Terremoto en el equidistante paradigma peperista

La Historia dolorosamente nos devolverá a la cruda realidad, porque nos advierte que la misma es un cúmulo de circunstancias resultante de un “todo” al que más adelante volveré a referirme. Hay que ver qué bien sienta de vez en cuando disfrutar de una victoria puntual. “El gran escarceo” de las elecciones en Madrid forma parte de la gran guerra que estamos viviendo y padeciendo en la actualidad en España, y me refiero a la dichosa batalla cultural.

Básicamente lo que ha sucedido responde a dos cuestiones: la primera es la aparición, de diez años a esta parte, de una serie de líderes políticos nacionales y autonómicos muy patéticos, que medran de continuo indiferentemente del partido al que pertenezcan, aprovechando un momento histórico en el que España está atravesando de forma muy sentida una nueva revolución tecnológica que está dejando abandonados por el camino a cientos de miles de personas que sin que nadie sepa por qué, ahora resulta que no sirven para nada. Ni los padres, ni los hijos, a tenor de las cifras de paro. Y ellos, los representantes políticos, no parece que tengan muy claro lo que hacer con nuestro destino, pero eso sí: el suyo lo tienen clarísimo. 

Aunque por otro lado, increíblemente, resulta que se salva una entre todos estos. “La nueva Mesías de Chamberí”, ella, más chula que un ocho, y sin ser necesariamente la mejor, ha puesto patas arriba el llamado  “paradigma” por los pijoprogres de la izquierda. Así que, “a falta de pan”… —como dijo hace poco la Presidenta de las NNGG de su partido, pero con otras palabras, una vez que terminó de soltar la gran sandez— me presento como fiel devoto y le deseo lo mejor, poniendo mi cargo y mi inteligencia a su disposición hasta que sus actos demuestren que no son merecedores de tal gentil gesto por mí parte. 

Se la intuye mujer supuestamente frágil y seguramente “algo” humilde, a tenor de los comportamientos gestuales hacia a aquellos que le han permitido estar ahí. Y a la par, dura, decidida, y de momento idealista defensora de muchos principios abandonados hace bastante por el partido al que pertenece. Muchos defendemos la teoría de que el partido, en Madrid, es otra cosa, y hasta el mismo Ábalos, días antes, en una de sus desafortunadas intervenciones, así lo comentó. Él hacía hincapié, como de costumbre, en aquello que más le interesaba en ese momento, como fiel defensor del sectarismo sanchista del que bebe y vive. Y se quedaba, como de costumbre, en lo superfluo, en lo anecdótico, pues la actual izquierda que representa el PSOE de Sánchez y Redondo solo sabe rascar emociones de los errores propios de los adversarios, conocedor de sus puntos débiles fruto de su equidistancia profesional. Errores resultantes por estar en las administraciones donde gobiernan, y que en su día degeneraron en la aparición de las llamadas nuevas políticas de los nuevos partidos, son utilizados, en estos tiempos, como armas arrojadizas para romper el ritmo desacompasado de aquellos que como el PP actualmente a nivel nacional, tienen tristemente todavía los pies de barro. 

Las debilidades de los grandes necesariamente generan oportunidades, y en política eso supone que si quienes encabezan esos proyectos son especialmente hábiles, y están convenientemente bien arropados por equipos eficientes, tendrán muchas probabilidades de éxito; siempre, eso sí, con el permiso del gran partido del que es escisión, y siempre con el del opuesto en la oposición. Solo si se da la segunda posibilidad, la oportunidad de llegar a algo se convierte en una realidad como hemos constatado. Pero sin embargo cuando esas nuevas marcas consideran que son mejores, y por lo tanto deben sobrepasar a la matriz, generalmente fracasan, sencillamente porque el electorado no se siente representado por el odio, sino por la defensa de sus propios intereses, ante una amenaza más importante que el simple hecho de consolidar la emancipación.

Sin lugar a duda, Isabel Ayuso, la Presidenta de la CAM, ha demostrado que representar al pueblo de Madrid, y defenderlo a veces contra viento y marea, dentro y fuera de su propia organización, ha generado tal grado de afección y simpatía que si ahora mismo decidiera plantar batalla a la «cabeza» de su propia empresa, generaría un cisma histórico de tal calado, que probablemente se haría con el poder, o al menos conseguiría crear una «especie de PSC», con cuotas de poder inimaginables. El líder de la formación es un problema en sí mismo, y ella, aunque agradecida, seguramente lo sabe, y estoy convencido que de momento, seguramente muy bien aconsejada, le recordarán casi diariamente —como hacía Maquiavelo a su príncipe— que es demasiado pronto para dar señales de ello. Incidirán en que no escuche los “cibelinos” —de Cibeles, permítanme la expresión— cantos de sirena, más interesados en perpetuar el desastre, estando cómodos como portavoces en la oposición.  Seguramente no sientan demasiado afecto por ella, y sí una insana envidia, pues otros iban primero como candidatos del aparato y se creen más listos por su condición profesional, su formación académica, y por llevar más tiempo chupando rueda, pues la Presidenta no dejaba de ser una simple periodista; la chica de los recados hasta hace dos años. Y por eso precisamente su amigo, el líder, la eligió; para que perdiera estrepitosamente y así poder colgarle el fracaso por inexperta, y salvar los muebles en su recién inaugurado puestazo de Presidente del “todo”.  

El problema, es decir, el líder actual, ya se le arrimaba en los peores momentos de la pandemia con la excusa de que no se debía salir de la ciudad chupando cámara, y lo sabe, y por eso le resta protagonismo y se atribuye el éxito de forma ridícula, anteponiendo su discurso al de la gran vencedora. El líder, y problema, hace suyos los conceptos liberales  que expuso en su primer y único discurso ilusionante, imitando a alguien que soportando el peso del poder que le da el Gobierno de Madrid, los ha defendido hasta el extremo de dejar su carrera política en manos del pueblo, tratándolo como a un adulto, y exigiéndole educadamente que tome decisiones.

¿Se puede ser mayor defensora de la DEMOCRACIA? Recordemos que no hace mucho, el problema, es decir, el líder, se deshacía en halagos hacia Pedro Sánchez en una radio catalana hundiendo literalmente a Alejandro Fernández, su candidato en Cataluña. Acordémonos que el problema, es decir, el líder, tiene en venta la sede del partido. Ejercitemos la memoria y volvamos a esos momentos en los que conduce dando bandazos, sin ir más lejos en el mismo discurso de final de campaña, cuando pedía el voto socialista de aquellos que siguieron nada más y nada menos que a Felipe González (el mismo de los GAL), o a Alfredo Pérez Rubalcaba (el mismo del caso Faisán o el encubridor del asentamiento del 15M en la Puerta del Sol mientras germinaba en Podemos).    

No se trata, por lo tanto, de defender que ha ganado porque se ha aproximado a los principios que defiende VOX, como dice, echando espumarajos por la boca Carmen Calvo, porque no es así. VOX defiende temas que nada o poco importan a la mayoría de los madrileños, más preocupados de que el Gobierno Central sea responsable en el reparto de las vacunas y en los recursos que vendrán de la UE en forma de rescate. Tampoco los madrileños votan a unos o a otros porque Madrid sea la Comunidad Autónoma que más aporta a la caja común del Estado, y que menos recibe a cambio, pues ya sabemos lo que somos y lo que representamos en el cómputo general del país, sin que nadie nos pida el voto por reclamarlo. Se trata sencillamente de respaldar a alguien que ha demostrado estar al pie del cañón con un equipo multidisciplinar de expertos de verdad, con nombres y con apellidos; expertos que en su mayoría le pueden dar sopas con honda al Gobierno de la nación.

La mujer que ha barrido y pulverizado récords en estos comicios es una mujer que va a los hospitales, a las residencias de ancianos, a los colegios públicos, concertados, privados y especiales. Que sabe escuchar, respetar y sufrir —y así la hemos visto obrar en público muchas veces— ante la tremenda situación que vivimos. Verla llorar por el prójimo fue el verdadero homenaje a las víctimas del Covid, cuando ya sumaban setenta y cinco mil fallecidos, y se ha convertido, además, hasta en símbolo de la ciudad por lo goyesco de la situación. Es un ejemplo de responsabilidad política ante la realidad imperante desde el comienzo de la pandemia. No se trata de defenderla por haber sido atacada por la izquierda y por la derecha indiscriminadamente.  Ni por invertir cien millones de euros para construir un nuevo hospital especializado en pandemias mientras padecemos y sufrimos una; se trata de defender a alguien que nos representa cuando denunciaba que liberados sindicales o trabajadores del propio hospital lo boicoteaban tanto desde dentro como desde fuera, poniendo en grave riesgo la vida de los pacientes, mientras sus compañeros en la lucha por el proletariado se manifestaban molestando la merecida tranquilidad de los hospitalizados e interrumpiendo y condicionando el trabajo de los profesionales.

No se trata de defenderla, se trata de respaldarla, ayudarla y auparla hasta donde sea capaz de llegar, porque ha procurado habilitar macrocentros para vacunar a nuestros mayores, aunque haya que desplazarse. Sepan ustedes que aquí cualquier día de lluvia ya tardamos dos horas en llegar al trabajo. Sencillamente, como dice ella, se trata de vivir a la madrileña, con absoluta libertad para que en la medida de lo posible cada uno pueda ganarse la vida y el pan de su familia, porque que nadie se engañe: vivir en Madrid es muy complicado, y triunfar profesionalmente aún más. Eso sí, considerar que un pueblo plural y diverso como el madrileño no se iba a unir ante la amenaza común del sectarismo de la izquierda, es una quimera.  Por eso, primero nos hemos llevado por delante a una de las escisiones del partido, como ya hicieron los catalanes; y en segundo lugar, nos hemos llevado también por delante al líder de la izquierda abyecta de Podemos (seguramente ayudados un poco por el mismo CNI) precisamente donde se fundó, al calor (como cité antes) del fallecido Rubalcaba, y en las narices de una Esperanza Aguirre a la que una vez más, «su problema» —es decir, el líder que tenía por entonces—, le cortó las alas dejándola como se suele decir “sola y a los pies de los caballos”. Y por supuesto, y por último, la unión de la mayoría se debe al hecho de plantar cara al todo poderoso Pedro Sánchez.  Nos llevaremos por delante sin ninguna duda al «problema y líder del proyecto Frankenstein», tal y como lo bautizó el mismo Rubalcaba, presente otra vez… ¿por qué será? Y va el otro y pide al final de la campaña el voto de sus seguidores… 

En fin, una vez constatado que Podemos y el PSOE se abren en canal, «unas» peleando por la herencia y el legado heteropatriarcal de Pablo Iglesias, y los otros buscando a quien cargar el mochuelo de la derrota —partiendo de la base del gran análisis de Carmen Calvo (“los votantes madrileños son fascistas y tabernarios”), y una vez conocidos los resultados (“además son nazis”) y también (“los obreros madrileños generalmente por su condición de analfabetos, no saben votar”)— solo nos queda echar el anzuelo y esperar a ver qué pescamos en la turbia actualidad progresista, a la par que habrá que esperar el típico accidente peperista provocado por algún tipo de autolesión a la que ya nos tienen acostumbrados , ante la dificultad de rematar (políticamente hablando) al PSOE, cuando peor está. 

Se abre de nuevo la espita para los nostálgicos de la corriente ideológica de la gran Esperanza Aguirre o de la magnífica Cayetana Álvarez de Toledo, última gran lideresa silenciada para dar la batalla cultural a la izquierda radical. Agárrate los machos Pablo Casado que vienen curvas, un nuevo terremoto provoca que una vez más tiemblen los cimientos del paradigma equidistante. Isabel Ayuso lleva la mochila llena del respaldo capitalino crucial para la supervivencia del buenismo socialdemócrata instaurado en la séptima planta.

FRANCISCO GÓMEZ VALENCIA

Puedes seguirle en Twitter en la cuenta @Sr_Gómez_

Francisco Gómez Valencia. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid en 1994; por lo tanto, politólogo de profesión. Colaboro como Analista Político en medios radiofónicos y como Articulista de Opinión Política en diversos medios de prensa digital. De ideología caótica aunque siempre inclinado a la diestra con tintes de católico cultural poco comprometido, siento especialmente como España se descompone ante mis ojos sin poder hacer nada y me rebelo y me arranco a escribir y a hablar donde puedo y me dejan.

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