Harto, estoy muy harto. Harto de que nos pidan compasión por los políticos condenados. Harto de que nos exijan empatía. Harto de escuchar que la sentencia enquistará el problema. Harto de escuchar a periodistas y tertulianos de variado pelaje decir que he de sentirme muy mal por estos pobres seres humanos, porque son todos ellos bellísimas personas…  Harto ¡Muy harto!

Estoy harto de muchas más cosas. Harto de que no exijan responsabilidades a estos dirigentes políticos que nos han llevado a la fractura social. Harto de la falta de empatía con tantísimos catalanes que vivieron con terror y ataques de ansiedad aquellos fatídicos días de Octubre de 2017. Harto de que los traten como si fuesen imberbes, adolescentes, que no eran conscientes de sus actos y ahora lloran las consecuencias.  Harto de escuchar a estos presos jactarse, exclamando: “¡Lo volveremos a hacer!” Harto de políticos que se lamentan por sus familias pero se burlaban de la Justicia, haciéndose fotos con los avisos del Tribunal Constitucional. ¿Héroes? ¡Cobardes! Harto, tan harto…

Harto de personajes mediáticos, los Jordi Évole o Andreu Buenafuente de turno, que desde sus elevados púlpitos nos tratan y sermonean con una exasperante superioridad moral, afirmando que las condenas sólo servirán para ir a peor. Claro, mucho mejor dejarles libres. Qué fácil. Lo volveremos a hacer es la solución.

Harto de que nadie se ponga en la piel de tantísimos catalanes huérfanos. Huérfanos de empatía. Huérfanos de simpatía. Huérfanos de compasión. Harto también de la ausencia del Estado y del NO Gobierno en Cataluña. Harto de que les tomen el pelo y de que se lo dejen tomar.

Harto de Tv3. También culpable de lo que está ocurriendo y de lo que ocurrirá. Locos que habéis excitado las bajas pasiones y creado legiones de radicales. Harto de los colegios catalanes, que han moldeado generaciones de nacionalistas con nulo espíritu crítico. La sociedad que viene da miedo.

Cierro los ojos y veo las terribles imágenes del aeropuerto o de los disturbios en las calles de Barcelona, convertidas en espectáculo infernal, devoradas por las llamas, mientras ellos piden compasión por esos malditos políticos que nos han metido en un callejón sin salida, que nos han encerrado en un conflicto social sin solución condenado a acabar en sangre… ¡Harto!

Recuerdo aquellos oscuros días de hace 2 años. ¿Dónde estaban entonces esos adalides de la compasión y de la empatía? ¿Quiénes se acordaban, en medio de la euforia totalitaria que les poseía, de millones de catalanes no independentistas?

Los que nos han conducido al caos, ahora se lavan las manos, se excusan, se distancian y rasgan sus vestiduras: “¡Así, no; así, no!” escribía Pilar Rahola en Twitter. También Elsa Artadi o Marta Pascal, y muchos otros del PDECat.  Cobardes y mil veces cobardes.

Harto de vosotros, cobardes y malditos. Os habéis cargado Cataluña.

Puedes seguir a Joan Puig en twitter como @avecesensayo

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