Aunque a algunos les parezca imposible, lo peor para Barcelona aún no ha llegado. Quienes hemos nacido en la capital, quienes a diario recorremos sus calles, quienes vibramos de segundo en segundo su pálpito trepidante, observamos que se esta gestando la catástrofe. Barcelona es la santabárbara de un navío a punto de estallar. Un puto polvorín mal oliente con la mecha corriendo veloz, chisporroteando.

La dejadez de Ada Colau y su equipo han llevado a la ciudad, y a muchos de sus habitantes, a la sensación descorazonadora de que aquí todo vale. No solo hay robos brutales, machetazos, reyertas, asesinatos casi diarios; ahora incluso existen zonas prohibidas, y no solo para la policía, que se lo piensa mucho antes de adentrarse en ellas, sino como ha sido publicado en los últimos días para los repartidores de empresas de mensajería como MRW o SEUR. Y eso, que ya es malo de por sí, es sólo la punta del iceberg del descontrol total que nos invade.

Por ejemplo… sí uno se pasea por las Ramblas verá que los cientos de manteros bien organizados, campando a sus anchas, juegan al gato y al ratón con la policía, con los mossos y con la guardia urbana. En este momento, créanme, no se requieren cientos sino miles de agentes para pararles los pies y controlarlos. Tampoco resulta fácil gestionar esas intervenciones. Para inmovilizar a muchos de ellos, auténticas torres humanas, hombres hechos y derechos, son precisos al menos 4 o 5 policías en caso de conflicto abierto. Y ellos, nunca debemos olvidar eso, ahora mismo no tienen nada que perder.

En Barcelona, hasta un ciego lo vería, vamos directamente a un enfrentamiento urbano. Los barriles de pólvora se han ido acumulando desde hace años en la ciudad gracias a la pasividad y negligencia de su alcaldesa, la populista Ada Colau. Ella es la cooperante necesaria de la situación actual que vive Barcelona. Que nadie se lleve a engaño en este punto. Como tal debería ser no solo perseguida por la Justicia sino también encausada penalmente en cualquier momento.

El peor alcalde de la historia de Barcelona, Ada Colau, no solo ha hundido económicamente la ciudad con sus políticas contrarias a la hostelería y al turismo como fuente de ingresos, sino sobre todo, gracias a su pasividad y complicidad con la delincuencia organizada, la inmigración fuera de control, los pisos francos y un largo etcétera. Su gestión nefasta ha permitido almacenar tal cantidad de explosivo en la ciudad que su estallido será recordado durante décadas cuando se produzca. Barcelona es ya un polvorín. Hace tiempo que la mecha está encendida y serpentea. Sólo es cuestión de tiempo para que todo vuele por lo aires.

 

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