
Si hay algo que caracteriza al gobierno actual es su capacidad de vender humo haciendo promesas con las que se les llena la boca, cautiva a su bancada que siempre acaba rompiendo en aplausos y engaña a todos sus votantes como lleva haciendo desde el primer minuto que ganaron las elecciones.
Humo. Eso es lo que recibimos desde que el PSOE en coalición con Unidas Podemos, llegaron al poder. ERTEs mal gestionados y retrasos en pagos, “Rentas Vitales Mínimas” que no llegaron ni al 20% de los supuestos beneficiarios, ayudas a autónomos escasas y tardías en llegar, colapso en el SEPE…etcétera. Y ahora llega la gran improvisación. Con un año de retraso nos anuncia nuestro ya cansino “Aló Presidente” un paquete de ayudas de 11.000 millones de euros para Pymes y autónomos cuya implementación y financiación es desconocida y que nace además con la cara de perplejidad de la propia Ministra de Economía, la “super valorada” Nadia Calviño. Me temo que le han pillado en fuera de juego y le toca lidiar un toro que no se esperaba y sin grandes recursos taurinos para poder ponerlo en suerte. De hecho sólo 10.000 millones pueden justificarse a través de los fondos europeos, así que ya tenemos 1.000 millones (eso no es “ná” que diría la Chiqui) que veremos de donde los sacamos.
Humo, humo y mucho más humo. Hay que reconocerles que en materia de anuncios y propaganda son magníficos, pero en concreción y eficacia absolutamente nulos. No hay más que ver cómo está la economía española qué se sitúa a la cola del resto de mundo, mientras ellos se siguen subiendo los sueldos, aumentando contrataciones a dedo, dando subvenciones a sus medios afines y sindicatos y aumentando la red clientelar con el dinero de todos los españoles que cada día ven más mermadas sus finanzas o están en el paro, o lo estarán en muchos casos, en breve espacio de tiempo cuando venzan los ERTEs.
Sirva como ejemplo el aumento del 56% de las subvenciones que se han aprobado por el gobierno social comunista a las organizaciones sindicales por importe de 13.883.890 euros siendo CCOO y UGT las grandes ganadoras en su reparto. No es de extrañar que los sindicatos estén tan callados durante la peor crisis desde hace 100 años en España y con una tasa de paro real que roza el 28% y que en paro juvenil supera el 43%, una vez más en el furgón de cola de toda la Unión Europea, además de casi 100.000 empresas destruidas en 2020. Y los sindicatos callados como puertas.
Lo mismo cabe decir de las subvenciones otorgadas a los principales medios de comunicación para publicidad y que han conseguido el mismo efecto que con los sindicatos. Cero críticas a la gestión del gobierno en los dos principales grupos de este país y mucha y exhaustiva propaganda negativa en cualquier noticia que afecte a cualquier partido de corte conservador o de derechas.
Sí que hay dinero hay para seguir comprando redes clientelares y opinión en los medios, pero no para nuestras empresas, pymes, autónomos y familias en cada día mayor estado de necesidad. Recordar que al cierre del 2020 la EPA publicaba que 1.197.000 hogares tenían a todos sus miembros en paro(es decir un incremento de 183.900 hogares en un año) y que 10.401.300 hogares tenían a todos sus miembros ocupados (es decir 397.300 hogares menos en un año). Un drama. Y eso que no iban a dejar a nadie atrás.
Otro ejemplo del silencio de los medios fue la publicación de la Balanza por Cuenta Corriente en España de 2020 que mostraba una caída del superávit del 70% hasta los 8.000 millones de euros respecto a los 26.600 millones generados en 2019. El mayor responsable de la caída fue el desplome de la balanza de bienes y servicios, liderado por el turismo cuyo superávit pasó de 46.300 millones de euros en 2019 a los 9.000 millones de euros a cierre de 2020, es decir una caída del 80.6%. Y como colofón al desastre y que ha sido absolutamente silenciado en los principales medios, resaltar que en 2020 la salida de capitales de España ascendió a 96.100 millones de euros frente a las salidas de 10.000 millones de euros de 2019. Sólo en diciembre salieron de España un total de 20.700 millones de euros comparados con 9.200 millones de euros de diciembre de 2019. Y les puedo asegurar que de esto “El Rubius” y demás “youtubers” no son los principales responsables. Eso sí, hacen más ruido ellos en los medios que esta noticia que supone un auténtico desastre para España y que refuerza la ya constatada realidad de la pérdida de confianza de los inversores en nuestro país.
Y por si fuera poco los mercados empiezan a ponerse nerviosos con el repunte de la inflación a nivel mundial y el movimiento que ello ha provocado en los mercados de bonos tanto en Estados Unidos y resto del mundo. Algunos llevamos bastantes meses avisando de la posibilidad de ese repunte y sus posibles consecuencias. Mencionábamos la palabra estanflación en los diferentes foros donde hemos intervenido y nos tildaban de locos y agoreros.
Sólo había que vigilar los diferentes componentes de la cesta del IPC (Índice de precios al consumo) y observar que determinados productos de la cesta básica de la compra se estaban encareciendo. La ruptura de las cadenas de distribución y de oferta, estaban provocando un repunte de precios de productos frescos y no elaborados, que quedaban opacados por la caída de los precios de la energía (electricidad, gas, carburantes) debido al parón de la actividad, la movilidad y el consumo. Pero ahí estaba ese repunte que poco a poco se iba afianzando. El consumidor lo iba percibiendo en su factura semanal en la bolsa de la compra.
Sin embargo, el escándalo llegó con el repunte de la factura de la electricidad y gas que se produjo en Enero hasta cotas nunca vistas, provocadas por la tormenta Filomena y los problemas de abastecimiento de ciertas energías renovables y de gas que provocaron un repunte del precio al tener que usar energías más caras y elevaron el recibo apagar por el consumidor final. Hasta ese momento nadie se había quejado de la subida sumergida de los productos básicos de su compra, que probablemente superaban con creces el importe que pagaron de más en su factura energética en ese mes. Una vez más el español de a pie, y gracias a un problema puntual en el suministro, pudo ver la carga impositiva y fiscal que se incorpora cada vez en nuestros recibos y así se explicó hasta la saciedad en los diferentes programas de televisión por tertulianos y especialistas en la materia. Esa fiscalidad confiscatoria que tanto practican nuestros diferentes gobiernos en España y que el actual la está elevando a cotas inaceptables con la excusa de la crisis. Cuando la realidad, es la nefasta gestión de los recursos que están haciendo desde la llegada de la pandemia y el despilfarro de los mismos en gastos corrientes e improductivos más enfocados a la compra de votos y afinidades que a proteger a nuestros trabajadores y empresas que son los que al final crean el empleo que tanto necesitamos.
Volviendo a la situación actual y analizando el repunte generalizado de la inflación y la caída de los mercados de bonos, existe una evidente preocupación sobre si esa subida es coyuntural o por el contrario ha venido para quedarse y seguir aumentando. Hay opiniones para todos los gustos pero siempre debemos pensar que los mercados son soberanos y descuentan los efectos que se pueden producir a futuro en función de la coyuntura con la que tienen que lidiar.
No quiero ser exhaustivo en temas técnicos aunque la situación daría para una larga discusión sobre implicaciones y consecuencias a futuro. Comentar a modo de ejemplo que la rentabilidad del bono americano a 10 años subió a niveles por encima del 1.5% la semana pasada, es decir más del doble que la rentabilidad que ofrecía hace un año. Como ya es sabido el precio de un bono y su rentabilidad se mueven en sentido contrario, lo que quiere decir que el precio de los bonos cayó por presión de la oferta de los clientes institucionales que decidieron vender por temor precisamente a ese repunte de la inflación que las curvas a plazo venían pronosticando. Es decir la rentabilidad del bono americano ha vuelto a los niveles de febrero de 2020 antes del impacto del Covid-19 o lo que es lo mismo, su precio ha caído a los niveles de entonces.
¿Se imaginan ustedes que mañana les doblasen el importe mensual que pagan a su banco por el tipo de interés fijado en su hipoteca? Pues esto, en una comparación algo grosera, viene a ser lo mismo.
Estados Unidos ahora tiene que pagar el doble para financiarse en las futuras emisiones de bonos que lo que pagaba hace un año. Y por el contrario, los inversores que compran a estos niveles reciben el doble de rentabilidad que hace un año. Dicho repunte también se ha producido en el mercado europeo ya que las tensiones inflacionistas empiezan a aparecer y sus mercados de bonos así lo han recogido también.
Hemos visto muchas declaraciones de los diferentes gobernadores de los bancos centrales tanto de la FED de EEUU como del BCE en la UE, en el sentido de calmar los mercados y remarcar que de momento esas tensiones son puntuales y no van a generar ningún cambio en las políticas monetarias de dichos bancos ni una subida de tipos de interés en el corto plazo.
De hecho las manifestaciones han ido en el sentido de seguir apoyando a los mercados vía inyecciones de liquidez en la medida que se necesiten e incluso se ha llegado a sugerir la posibilidad de bajar algo más los tipos de interés de intervención si fuese necesario, cosa que no creo que llegue a ocurrir.
Como consecuencia hemos visto el impacto de todo este movimiento en las principales bolsas. Un repunte de tipos de los bonos siempre perjudica a la renta variable por definición, al ser un activo de mayor riesgo y con una rentabilidad no asegurada. Ante una inversión alternativa con un tipo de interés similar, el inversor siempre debería elegir aquella de menor riesgo subyacente.
Pero todavía no hemos llegado a esa tesitura. Tendremos varios meses de volatilidad e incertidumbre pero quiero pensar que los bancos centrales tienen razón y que de momento los niveles de tipos de los bonos no son una amenaza para los mercados de renta variable. Al menos en los niveles alcanzados actualmente.
En cualquier caso el debate ya está encima de la mesa y ello nos hace volver a fijarnos en los diferentes desequilibrios actuales de las economías mundiales.
La crisis del Covid-19 ha elevado los niveles de deuda en los diferentes países a niveles en muchos casos ya preocupantes. La OCDE publicaba el otro día que las necesidades de financiación por la crisis aumentaron la deuda de los países integrantes en una cifra record de 18 billones de dólares en 2020 (el 29% del total del PIB de los países que la componen) y que se incrementaría un 6.1% adicional en 2021 hasta los 19 billones de dólares (33% del PIB). Es decir el doble que las necesidades que hubo en la crisis del 2008 y 6 millones de dólares más de los que se estimaban en 2020 antes de que llegase la crisis.
Para marearnos un poquito más si cabe, en términos brutos la cifra de deuda total de los países de la OCDE asciende a 56 billones de dólares en 2020 y subirá a 61 billones en 2021 o lo que es lo mismo el 90% del PIB total. Imagínense una subida del coste de dicha deuda de manera estructural vía subida de tipos de interés, las consecuencias que tendría para muchos países.
A modo de recordatorio simplemente señalar que la crisis ha provocado un incremento significativo de la deuda de los bancos centrales que en el caso del BCE (Banco Central Europeo) llega al 71,2% de su PIB total, en el de la FED americana del 35,2%, en el Banco de Inglaterra del 37% y en el Banco de Japón del 129% de su PIB.
De ahí que se hable de una recuperación en forma de “K”, es decir, que habrá países que saldrán mejor y más rápido de esta crisis en función del tamaño de sus desequilibrios y de las reformas y ayudas que hayan implementado para proteger sus economías y habrá otros que tardarán más en salir y les costará muchos más años en recuperar una posición de equilibrio de sus economías dado el tamaño de sus déficits y niveles de deuda y de las malas o escasas reformas llevadas a cabo para proteger su tejido productivo.
En el caso español es evidente que estaremos en el segundo grupo y que estaremos en la pata descendente de la “k”. Con una deuda pública que aumentó en 122.439 millones de euros en 2020 y que ya supone el 117% de nuestro PIB y que muchos informes apuntan a que superará el 140% del PIB en pocos años, un déficit público en el 11,3% en 2020 y en torno al 8-10% en 2021 (el estructural en torno al 4%), una tasa de paro “real” del 25% en 2020 (casi 6 millones de personas) y que será superior en 2021 y unas previsiones de crecimiento de media del PIB en 2021 en el rango del 4,5-5,7%, un sistema de pensiones insostenible que aumenta cada mes, un mercado laboral poco flexible, nuestra posición es claramente de debilidad ante esa potencial recuperación y no transmite ninguna confianza ni certidumbre cara al exterior como ya hemos comentado sobre la ingente salida de capitales que se produjo en 2020.
Por eso ante la situación de preocupación en los mercados sobre la inflación y los tipos de interés a futuro, decisiones como el nombramiento de Draghi en Italia comparan por desgracia muy negativamente con la política social y económica que el gobierno español está aplicando y que está presentando en Bruselas y en el resto de los mercados internacionales. De hecho la prima de riesgo italiana se ha estrechado con más agresividad desde el nombramiento de Draghi con la alemana, que la prima de riesgo española, ya que el mercado descuenta unas mejores perspectivas a futuro en las decisiones y reformas a tomar por Italia y que no se esperan en España, sino más bien todo lo contrario.
Nuestro panorama actual y futuro ante la deriva de los acontecimientos y los movimientos del mercado no es muy alentador.
Mientras tanto en las bolsas siguen los movimientos de los inversores hacia los valores cíclicos, “value” y financieros en detrimento de los valores defensivos, sensibles a tipos (utilities y telecos) y salud, que han sido los grandes ganadores durante la crisis. Ahora toca el turno a aquellos sectores que más varapalo han sufrido el año pasado y que mayor potencial de revalorización presentan ante el avance del proceso de vacunación, la esperada inmunidad de rebaño y la deseada recuperación de las economías. En el caso español iremos a rebufo del resto y tardaremos algo más en cerrar el gap bursátil con el resto de los mercados. También hemos asistido a un repunte significativo del precio del petróleo del 18% en 2021 (ya está a niveles de 2019) y de los metales del 1,2% de media en lo que va de año, mientras el oro y la plata siguen perdiendo posiciones. Y el bitcoin a su bola siguiendo los tweets de Elon Musk y las compras de algunos institucionales.
Hay que seguir muy vigilantes ya que el corto plazo impera y los mercados se mueven a golpe de factores exógenos difíciles de estimar como las nuevas cepas y sus consecuencias, así como la diferente evolución del proceso de vacunación y su nivel de efectividad.
Les deseo mucha suerte, mucha salud y mucho ánimo. Piensen que cada vez queda menos para que veamos el fin de esta horrible pesadilla que nos ha tocado vivir y podamos volver a tener una vida normal. Cuídense y cuiden mucho a los suyos, especialmente a sus mayores.
ÁLVARO SHARES
Puedes seguir a Álvaro Shares en Twitter como @AlvaroJuer

ÁLVARO SHARES es un licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por el CEU y la Universidad Autónoma de Madrid, que ha sobrevivido a 31 años de experiencia en la bolsa española, en firmas de primera fila del sector financiero como JP Morgan o BBVA, entre otras. Desde el año 86 ha visto y seguido la evolución del profundo cambio que han sufrido los mercados hasta la actualidad. Desde el crash del 87 hasta el Brexit del 2016, así como la evolución tecnológica y el desarrollo de nuevas alternativas de inversión, siempre de la mano de los principales inversores nacionales e internacionales. Mucho mundo a sus espaldas y muchos viajes con los principales directivos de las compañías españolas. Y con ganas de seguir aprendiendo.

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