
Estamos salvados. Ya nada nos debe preocupar. Nuestro horizonte hasta 2050 está planificado y diseñado por nuestro gran Mesías y su extenso grupo de asesores y funcionarios “digitalmente” nombrados.
Mientras España, los españoles y su tejido productivo agoniza y lucha por sobrevivir tras la peor pandemia de los últimos cien años y la peor gestión sanitaria y económica llevada a cabo por nuestro gobierno Frankenstein, nuestro ilustre “César de todos los Césares”, nos entretiene con sus fantásticas ocurrencias a treinta años vista y con sus habituales fuegos artificiales que tan bien le funcionan entre sus ya vendidos ministros y demás acólitos que le aplauden por su gran genialidad y creatividad en desviar la atención de lo realmente importante.
Ante una invasión sin precedentes a nuestra ciudad de Ceuta por parte de Marruecos y mientras el líder del Frente Polisario lo disfruta en la televisión desde su hospital de Logroño con la protección y la permisividad de nuestro gobierno, nos siguen lanzando bombas de humo para que sigamos mirando al dedo y no a la luna, no vaya a ser que nos percatemos de la incapacidad de nuestros gobernantes, ya no sólo en gestionar los temas internos sino también en nuestra política exterior.
En una nueva performance al estilo de su “Sanchidad” y con el boato que le caracteriza, convocó a las fuerzas vivas y relevantes del tejido empresarial y agentes sociales para explicarnos como debe ser España en el año 2050.
Hay que decir que en esta ocasión a diferencia de otras, hubo grandes ausencias en la misma y quitando los sospechosos habituales, muchos de los primeras filas de nuestro IBEX le hicieron la peineta que se merece semejante despropósito y teatrillo de barrio, como no podía ser de otra manera.
No les voy a incomodar con las más de 600 páginas del documento y ni mucho menos con un batiburrillo de propuestas sin sentido, ni con las 50 genialidades que allí se presentan basadas en informes, encuestas y estadísticas de varios organismos (ONU, Eurofund, OCDE, EU-SILC, agencias europeas) que sirven para rellenar un documento cuya utilidad en este momento es la misma que el papel del perrito del anuncio tan demandado en el confinamiento.
Como me imagino que al igual que yo ustedes tendrán su dosis de ciencia-ficción ya cubierta con las lecturas de Ray Bradbury, Isaac Asimov, Italo Calvino o J.R.R. Tolkien o incluso la sección de terror con los relatos de Stephen King y las obras maestras de Chicho Ibáñez Serrador, sólo apuntarles que no pierdan su valioso tiempo en leer panfletos como ese. Les aseguro que hay cosas más importantes y enriquecedoras que leer.
Les debo reconocer que he intentado leerme el documento entero (palabrita del Niño Jesús) y muchas de las secciones me ha sido imposible terminarlas.
Mi capacidad de asimilar el relato impuesto por el Nuevo Orden Mundial y el famoso “Globalismo” tiene un límite.
Y si no teníamos bastante con el España 02050 para despistarnos de la crisis con Marruecos (y medio mundo) y el tema de los indultos de los políticos presos, el ilustre y gran asesor de su “Sanchidad” y mago de la estrategia alias el “implantes turcos Iván Redondo” nos sorprende con el anuncio de la creación de la NASA española. No me digan que no maximizan el dinero que les pagamos en cosas verdaderamente necesarias e imprescindibles en este momento.
¿Por cierto, lo del “0 a la izquierda” delante del 2050 es algún mensaje subliminal? ¿O es la realidad de la importancia del documento y lo que pintamos a nivel internacional? En Bruselas se le acumulan los problemas a este gobierno. Y veremos como acaba las ayudas a la aerolínea Plus Ultra.
Comprenderán mi frustración para escribir nada relativamente serio sobre nuestra economía mientras nuestros gobernantes se dedican al juego de trileros con nuestro dinero (muy escaso últimamente) y nos vacilan día sí, día también en nuestras ya anonadas caras.
Ya hemos puesto negro sobre blanco todas las diferentes magnitudes económicas de nuestro querido país en varios artículos. Y no hay ninguna de la cual este gobierno se pueda sentir orgulloso, a pesar que querer vendernos las bondades de muchas de ellas.
El bombardeo diario de noticias económicas de estos meses es agotador y lo que todavía nos queda. Ya hemos vuelto a superar el máximo de deuda pública sobre PIB (por encima del 120% y si metemos todo superamos el 140%), el paro real supera el 24% (incluidos ERTEs e inactivos), el déficit no bajará este año del 9% del PIB y aunque no hemos entrado en recesión técnica gracias a la ingeniería contable de nuestro gasto público como sí lo han hecho Francia, Alemania y la Eurozona, la realidad es que de alguna manera lo estamos.
Sin embargo nuestro gobierno nos dice que miremos al 2050 y confiemos en que todo está ya superado.
Si revisamos las cifras de las previsiones presupuestarias presentadas por el gobierno en su día encontramos algo que algunos economistas ya han reflejado en algún artículo reciente. El gobierno presentó unas estimaciones de ingresos totales para 2021 de 489.643 millones de euros (un 40,5% del PIB) de los cuales los ingresos tributarios ascendían a 227.456 millones de euros con un crecimiento del 7,6% sobre 2020. Se desglosan en 104.709 millones de euros de IRPF (+5,9%), 76.079 millones de euros de IVA (+7,8%), 25.177 millones de euros de Sociedades (+13,9%) y 21.491 millones de euros en Impuestos Especiales (+4,6%). Si suman la recaudación por impuestos les sale un total de 227.456 millones de euros, es decir una diferencia de 47.787 millones de euros menos con respecto al total de ingresos estimado. Luego el gobierno espera recaudar una serie de ingresos extra por otros tributos, tasas y demás originalidades. Como ya nos vienen anunciando en las últimas apariciones de los diferentes ministros del ramo.
Esta semana hemos conocido que las ayudas en subvenciones y préstamos que recibiremos de la Unión Europea no están exentas de IVA, lo cual quiere decir que de los 70.000 millones que recibiremos de subvenciones habrá que pagar unos 14.700 millones de euros de IVA. Es decir, ya van apareciendo las cantidades que no se detallaban en las estimaciones presupuestarias y las que irán apareciendo. Truquillos que aumentan la recaudación sin que esté vinculada a la propia recuperación (más bien rebote) económica.
En el capítulo de gastos públicos se estimaba un total de 591.789 millones de euros para 2021 (+0,9% sobre 2020) o un 49% del PIB, que incluía el coste de los ERTEs hasta ese momento. Teniendo en cuenta que se han extendido hasta septiembre de 2021 habrá que sumar la cantidad correspondiente mensual del coste no contemplado.
Este año hay que reconocer que se hace muy difícil afinar en las previsiones. El efecto base comparativo con 2020 después del destrozo en nuestra economía, va a dejar cifras comparativas mensuales y trimestrales que llevarán a engaño. Veremos incrementos interanuales históricos en esas comparativas que no tienen por qué reflejar la tendencia real de fondo y a medio plazo de esos indicadores.
Especialmente el segundo trimestre de 2021 que comparará con un trimestre de 2020 donde la economía estuvo cerrada por Real Decreto y donde veremos porcentajes de incremento disparados. Seamos prudentes en las valoraciones.
Ya lo estamos viendo en las cifras de inflación tanto en EEUU como en Europa (algo menos) de los últimos indicadores, donde el incremento de las materias primas (especialmente el petróleo, acero y la electricidad) han generado distorsiones nunca vistas en las últimas dos décadas. Eso no quiere decir, como así avisan los bancos centrales, que sea estructural, sino más bien un efecto coyuntural que tenderá a corregirse en la última parte del año, donde las comparaciones serán más homogéneas.
En cualquier caso, si algo parece meridianamente claro es que la tendencia de nuestro gobierno (y aquí no hay ninguna duda), es que los impuestos seguirán subiendo con la excusa del cierre del diferencial con Europa en presión fiscal. Algo más que demostrado que es una mentira de manual.
Como referencia al famoso relato de ciencia ficción de España 02050 les remito a la página 402 del mismo donde se estima que la recaudación fiscal en porcentaje del PIB subirá del 35% actual (según las estimaciones allí recogidas) hasta el 43% en 2050, mientras que el gasto público en protección social sólo subirá tres puntos del 17% del PIB al 20%, ya que todos tendremos trabajo y no hará falta más gasto en esos epígrafes. Un ejemplo más del cuento de Antoñita la Fantástica.
Sirvan unos ejemplos: el desempleo juvenil bajará del 40% al 14%, la tasa de empleo de las mujeres subirá del 57% al 82%, la brecha salarial se reducirá del 14% al 0% y el porcentaje de personas satisfechas con su vida subirá del 83% al 92%. A que suena bien. Pues así todo el documento. Por no hablar de las estimaciones de productividad, educación, mercado de trabajo, sostenibilidad, nuestro bienestar futuro y la inmigración que necesitamos para que nos paguen nuestras pensiones (250.000 inmigrantes por año).
Si tuviéramos un Draghi al frente, les aseguro que no dudaría en la posible consecución de estos objetivos, pero no es el caso. Mientras Italia se gana la confianza y la aprobación de Bruselas, designa a perfiles técnicos en sus empresas y aprueba paquetes de ayudas directas a sus empresas, aquí se destituye por capricho de su “Sanchidad” a ejecutivos de incuestionable valía y profesionalidad (Indra), se nombran “digitalmente” a consejeros y gestores de dudosa capacidad en muchas de las empresas relevantes y rescatadas, y las ayudas aprobadas siguen sin llegar a las empresas siendo además las más tardías y las de menor relevancia sobre PIB en comparación con nuestros socios europeos. De hecho Italia está atrayendo inversiones y operaciones corporativos desplazándonos cada vez más. No hay nada como en una situación de crisis tener al mando a un buen capitán con un buen equipo. Aquí tenemos a “Los Chiripitifláuticos” con el Capitán Tan a la cabeza y muchos “Hermanos Malasombra de verdad”.
Y mientras tanto, las bolsas aguantan, las primas de riesgo se mantienen estables, los bancos centrales siguen con su política de inyectar liquidez y compra de bonos y los excesos de ahorro acumulados en la pandemia (60.000 millones de euros en España) y los bajos tipos de interés (de momento) empujan el crecimiento económico a medida que el proceso de vacunación avanza y la inmunidad de grupo y la movilidad va aumentando.
La volatilidad en cualquier caso está garantizada a lo largo del verano a medida que vayamos viendo la evolución de la inflación y el temor de los inversores a las subidas de tipos y a la reducción de los programas de compra de los bancos centrales. Que los árboles no les impidan ver el bosque. Analicemos los datos con serenidad y busquemos la tendencia, que de momento sigue siendo muy positiva si nadie lo impide.
No nos dejemos embaucar por falsos “Mesías” y sigamos a lo nuestro. Reconstruir el país aún a pesar de nuestros políticos. Sabemos hacerlo y capacidad nos sobra.
Felices inversiones y mucha salud queridos lectores. Tenemos un verano por delante sin Estado de Alarma y con posibilidades de disfrutarlo. Incluso a lo mejor sin mascarillas.
ÁLVARO SHARES
Puedes seguir a Álvaro Shares en Twitter como @AlvaroJuer

ÁLVARO SHARES es un licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por el CEU y la Universidad Autónoma de Madrid, que ha sobrevivido a 31 años de experiencia en la bolsa española, en firmas de primera fila del sector financiero como JP Morgan o BBVA, entre otras. Desde el año 86 ha visto y seguido la evolución del profundo cambio que han sufrido los mercados hasta la actualidad. Desde el crash del 87 hasta el Brexit del 2016, así como la evolución tecnológica y el desarrollo de nuevas alternativas de inversión, siempre de la mano de los principales inversores nacionales e internacionales. Mucho mundo a sus espaldas y muchos viajes con los principales directivos de las compañías españolas. Y con ganas de seguir aprendiendo.

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