Las cinco etapas antes de la muerte
Viendo las reacciones del PSOE, UP (Unidas Podemos) y el «Gobierno de Progreso» a la crisis del Covid 19 y a las críticas a su gestión, mi memoria me lleva al verano en el que el gurú Curro me presentó al genial músico George Benson en un recoleto restaurante.
El guitarrista y cantante norteamericano está vinculado para siempre con la secuencia inicial de la película «All That Jazz», donde un conjunto de bailarines hacen una prueba para una obra de teatro al ritmo de «On Broadway», la maravillosa canción interpretada por Benson.
Recuerdo que después de conocer al artista busqué la película y la volví a ver.
En ella interviene un monologuista que va desgranando con humor negrísimo las cinco etapas por las que pasa cualquier persona cuando una terrible enfermedad le anuncia que va a morir.
Cólera, negación, pacto, depresión y aceptación.
Cólera, negación, pacto, Gran Depresión y aceptación, son las mismas cinco fases políticas por las que ya ha pasado y seguirá pasando el Gobierno de Pedro Sánchez, el PSOE y UP a cuenta del devastador Covid 19, Operación Acordeón.
Así, cuando tuvieron certeza del peligro del mortal virus, supongo que la rabia y la furia en Moncloa sonaría a algo parecido a esto: «¡maldito sea, Iván! ¡no voy a tener tiempo de arreglar el conflicto político en Cataluña! ¡esto es obra del bastardo Trump y de los propagadores de bulos!»
El alopécico Redondo quizá se atrevió a recordarle que no era verosímil la autoría de Trump dado que el virus tenía su origen en China.
De la ira pasaron, sin solución de continuidad, al periodo de negación.
—¡No, Iván, no! A nosotros no. A España no llega. Eso es cosa de los chinos que comen murciélagos y pangolines.
—Presidente, es que ya está en Italia, y hoy, 7 de marzo, contabilizan más de doscientos muertos por coronavirus.
—Ya, Italia sí, pero aquí no. Además, los niños españoles se lavan muchas veces las manos y nuestro sistema público de salud es un escudo impenetrable.
—Quizá tenga razón, señor. Es lo mismo que me dice el Dr Simón, pues insiste que en España no pasará de ser una gripe. Eso si llega.
—Sí, una gripe. Nada, nada. No hay que dar pábulo a agitadores y alarmistas. ¡Niégalo todo!
¡Adelante con la manifestación socialista-feminista de mañana! que mi mujer, Calvo y la Marquesa lo van a dar todo. ¿Hay suficientes lazos morados? ¿Te has asegurado que aparecen en las pantallas de los televisores?
—Lazos no faltan. Lo que no tenemos son mascarillas ni guantes –musitó el tal Iván–.
No obstante, luego de más de 15.000 muertos oficiales (¡quién sabe los reales!) y un manifiesto desastre de gestión (la peor de los países de nuestro entorno), quedó atrás la fase de negación y ya están inmersos en la siguiente, la del pacto.
El «momento negociación» en el que nos encontramos consiste en proclamar «urbi et orbi» que lo correcto es sentarse en torno a una mesa y llegar a un acuerdo sobre la crisis sanitaria, social y económica «como hombres de Estado».
Por eso Sánchez ofrece concertar a los socios europeos y al «trifachito» (PP, Cs y VOX) para reconstruir el país y pelillos a la mar, aquí no ha pasado nada; aunque bajo el mandato del anticatólico «Gobierno de Progreso» el Altísimo ha tenido que recibir deprisa y corriendo, y de manera anticipada, en sus dominios celestes a decenas de miles de compatriotas, mientras los ultra católicos de Polonia se muestren avaros con el Todopoderoso y a día de hoy se resisten a entregarle ni doscientos féretros más de los habituales.
El primer frente negociador pasa por pedir dinero a Bruselas, pues esto, según Sánchez, no se podía prever, nadie lo podía saber (¿?) y él no quiere que la Unión Europea se vaya al traste dejando desamparados a los países pobres del Sur.
En realidad, Sánchez le está diciendo a los malvados europeos del Norte (alemanes, holandeses, finlandeses…) que él es generoso, y les está otorgando el privilegio de ser buenas personas, progresistas.
Desde su altar laico el Presidente de España les otorga a sus socios europeos la bendición socialdemócrata consistente en que les permite que le ayuden para que ellos se salven del pecado de ser ahorradores.
Sólo si os endeudáis por nosotros os salvaréis vosotros y la Unión –es el resumen del pacto que ofrece Sánchez a Europa–.
El moralista del PSOE cree que él está capacitado para dar certificados de buena conducta al resto de colegas europeos.
¿Cómo pueden los del Norte perder la oportunidad de cuidar a los desheredados? –debe pensar solemnemente todas las noches antes de acostarse–.
Sánchez es el pedigüeño que llama a una casa para solicitar limosna extendiendo la mano sin mirar a los ojos al donante, porque su soberbia se lo impide dado que la razón la tiene él, pues considera que el bueno es el que recibe, nunca el que da.
Sánchez, arruinado, pide dinero sin disculparse, sin realizar el menor acto de contrición, sin sentimiento de culpa (como diría el estudioso del mimetismo, el profesor Domingo González, su dogma es: «vuestro dinero, mi programa»; es decir, prestadme para que siga gastando de la misma forma que ha provocado mi insolvencia).
Y cuando reciba el óbolo siempre será poco y se considerará liberado de dar las gracias.
La fase del pacto está en sus comienzos, pero ya parece agotada por lo que respecta a Bruselas: los llamados «coronabonos» son un sueño, sólo le darán una parte del empréstito que solicita, y el Gobierno tendrá que cumplir con las condiciones del rescate que le impongan ahora o el año que viene.
¡Y qué decir de los Pactos de la Moncloa bis!
—Si la derecha «facha» me apoya, prometo no nacionalizar nada, no restringir los derechos civiles. Bueno, sólo un poquito. Lo estrictamente necesario –parece ser su anzuelo para que la oposición acepte el trágala–.
¿Pero alguien querrá compartir («mutualizar», según el eufemismo de moda) el horrible pasado que tienen en su futuro Sánchez y el PSOE?
De momento ya tiene dentro del Gobierno a Unidas Podemos, que no es otra cosa que el Partido Comunista de Carrillo de los Pactos de la Moncloa del 77.
Por tanto, puede disponer del «tonto útil», representado por el vice Marqués y sus ministros, para garantizar la paz social a costa de la traición a su ideología y del engaño a sus militantes.
Aun así, no resulta previsible que el PP (ni VOX, por supuesto) participe en una foto con el políticamente desahuciado. Y sin el PP no hay pacto que valga.
Por tanto, apurada la poco gloriosa fase de negociación ésta dejará paso a la fulminante depresión del Presidente y sus ministros, que será un mero epifenómeno de la Gran Depresión económica de España, el paisaje cotidiano durante un indefinido pero dilatado periodo que habrá tiempo para glosar.
¿Habrá quinta etapa?, ¿la de la aceptación antes del fin?
¿Aceptará el PSOE y su «Gobierno de Progreso» la extinción y se irán de forma discreta?
Realmente no sé si podrán sobrevivir y llegar a la última fase después de pasar por las de ira, negación, pacto y depresión.
Ignoro si serán consumidos por la «Crisis de 2020» antes de que puedan conformarse con su ocaso y despedirse.
No obstante, si llegaran a la última etapa y en un inesperado gesto de nobleza (democrática, faltaría más) admitieran su final, sería un bonito detalle que lo hiciesen entonando la canción «Bye Bye Love, Bye Bye Life», con la que acaba la película de Bob Fosse que ha inspirado este artículo y cuyo estribillo dice:
Adiós amor.
Adiós felicidad.
Hola soledad.
Creo que voy a morir.
Creo que voy a morir.
Puedes seguir a Jorge Sánchez de Castro Calderón en Twitter y también en su blog «El único Paraíso es el fiscal»
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