Nunca he comprendido la buena fama de Margarita Robles, de la misma forma que no entendí la buena acogida que tuvo la entrada de Josep Borrell en el Gobierno de Sánchez. Suponiendo que yo hubiera tenido la mejor de las opiniones del entonces ministro de Exteriores, que no era el caso, el hecho de entrar a formar parte de un ejecutivo liderado por Sánchez descalificaría incluso al santo Job.

El caso de Robles, Borrell, Marlaska o Duque, recibidos con alborozo por la ciudadanía pensando que Sánchez se estaba rehabilitando para el bien, es como el de la madre que se alegra de que su hijo entre a formar parte de la banda de Al Capone. No, señora, que su hijo se incorpore a la banda no quiere decir que el mafioso está cambiando para bien, es su hijo el que va por mal camino. 

El paso del tiempo nos juega a todos malas pasadas en el cerebro y quizá muchos crean que el Sánchez de la moción de censura no daba qué pensar respecto a su nula ética y que todo lo que viene sucediendo durante esta legislatura no se podía saber. No. Pongamos las cosas en su lugar. Cualquiera que estuviera al tanto de la política un poquito por encima ya sabía que el pimpollo que tenemos por presidente es un trilero. Recuerden que lo habían echado del PSOE y no por bueno, que viene a ser igual a que te echen de la legión por mal hablado. Tienes que ser la repera de la maldad. Y en esas, Margarita Robles ya era más sanchista que Sánchez. Desde luego, Pedrito Piscinas no deja de sorprendernos cada día respecto a su falta de escrúpulos y su capacidad de mentir con la misma facilidad con la se mira al espejo y se llama guapo. Razón de más para que una mujer con la formación jurídica y la experiencia vital de Margarita Robles, incluso sin ella y sólo con dos dedos de frente, hubiera abandonado por su propio pie el Gobierno cien veces ya.  

Aun así, los hay empeñados en hacernos creer que Margarita sufre como ministra. Cualquier día asistimos a la creación de una plataforma de apoyo a la titular de Defensa por lo mal que lo pasa rodeada de membrillos, membrillas y membrilles. Parece ser que sufre porque no le gusta cómo se hacen las cosas ni las cosas que se hacen; en fin, que es una sacrificada de la vida ostentando tan ilustre cargo. No, Robles es un miembro más del más infame Gobierno que hayamos conocido porque quiere y porque comparte su deriva. Nadie le obliga a ir acompañada de la mano de Bildu en el Congreso ni de los golpistas ni demás gente de mal vivir. La mujer ya tiñe muchas canas y tampoco está acuciada por la necesidad económica. Sabe lo que hace y lo hace porque quiere. Margarita está en la ciénaga por elección propia y le produce “honor y orgullo” haberse salvado de la quema.

Su ataque al Tribunal Constitucional tras declarar éste ilegal el primer estado de alarma confirma su tara. Lo que sucede es que en ella esto es mucho más grave que en una Ione Belarra cualquiera. La sustituta de Iglesias en Derechos Sociales y Agendas Varias confunde el Tribunal Constitucional con el Consejo General del Poder Judicial, no se le puede pedir peras al olmo. Pero a Robles, sí.

Habla la ministra de Defensa de las supuestas elucubraciones doctrinales del Tribunal Constitucional como si ella no conociera a la perfección la diferencia entre estado de alarma y estado de excepción y las ventajas políticas que uno ofrece sobre otro para el ejecutivo. Con la expresión de marras, ‘elucubraciones doctrinales’, viene a decir que el Constitucional ha emitido una sentencia en la que habla del sexo de los ángeles porque no tiene otra cosa mejor que hacer y esto confunde al personal. Traslada la idea de que se trata de un conflicto de forma, no de fondo. Y hay fondo en esta sentencia, mucho fondo; tanto como para pedir la dimisión del Gobierno en pleno. Finalmente, reclama al TC sentido de Estado. ¡Un miembro del Gobierno sanchista reclamando a alguien sentido de Estado! ¿Por qué lo llaman sentido de Estado cuando quieren decir sentido de Gobierno? 

Por otro lado, cuesta mucho creer que toda España conozca de las presiones ejercidas sobre el tribunal de leyes que es el TC por parte de Sánchez y Carmen Calvo como mínimo, y Margarita que es del ramo y sabe que eso existe, haya estado in albis de esto, en la parra. 

Este asunto debiera ser suficiente para quitar la venda de los ojos a los partidarios de buena fe de Robles. Si cada uno será juzgado según la luz que ha recibido, podemos decir que la ministra es mucho más responsable de este ataque a los derechos fundamentales cometido a través del estado de alarma y de la elección consciente por parte del ejecutivo de este instrumento legal -existiendo otro que permitía también el confinamiento-, para beneficiarse de él de manera fraudulenta porque ella es juez. Y no una juez cualquiera, una juez del Tribunal Supremo. 

Existe la corrupción económica que tanto indigna y alarma al ciudadano,  sobre todo si viene de la derecha, y la corrupción ideológica,  mucho más grave y dañina aunque no se sea consciente. El Gobierno de Sánchez,  con todos y cada uno de sus miembros, incluida Margarita Robles, es un gobierno corrupto ideológicamente. Si no somos conscientes de captar la importancia de esto,  no seremos capaces de pararlo ni de defendernos.

CARMEN ÁLVAREZ

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