En estos días de sentencias de exhumación y autos de detenciones, me produce escalofríos recordar que hace ya un par de años me empezaron a llamar “facha” y “de provincias”.

Lo de facha hoy es lo de menos. Se ha banalizado tanto su uso, empleándolo contra los que defienden el Estado de Derecho; se ha despreciado tanto, atizando con él al que decía abiertamente que no todo vale, y que había que poner freno a tanto dislate, que ahora que el totalitarismo campa a sus anchas por buena parte del territorio español, ya no tiene ni fuerza descriptiva. En este caso es lo “de provincias” lo que empieza a poner los pelos como escarpias, porque es justamente ahí donde se paga de verdad la frivolidad y el teatro que juegan sus señorías en Madrid.

«Lo de facha hoy es lo de menos. Se ha banalizado tanto su uso, empleándolo contra los que defienden el Estado de Derecho, que ya no tiene ni fuerza descriptiva.»

En Cataluña impera el fascismo nacionalista y ya públicamente violento; en Navarra, el partido socialista ha abrazado formalmente la causa nacionalista vasca, más aún, y ha regalado a EH Bildu cuotas de poder y de gobierno que hacen vomitar a cualquiera con un poco de decencia en el estómago; en el País Vasco no hay nadie no nacionalista, así, directamente. Los pocos que los días pares se llenan la boca en Madrid hablando de España, de unión y de libertad, se niegan a ir de la mano en un frente común, porque apretar puñitos en gesto de fuerte indignación siempre ha dado resultados satisfactorios ante el totalitarismo y la barbarie. Los «països catalans» siguen su avance, sin oposición real ninguna; a Galicia se la ve cada vez más subiendo la escalera, y el bable asturiano ya genera ingresos y chiringuitos.

 

 

Lo más triste y problemático, siendo de extrema urgencia y gravedad la situación en algunos puntos, es que a las zonas conflictivas y delincuentes les va bien. Más que bien. Reciben dinero y privilegios a espuertas, siendo su locura financiada sin límites por el Gobierno Central, que no pone el cascabel al gato porque nunca un gato se puso un cascabel a sí mismo. Siempre ha sido así.

Una de las prebendas que acaban de conceder a la industria catalana, gestora de la Denominación de Origen del Cava, es la facultad para limitar las plantaciones en cualquier rincón de España. En Extremadura y Requena (Valencia) están encantados, claro, ¡cómo no alegrarse ante esta noticia! Durante el acoso a los cuarteles de la Guardia Civil en Cataluña, uno de los gritos que pretendía resultar insultante era: “¡Volveos a Andalucía!”.

Se ha extendido la idea de que el pobre es leal porque es pobre. Pero España se empeña en demostrar que el leal es pobre, precisamente, porque se le conoce su lealtad. Podría seguir añadiendo casos, provincias, Castillas y Aragones, pero sirva como ejemplo esta rápida mirada en derredor.

«España se empeña en demostrar que el leal es pobre, precisamente, porque se le conoce su lealtad.»

Y con una convivencia ciudadana plenamente quebrada, nos llevan de nuevo a elecciones, a elegir entre los mismos que pretenden revender, con cargo a presupuestos, el «milagrito sanador» de la ruptura de la que se benefician.

Pero… ¿qué esperar de un partido cuyos líderes huyeron de los problemas de su propia tierra en lugar de presentar batalla política y social en el parlamento catalán, y de otro cuya nueva cúpula nacional no parece capaz de gestionar con mano firme un partido que cada vez se parece más a una amalgama de reinos de taifas?.

La Guardia Civil, reservándose información para poder hacer su trabajo, es, salvando las distancias, la perfecta imagen del ciudadano medio que vive en constante prevención contra el gobierno de turno.

No todo pasa en Madrid, señores, no. De hecho parece que, precisamente, el problema de fondo es que en Madrid ni hacen nada ni passsssa nada.

ESTRELLA FERNÁNDEZ-MARTOS

Síguela en Twitter: @estrella_fmm 

Estrella Fernández-Martos es cordobesa, titulada en Protocolo y Relaciones Institucionales. Pintora y escritora, ha colaborado con distintos medios de comunicación, entre ellos, el ABC de Córdoba, donde también ha ilustrado sus colaboraciones. Puedes seguir su blog personal «Con los pies en el agua»

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