocurre que hay insultos que ya se han institucionalizado… los ñordos o colonos, dícese de aquellos catalanes que no somos independentistas. Detengámonos un momento. Se ha normalizado que quien piense diferente es un colono. Pero  ya no le damos importancia alguna; lo malo es que se ha normalizado en muchas mentes indepes que esto es así. Es brutal. Tremendo. Piénselo.

Un amigo independentista me argumentó que son sólo perfiles anónimos de twiter. NO. Como he dicho son profesores de Universidad o de escuelas (pobres niños), son periodistas, incluso políticos. Hace muy pocos días el director de Vilaweb, un diario digital mega subvencionado … ¡defendía la violencia! Otro director de un medio similar publicó la dirección del domicilio de la familia de Canet. Otros dos ejemplos, que nos obligarían a llevarnos las manos a la cabeza pero eso ya no ocurre. Por cierto el amigo independentista no me contestó el tweet. Lo conozco, y es un tipo sensato. ¿Por qué?   

El coqueteo con la violencia no es un tema menor, porque hay un segmento de fanatizados que un día harán una locura. Ojo.

Como nos enseña la Historia, los personajes que incitaron al terror jamás pusieron sus vidas en riesgo, vamos “que mueran otros”. Es alucinante. Pero es que hay más. En el tweet viral de Héctor López Bofill –profesor de Universidad– se lamentaba el hombre de que la gente se horrorizase por las muertes del COVID y, en cambio, no quisiesen jugarse la vida por la “emancipación nacional”… ¡Y sus seguidores le daban la razón! Que mueran otros, ya, sí, claro…

Hace unos días una ambulancia con su sirena encendida estaba bloqueada por un puñado –sí, por un puñado– de independentistas en la Meridiana. ¿Se imaginan que un ser querido perdiese la vida por no llega a tiempo al hospital?

Por no hablar de los desprecios y burlas en Tv3 –pagada por todos los catalanes– hacia los catalanes no independentistas. O las amenazas en twiter.

Último ejemplo. Los Reyes Magos de Lérida saludaban y realzaban sus discursos a miles de niños con una pancarta que decía «libertad a personas presas políticas y exiliadas». ¿Pero esto que es? Hasta un día tan mágico han de politizarlo. Son maquiavélicos, imaginen a los inocentes niños absorbiendo el mensaje «los Reyes Magos defienden a los “exiliados”»; el mensaje subliminal es evidente: “los Reyes Magos a favor del independentismo”. No tienen vergüenza.

En fin, no les aburro más, todos conocemos esta realidad. Yo quiero compartir una reflexión…

Miren, yo era de aquellos que respetaba que hubiese catalanes favorables a la independencia. Es un tema emocional. Racionalmente es indefendible: me venden que con la República todo sería maravilloso pero la gestión de la Generalitat es nefasta ¿por qué he de creerles? Entre otras mil razones. Pero repito, lo respetaba como sentimiento. Hace tiempo que les he perdido el respeto. Y ahora llego a la reflexión de fondo.

No puedo creer que todos los independentistas sean tan zafios como para defender la violencia, las amenazas, etcétera. Así que me pregunto: ¿Dónde estáis los independentistas sensatos que calláis? ¿Dónde estáis malditos? ¿Por qué calláis?

Deberíais alzar la voz y condenar los insultos y la violencia, pero calláis. Lo paradójico es que esa actitud debilita al independentismo, que jamás ampliará la base social. Entre otras cosas: ¿han pensado que miles y miles de catalanes tienen vínculos familiares y emocionales con el resto de España? NO. No lo piensan porque es un independentismo que bulle en las tripas, las tripas del odio.

¿Dónde estáis los que calláis?

Hay una frase del escritor, filósofo y político del siglo XIX Edmund Burke que viene como anillo al dedo para la reflexión que comparto con ustedes: “para que triunfe el mal solo hace falta que los hombres buenos no hagan nada”. Aplica perfectamente dedicársela a los que callan. El contexto en el que lo dijo coincide con la realidad que nos ocupa. Eran los años en los que la Revolución Francesa  estaba en su momento álgido, en concreto cuando la guillotina no descansaba jamás. Imaginen las escenas… la muchedumbre se agolpaba para ver cómo caía la hoja de la guillotina y la cabeza del desdichado rodaba en un terrorífico espectáculo. Sin duda esa oleada de violencia desbocada y fuera de control se había convertido en un macabro show. Y es en ese momento cuando Edmund Burke pronunció esas palabras, porque se dirigía a los que callaban ante esta locura de violencia desenfrenada; se dirigía a quienes no se habían dejado llevar por la locura. 

Algo similar ocurre ahora con los independentistas; ahora, cuando la violencia, cuando las amenazas de independentismo radical están a la orden del día, los independentistas “sensatos» ¡callan! Me daré por satisfecho si de algo pueden servir estas líneas. Me conformo con que dediquen un par de minutos a la reflexión. Dos minutos sería suficiente.  

Insisto una vez más: ¿Por qué calláis? ¿Dónde estáis los que calláis? ¿Dónde estáis, malditos?

Vosotros también sois culpables.

JOAN PUIG

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