Carta a Pablo Iglesias

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Carta a Iglesias
Joan Puig

Hola Pablo,

Me gustaría escribirte sobre muchos temas, algunos especialmente escabrosos, pero hoy me centraré en tu posicionamiento en defensa de los políticos presos independentistas y de su causa en general. Empezaré respondiendo una cadena de tweets en los que lo dejas bien claro.

«He visitado a los 5 en prisión y no albergo ninguna duda sobre su compromiso con la democracia y el diálogo aunque no comparta en absoluto su proyecto». No sé si reír o llorar. ¿Sabes que el independentismo jamás ha superado el 50% de los votos en unas elecciones? No sé lo que entenderás tú por democracia, pero no soy capaz de entender por qué alabas y das por hecho su compromiso democrático.

«No me corresponde valorar la calidad jurídica de una decisión judicial pero, políticamente… Etcétera». Empiezas mal, haces exactamente lo contrario de lo que anuncias: estás haciendo una valoración. Sigamos: «Sospecho que muchos ciudadanos en Catalunya y en el conjunto de España volverán a tener la sensación de que la justicia no siempre es igual para todos. Etcétera». ¿Cómo? Negar el tercer grado a unos condenados que se jactan de que volverán a delinquir cometiendo el mismo delito… ¿es injusticia? ¿Nos hemos vuelto locos? La injusticia, en todo caso, sería para los ciudadanos que sufrimos el delito. Pero sospecho que tu empatía es nula. Más: «La mayoría social tiene claro que España avanza cuando se defiende lo que es de todos. Etcétera». Quiero pensar que escribiste este tweet algo perjudicado por una sobremesa abundante en vino: ¡la mayoría social en Cataluña se la cargaron los presos; nos patearon a base de bien!

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Te contaré más cosas… ¿Sabes que el perfil socioeconómico del votante independentista es de las clases más pudientes? ¿Tú eres de izquierdas? ¿Te has preguntado por qué en una de las comunidades más ricas florece el nacionalismo?

Imagino que, desde la distancia, ves las performances independentistas y te saltan las lágrimas de emoción democrática. Esos cánticos, gente mayor bailando sardanas y buen rollito estelado. Te contaré lo que no ves o no quieres ver. Comercios y domicilios particulares señalados como traidores porque no comulgan con la causa. Alto, no cadenas de negocios capitalistas y blablablá… te hablo de la señora Pepita o del señor Antonio, currantes de toda la vida, que comprueban cómo se derrumba su enorme esfuerzo, ese que supone levantarse a las 5 de la madrugada para subir la persiana de su modesto comercio. Por no hablar de las crueles campañas en redes sociales, cuando detectan un camarero que no habla catalán, para boicotear a ese bar. Da igual si el camarero es un boliviano que lleva un mes en Cataluña. Yo creía que la izquierda apoyaría al inmigrante boliviano, pero tú defiendes el talante democrático de los líderes independentistas y del movimiento en general.

¿Te has preguntado por qué Ciudadanos arrasó en los feudos tradicionalmente de izquierdas? ¡Porque les abandonasteis y se refugiaron en quien les defendía de los atropellos! Recuerdo un mitin que diste en Barcelona —por cierto, ahí estuviste bien— en el que dijiste: “A mí no me veréis abrazarme con la derecha nacionalista” (en referencia al abrazo de David Fernández, líder de la CUP, con Artur Mas). Bien, pues en ese mitin con gran éxito de asistencia… ¡en el público no había banderas! Exactamente lo contrario de lo que hacen los líderes que tú defiendes arrobado de emoción, que se envuelven en ellas para tapar su nula capacidad de gestión y todas su vergüenzas y corrupciones. Pablo, de verdad, no te entiendo.

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Eres vicepresidente del Gobierno de España y no te he oído ni una sola vez exigir a la Generalitat que haga su trabajo en la gestión del COVID. Tú sabrás el porqué. Yo, lo sospecho: porque cualquiera que diga la palabra “República” te ciega de pasión. Ay, si supieras qué esa hipotética República catalana sería un nido de corrupción y un enorme Gulag para millones de catalanes no independentistas. Pablo, me gustaría contarte tantas cosas del mundo real. Hace poco te entristecías por la marcha de Mónica Terribas, la millonaria periodista más sectaria de Cataluña. Hablarte de la manipulación de los medios de comunicación controlados por el nacionalismo requeriría más que una carta, un libro. ¿Te has preguntado por qué la organización criminal del clan Pujol robó impunemente tantos años? Porque los medios callaban (ojo, también los distintos gobiernos del Estado… pero yo creía que estabas orgulloso de la “nueva política que alumbró el 15 M»).

Pablo, voy acabando. La Izquierda siempre se ha vendido como una ideología que defiende a las clases populares, la fraternidad, la eliminación de fronteras, la unidad. Si eso es cierto, te invito a que vengas a Cataluña de incógnito y pasees por los barrios populares y hables con la gente. Ya que no tienes empatía, quizá un paseo te ayude un poco. Entre otras cosas, descubrirás que en barrios como Santa Coloma o La Mina no hay banderas independentistas, aunque las encontrarás en abundancia en los barrios pudientes.

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No tienes ni idea del conflicto civil que estuvieron a punto de provocar los dirigentes independentistas que tú adoras. No tienes ni idea de cuánta gente lloraba cuando sonaban las caceroladas, lágrimas de miedo, de soledad. ¿Cómo puedes apoyar a estos presos que se jactan exclamando “lo volveremos a hacer”? ¿Volver a provocar división, sufrimiento, insolidaridad y quizá sangre? ¿Qué valores democráticos dices defender cuando te abrazas a unos personajes que sabían y saben perfectamente que no tienen mayoría y querían imponer su voluntad por las bravas?

¡Ay, ay… si esa izquierda auténtica, esa que defendía el recientemente fallecido Paco Frutos, no hubiese sido el tonto útil del soberanismo, ahora este independentismo sectario, excluyente, agresivo, se estarían ahogando en su salsa y, probablemente, la Izquierda estaría gobernando en Cataluña!

Pablo, estás ciego, o lo que es peor, no quieres ver. O lo que todavía sería muchísimo peor: quieres un conflicto civil, porque es en ese entorno en el que las izquierdas radicales se mueven a placer.

Atentamente,

Un catalán.

Joan Puig-FirmaPuedes seguir a Joan Puig en twitter como @avecesensayo

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