Recientemente nos ha llegado la noticia de que Nicolás Maduro mueve dinero a través del Banco de España, que no de la banca española. Lo que tiene un matiz importante porque implica que esto lo hace con la venia del Gobierno de España, sí el gobierno de Sánchez, ese que tiene «rato» en funciones, pero que al menos, para el españolito de a pie, no acaba de funcionar. Y no podemos dejar de preguntarnos si existe un velado pacto entre este PSOE y el NarcoRégimen Castrochavista.

Hay detalles que parecieran no tener relación, pero veamos algunos de estos hechos. En marzo de este año, Pedro Sánchez sorprendía a propios y extraños al decir que en los planes económicos de su gobierno estaba el recuperar el “el legado económico del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero”, el protagonista de la peor crisis económica de la historia democrática reciente. Y es que mencionar al de la ceja no solo produce vértigo en los españoles de bien, por tener el terrible honor de haber sido el peor presidente de estos últimos 40 años, también a los venezolanos nos produce una enorme repulsión por ser el principal delegado del NarcoRégimen chavista en el mundo.

Rodríguez Zapatero y Miguel Ángel Moratinos han formado una dupla que nunca defrauda. Quizá muchos recordarán un hecho bochornoso, ocurrido hace tan solo cuatro años cuando ambos viajaron a Cuba para reunirse con Raúl Castro sin previa comunicación, y menos aún autorización del Gobierno de España, cuyo presidente era, entonces, Mariano Rajoy. Un encuentro en el que, según publicó el régimen castrista “se abordaron temas de mutuo interés de la agenda regional e internacional”; esto a pesar de no representar oficialmente al país. Meses más tarde Moratinos volvía a Cuba para participar en una convención sobre salud pública en La Habana.

Pareciera extraño que un abogado con carrera diplomática, quien fue por muchos años ministro de relaciones exteriores, pudiera estar inmerso en este tipo de temáticas, pero es que Moratinos tiene diversos negocios y sociedades, y, a través de una de ellas, han suministrado material hospitalario, equipamiento, y participan y colaboran en el desarrollo de centros médicos en Guinea Ecuatorial, dónde está Teodoro Obiang, y también con otras tiranías como Cuba, Kazajistán y Angola. En estos negocios aparece otro socio, que es Pedro Hermosilla, quien años atrás, en 2009, estuvo preso precisamente en Cuba por cohecho y vulneración de la Ley de Contratación, y fue justamente Moratinos quien medió para su liberación… Y es que su buena relación con el régimen cubano siempre ha sido más que evidente.

Además de ello, durante los gobiernos de Rodríguez Zapatero y Hugo Chávez, los negocios entre España y Venezuela se fortalecieron. En uno de los viajes de su canciller, casualmente en el año 2009, concedió una entrevista a un diario de tirada nacional. Entre preguntas y respuestas, el ministro español soltaba algunas «perlas», quizá la más llamativa fue decir que «en Venezuela había libertad de expresión y que él no veía aún ningún signo de represión por parte del Gobierno». La mencionada entrevista fue publicada al día siguiente, cuando el régimen cerraba, o más bien dicho, robaba, la señal a más de 250 medios de comunicación, radios y televisoras regionales.

Justo en esos días Radio Caracas Televisión (RCTV), la cadena más antigua a nivel nacional, cumplía dos años sin que se le hubiera renovado, por decisión de Hugo Chávez, la concesión para la emisión de su señal en abierto, por lo que el canal fue cerrado, y su señal pasó a ser usada por el gobierno, con los equipos de RCTV, que jamás fueron devueltos a sus dueños. En esos días, al igual que había ocurrido anteriormente, amenazaba, el dictador, con prisión a periodistas por ejercer su profesión, lo que ha significado una censura que reina hasta el día de hoy. Pero es importante recordar que, para el mundo, y una parte importante de los venezolanos, Hugo Chávez, siendo un dictador, ejerció un embrujo, fue un encantador de serpientes que decía lo que muchos querían escuchar. La Europa anti yankee siempre vio con agrado aquel discurso en la ONU, cuando en el año 2006 se dirigió y refirió al Presidente de Estados Unidos, George Bush, como a Satanás, y, entre risas, decía que todavía flotaba un fuerte olor a azufre… Escucharle decir a Hugo Chávez lo que la izquierda de vino y caviar deseaba verbalizar resultaba para la izquierda europea gracioso o pintoresco. Esa izquierda que siempre ha obviado lo que viene ocurriendo de puertas para adentro en un país que había sido entregado a los Castro, quienes han decidido el cómo, qué y cuándo de la vida de los venezolanos. Eso, en cualquier parte del mundo, se llama traición a la patria. Eso, para el resto de nuestra historia fue el régimen de Hugo Chávez, donde Maduro sólo es quien, de forma aparentemente torpe, remata la faena.

La relación entre la izquierda española y el NarcoRégimen venezolano es de largo recorrido y no solo se remite a aquellas declaraciones y viajes de Moratinos, hay mucho más. El inefable Rodríguez Zapatero ha fungido de delegado y mediador de esta tiranía durante las diferentes mesas de diálogo realizadas desde hace varios años, tanto en Venezuela como en Cuba; también en República Dominicana, Noruega y, más recientemente, en Barbados, en las que se han sentado ciertos delegados de la oposición. Diálogos que sólo han servido para dar falsas esperanzas a la población y oxigenar al régimen CastroChavista, afianzando más aún su enorme poder sobre toda la región. Aún, recientemente, Zapatero, actuando al margen del Estado Español, ha abogado por seguir en estas rondas de negociaciones en las que él seguiría actuando como representante de los Castro y del Foro de São Paulo.

Poco han publicitado los medios, en los últimos tiempos, que el ex embajador Raúl Morodo esté aparentemente implicado en casos de corrupción y blanqueo de capitales de dinero, procedente de la estatal petrolera venezolana PDVSA, y además relacionado con Rafael Ramírez, quien fue presidente de PDVSA y ministro de energía y petróleo durante la época de Hugo Chávez, y aún un par de años después de su muerte. Un hecho que tampoco ha trascendido demasiado en las redes sociales. A día de hoy, Raúl Morodo está en libertad con cargos por su avanzada edad, pero no así su hijo, Alejo Morodo, quien permanece en prisión, ya que aparece como “asesor” en Europa en muchos de los documentos que ha ido descubriendo la justicia española; documentos en los que se menciona que había recibido hasta ahora unos 4.5 millones de euros a través de una sociedad instrumental panameña denominada Furnival Barristers Corporation. Raúl Morodo no ha sido “cualquier diplomático», sino que fue el embajador de José Luis Rodríguez Zapatero en la Venezuela de Hugo Chávez, cuando Moratinos hacía viajes de negocios a este país. El mismo que confesaba su admiración por Fidel Castro en una entrevista concedida en diciembre de 2004 al periodista venezolano Nelson Bocaranda; entrevista que fue realizada en el segundo piso del Palacio de Miraflores, donde se alojaba casualmente Juan Carlos Monedero desde el Referéndum Revocatorio celebrado en agosto de ese mismo año.

Aparte de los Morodo, padre e hijo, hay otros personajes menos mediáticos que han estado alrededor de la figura de Rafael Ramírez. Uno de ellos es Juan Carlos Márquez Cabrera, quien estuvo en la directiva de Petróleos de Venezuela (2004-2013) y tenía una empresa de bienes raíces en Madrid. Márquez prestó declaraciones en el juicio que lleva el Juez Santiago Pedraz, y después fue hallado muerto en su piso. Aparentemente se suicidó, ahorcándose… Lo extraño del caso es que el socio de Ramírez llegó de Estados Unidos para colaborar con la justicia española a quien mencionó que tenía un cargo simbólico en PDVSA, pero por delegación de terceros había firmado los contratos con el hijo del embajador Raúl Morodo. Ni sobre este escabroso hecho, ni tampoco sobre ninguno de los anteriores, ha emitido opinión el inmoral tándem Zapatero-Moratinos, el mismo que ha ido ampliando su radio de acción, desde el Oriente Medio hasta La Habana y Caracas, y desde Arafat, pasando por los Castro y Chávez, hasta Maduro.

Como verán estamos ante una especie de «alianza de civilizaciones», donde no cuentan los muertos, solo los negocios.

 

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