¿Será posible viajar por el Universo en el futuro?
Los actuales pobladores de la Tierra, somos la generación más afortunada de la historia del hombre y, probablemente, de las futuras generaciones que vivan en este planeta azul ¿Por qué me atrevo a hacer una aseveración tan taxativa? Recientemente hemos tenido el privilegio de ver fotografiado un agujero negro, gracias a la ciencia y la tecnología. Además, este milagro de la ciencia confirma, una vez más que las teorías de Einstein eran acertadas, en este caso, en relación a su hipótesis demostrada fehacientemente de que el espacio del universo es curvo y que la gravitación universal es una simple aceleración debido a esa curvatura.
Gracias a la facilidad, que actualmente tienen los medios de comunicación, y las revistas especializadas de la ciencia, en acceder a noticias científicas, explicadas por profesores y expertos en divulgación científica, nos es muy sencillo entender descubrimientos científicos de semejante calado. No será mi intención explicar el importante suceso acaecido, pues otros con mayor autoridad lo han hecho por mí. Sin embargo, la idea que pretendo desarrollar no puede obviar este último descubrimiento, a teorías físicas aparecidas en los últimos años del siglo XX, y a la revolución tecnológica con el desarrollo de la informática, internet y el avance imparable de la telefonía móvil, la robótica y en los aspectos biológicos de los seres vivos, la genética, células madre, ADN, cirugía y microcirugía. Todo ello, como un ejemplo, una referencia de los grandes avances científicos y tecnológicos, que hemos tenido la suerte de ver como seres vivos privilegiados, y que nadie en la historia del hombre y la ciencia, había podido observar hasta ahora.
Volviendo a los agujeros negros como el que podemos ver por la imagen, nos dicen que se trata de un agujero negro que tiene 6.500 millones de veces más masa que nuestro Sol, que se encuentra a más de 50 millones de años luz de la Tierra, es tres millones de veces más grande que esta y su horizonte de sucesos tiene un diámetro de unos 40000 Km o lo que es lo mismo, unas ocho veces el tamaño del sistema solar; un verdadero monstruo, como ha sido definido por los científicos.
Este suceso ha representado un enorme hito para la ciencia, aunque todavía no se sabe si su conocimiento puede tener alguna utilidad en el progreso de la física práctica, de la tecnología o, ni siquiera, una mínima probabilidad de acercarnos algún día para verlo de cerca, atendiendo a dos cuestiones categóricas: es imposible viajar a mayor velocidad de la luz, y miles de km antes de llegar, seríamos engullidos por dicho agujero negro.
Esta constatación tan clara de que los agujeros negros existen es lo que me ha llevado a reflexionar sobre la inmensidad del espacio y sobre si existe alguna posibilidad de que, en un futuro lejano, nuestra civilización conecte con otra existente en ese cuasi infinito universo, bien sea través de mensajes o conociéndose visualmente; pues sería deprimente que habiendo la posibilidad de que existan miles de civilizaciones como la nuestra, nunca podamos conocer a nuestros vecinos interestelares.
Antes de entrar de lleno en mi hipótesis con argumentos científicos, me interesa resaltar aspectos muy importantes de, digamos, el funcionamiento evolutivo de nuestro planeta azul. Siguiendo la estela del gran divulgador de la actualidad, Bill Bryson, la supervivencia en la Tierra es un asunto de “asombrosa complejidad” pues de los miles de millones de especies vivas que han existido en nuestro pequeño planeta, el 99% ya han desaparecido. Así pues, vivimos en un ínfimo astro que tiene gran capacidad de generar vida, pero al que, aún se le da mejor la extinción de la misma. Además, se puede afirmar que la media de duración de cualquier especie, no suele ser superior a cuatro millones de años. Por dicho motivo, es casi seguro que el hombre inteligente no seguirá evolucionando continuamente, y menos indefinidamente, para tener tiempo suficiente de dominar y controlar los nuevos descubrimientos y las nuevas tecnologías, para abordar con éxito el descubrimiento de alguna civilización, parecida a la nuestra, con quien pudiéramos comunicarnos, como sucedió en el año 1492 con el descubrimiento de América por los españoles, aunque en este caso solo fuera necesario atravesar un pequeño océano, por más que en aquellos tiempos, pareciera enorme.
Entrando ya en los aspectos teóricos de mi hipótesis, lo primero a resaltar, es que desde el punto de vista científico no se puede afirmar con rotundidad , que no existan otros astros del universo con condiciones similares o parecidas, para generar vida y quizá civilizaciones cuasi iguales; ya que si existiera un sistema solar parecido al nuestro, los elementos químicos del mismo serían, probablemente, iguales a los de nuestro planeta; o sea, procedentes del hidrógeno y del helio, como primeros principios básicos del big bang. Así mismo, los seres vivos, ya sean plantas, animales y / o homo sapiens, tendrían un sistema genético y un ADN muy parecido. Algunos descubrimientos de los últimos tiempos, ya están avalando el principio de mi idea, puesto que ya han sido descubiertos sistemas solares similares al nuestro, con planetas adecuados para albergar algún tipo de vida como la nuestra.
Abundando en la cuestión hay dos importantes razones que nos hacen suponer, que en nuestro universo hay vida igual o afín a la nuestra:
• Resultaría incomprensible que el “creador o la fuerza creadora” de este inmenso universo, cuasi infinito, con millones de galaxias, cada una de las cuales, contiene miles de millones de estrellas, hubiera sido creado o surgido de adorno para que unos terrícolas lo veamos y disfrutemos durante nuestra corta vida y la de nuestros descendientes, a lo largo del tiempo.
• Las modernas matemáticas de probabilidades, usando los conocimientos actuales de la astrofísica, demuestran con bastante seguridad, la existencia de vida semejante a la nuestra en otros planetas del universo.
Por ese motivo, partiendo de la certeza de que existen otros mundos iguales o parecidos al nuestro, surge una cuestión, aparece un gran problema, una realidad intuitiva, una hipótesis a demostrar y explicar: Desgraciadamente es imposible que en el futuro se llegue a conseguir conocer a nuestro vecinos -si existieran- interestelares; y por el mismo motivo, ellos, tampoco lo conseguirían. No hablo ya de posibles vecinos interplanetarios, puesto que, en las múltiples expediciones e investigaciones de los más cercanos planetas, se ha podido demostrar con claridad que no existe, ni siquiera vida vegetal, aunque hay una pregunta en el aire ¿Cómo podemos afirmar con tanta rotundidad, que ni siquiera podremos en un futuro, comunicarnos con alguna civilización del universo, a pesar de la gran capacidad tecnológica que tendremos?
Pues, cierto es, que casi nadie se ha atrevido a planteárselo, precisamente por el imparable avance científico y, sobre todo tecnológico que se espera del futuro. Sin embargo, tengo la absoluta convicción de que ha de ser relativamente sencillo demostrarlo por el método de reducción al absurdo, que viene a decir: Si encontramos una proposición que no puede ser falsa, será necesariamente verdadera y si encontramos una proposición que no puede ser verdadera, será falsa necesariamente. En nuestro caso partiremos de la suposición cierta de viajar a velocidades enormes que nos permitan llegar a alguna estrella habitada dentro de la Vía Láctea o de cualquier otra galaxia, por ejemplo, un planeta perteneciente a la estrella Próxima Centauri de características parecidas a la de nuestra Tierra; tamaño ligeramente mayor; de superficie rocosa, con agua y probable vida y que se encuentra a solo 4,2 años luz de nosotros. También, partiremos de la idea de suponer que nuestra tecnología es o será capaz de construir naves interestelares, que pudieran alcanzar velocidades inimaginables y fueran capaces de desplazarse por dicho espacio y llegar al supuesto planeta habitado. En este caso un planeta de Próxima Centauri, una estrella enana roja perteneciente a la constelación Centaurus y dentro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, considerada por los astrónomos, como un posible sol que calienta un planeta semejante a la Tierra, capaz de producir vida.
Hemos considerado cierta la anterior hipótesis y ahora solo nos queda buscar una incongruencia general, un absurdo; para que podamos afirmar categóricamente que dicha hipótesis o proposición es falsa ¿Por qué? No por aspectos tecnológicos, que despreciamos por considerarlos prescindibles en el análisis, sino por otras cuestiones más importantes.
• No existe la posibilidad de viajar a velocidades superiores a la de la luz, es un límite infranqueable, es un imposible para hoy y para el futuro de nuestras generaciones más avanzadas. Ni siquiera para viajar a las estrellas próximas, puesto que cualquier ingenio para trasladar a los humanos y nuestro propio cuerpo por el espacio, estará formado por materia compuesta de átomos, mientras que la luz puede viajar a 300000 Km/s gracias a que no está formada de materia, sino de fotones. Por ello, aunque la tecnología permitiera el viaje -cosa improbable- el límite de 300000 Km/s, resultaría insalvable para alcanzar el objetivo en un tiempo razonable.
• Existe la incapacidad de que nuestro ingenio o “nave espacial”, incluso de nuestro cuerpo, para aguantar la fricción producida al chocar contra las partículas existentes en el espacio exterior. Dicho de otra manera, al viajar por el espacio interestelar y a pesar de la escasa densidad de las partículas existentes en el espacio “vacío”, mayoritariamente átomos de hidrógeno, estos colisionarían contra nuestro vehículo con tanta fuerza o aceleración, que lo desintegrarían y a nosotros también si fuera tripulado; al alcanzar temperaturas de millones de grados centígrados. Se ha demostrado que solo a velocidades del 10% de la luz, o sea a 30000 Km/s sería mínimamente posible un viaje tripulado o sin tripular para que cualquier ingenio material, pueda navegar por el espacio exterior y acercarse a Próxima Centauri en unos 40 años, casi inimaginable de aguantar para un humano.
• Un tercer absurdo, aunque no el más categórico, se produciría por el enorme coste de planificación y realización del viaje, incapaz de ser soportado por ningún estado o agrupación de los más poderosos, ya que el excesivo endeudamiento progresivo y otras prioridades más acuciantes como la pobreza del mundo harían desistir del proyecto.
No se me escapa, que aseveraciones tan contundentes, pueden ser interpretadas por algunos, como un inmovilismo o conservadurismo, incluso como un desprecio a la capacidad científica y tecnológica que poseeremos en el futuro, pero eso está muy lejos de mi pensamiento. En realidad, soy un enamorado de la física teórica y los avances que en tal sentido se puedan hacer a lo largo de los tiempos, aunque creo que el avance tecnológico y/o científico no será suficiente para conseguir un logro tan espectacular como el de poder comunicarnos con otras civilizaciones; y tendremos que centrarnos más en el camino que deberíamos elegir o en la propia evolución de la especie humana que fuera capaz de ver o intuir cosas que a nosotros nos resultan imposibles de ver e imaginar, pues digan lo que digan las teorías físicas o los cálculos matemáticos como que, el espacio intergaláctico puede tener cuatro o seis dimensiones, o que existen otros universos que se pueden cruzar con el nuestro, y a través de un atajo, denominado por los físicos teóricos “agujero de gusano”, se pudiera pasar de uno al otro a través de una corta distancia de espacio tiempo
Tampoco quiero dejar pasar la oportunidad de profundizar en los aspectos anteriores y citar otra razón más entendible que pueda aclarar dudas. Por ejemplo: antes de viajar para conocer una civilización situada en un espacio interplanetario o intergaláctico, con billones de estrellas separadas entre sí por centenares de años luz y que cada vez se separan más por el efecto expansivo del universo; necesitaríamos ineludiblemente comunicarnos de algún modo con ellos y ellos con nosotros. Pues bien, cuando los mensajes llegaran a su destino y ellos nos contestaran, todos los interlocutores estarían muertos, aunque, en algún supuesto en que la civilización no hubiera desaparecido, algún descendiente pudiera recibir contestación; siempre que el proyecto continuara, cosa improbable.
Otra cosa muy distinta sería pensar que solo nosotros existimos en el inmenso universo pues, a través de cálculos probabilísticos, podría ser razonable que existan más de 20000 millones de mundos habitables, aunque no sea posible predecir cuantos de ellos han sido capaces de evolucionar hacia la creación de vida inteligente.
Además, no debemos olvidar que, al mismo tiempo que nuestro universo se expansiona, no para de morir. Es decir: desde el big bang de hace 14000 millones de años luz, el universo no ha parado de crecer, formando continuamente estrellas y astros de todo tipo. Sin embargo, a partir de un cierto momento, algunas de esas estrellas, han empezado a morir al colapsarse o al chocar con otras, incluso se ha podido detectar el choque entre dos galaxias a la corta distancia de 30 años luz de la Tierra, dando paso a la desaparición de algunos astros y a la formación de otros. Dicha colisión se produjo hace millones de años, aunque los estemos viendo en estos momentos.
Otra cuestión que demuestra que el universo provoca muerte y esta produce vida, es el descubrimiento de que en algunas galaxias se están descubriendo agujeros negros en su centro que puede sugerir que, poco a poco, los cuerpos que forman la misma serán engullidos. ¿Significaría ello el modelo más probable de la muerte de nuestro mundo o del universo? Probablemente no, puesto que el funcionamiento del universo es parecido al de los seres vivos: estrellas y demás astros mueren a cada instante en nuestro universo, pero al mismo tiempo están naciendo otros que durarán billones de años antes de morir: es decir: irán muriendo o desapareciendo los cometas, planetas, estrellas, constelaciones, incluso galaxias, pero el universo no desaparecerá por ese motivo, aunque no creo que nadie pueda vaticinar cual será el último destino de nuestro infinito universo, al que algunos teóricos han puesto límite a su espacio, y otros afirman que, a medida que los elementos de las galaxias se expansionan, en el mismo momento estarán creando su espacio Mientras tanto, probablemente estarán apareciendo civilizaciones nuevas,
iguales o semejantes a la nuestra en razón a la misma procedencia de la que habla el famoso astrofísico inglés, John Gribbin: “la semilla desde la que se desarrolló nuestro universo fue una bola de fuego de pura energía, inmensamente densa e inmensamente caliente”; entonces, en los primeros momentos, con una temperatura elevadísima de varios millones de grados, los únicos vestigios de materia eran los quarks. Ello sucedió hace la friolera de 14000 años luz y su “mágico” resultado somos nosotros mismos, que somos capaces de pensar y razonar sobre el universo y la posibilidad de contactar con algunas de las múltiples civilizaciones, que suponemos existan.
¿Pero qué veríamos en un hipotético viaje interestelar a velocidades iguales o mayores a la de la luz? Nada extraordinario, el recorrido sería como un sueño, como si fuéramos por un inmenso túnel, con sólo una luz muy brillante al fondo o a la salida del mismo; no veríamos otra cosa, ni estrellas, ni quasares, ni agujeros negros, absolutamente nada. Al despertarnos, veríamos que estábamos en el mismo lugar de partida a pesar del enorme espacio recorrido ¿cómo ha sido eso? nos preguntaríamos, la respuesta es sencilla, el espacio se curva, de acuerdo a la teoría de Einstein de principios del siglo XX.
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