Quisiera dirigirme de modo directo e informal a todos los amigos y lectores de Ataraxia Magazine, y hacerlo empleando un tono personal, cómplice, de forma clara y directa. No os apuréis, que hoy no pretendo pontificar sobre asuntos políticos, ni hablar del último ardid de un presidente enajenado a fin de burlar la legalidad, o de los vergonzosos rifirrafes en que se enzarzan los candidatos de los principales partidos españoles en su obsesión por captar el disputado voto de todos aquellos que, a día de hoy, afirman no tener todavía claro a quién votarán el próximo día 28 de abril. Es cierto que en esos comicios, y en los que sucederán un mes después, nos jugamos todos mucho. Pero sobre todos esos asuntos, y muchos otros, hallaréis en este número 11 de vuestra revista numerosos artículos y columnas de opinión, como de costumbre. En estas líneas me gustaría contaros cómo nació Ataraxia, de qué modo y con cuánto esfuerzo hemos llegado hasta aquí, y qué ilusiones y objetivos perseguimos.
Recuerdo que hace más de un año yo le daba vueltas y más vueltas a una idea que me atraía especialmente, tras casi 45 años dedicado al periodismo, a las revistas, a las novelas, al diseño gráfico y a la dirección creativa de plataformas editoriales. No encontraba en la red proyectos como el que me rondaba por la cabeza. Descubría, eso sí, husmeando aquí y allá, digitales, blogs, webs de información cultural y muchas páginas personales dedicadas a la literatura, al cine, a la política o a la música. Con frecuencia las que publicaban textos y contenidos interesantes eran desastrosas visualmente, poco atractivas, y las que presentaban una gráfica esmerada, ya sea moderna, vanguardista, o más clásica, se construían sobre un contenido editorial que cualquier lector curtido consideraría más que pobre, paupérrimo. El paso del papel, como soporte clásico de la información, a lo digital, ha arrasado con el buen gusto, con el amor por el detalle, la pulcritud y la excelencia editorial que solía caracterizar a semanarios, mensuales de información general, suplementos dominicales bien hechos y revistas de gran tirada, en las que se velaba por la excelencia del texto y la edición gráfica. Hoy existen infinidad de lugares a los que acudir en internet a devorar una noticia despachada en tres párrafos mal hilados, que apenas explican el qué, el cuándo, el cómo y el dónde. Y eso pasa factura, porque nos estamos convirtiendo en hijos destemplados de la prisa y el agobio, y en treinta segundos, móvil en mano, exigimos satisfacer nuestro deseo de información. Creedme, eso no es bueno.
Como contrapunto a esa tendencia somos muchos los lectores que disfrutamos de las cosas bien hechas, de la lectura plácida, de la información bien estructurada, correctamente expuesta, que se puede paladear, que permite zambullirse en la realidad y en los entresijos que rodean a cualquier noticia o hecho. Si alguna ventaja presenta el entorno digital sobre el papel es el de no tener que ceñirse a ningún corsé o cortapisa a la hora de escribir, narrar o razonar. No hay límite de espacio. Y lo bueno, si extenso, dos veces bueno. Personalmente buscaba eso. Había reparado, tras años de presencia en redes como Twitter o Facebook, en el gran talento de muchas personas. Me propuse invitarlas a unirse a ese proyecto embrionario, que estuvo, y lo cuento ahora por vez primera, a un paso de ser bautizado y de ver la luz como «El Expreso de Ataraxia».
Ataraxia es un precioso término griego. Un concepto filosófico que se traduce en serenidad de espíritu ante las cosas, imperturbabilidad ante los imponderables, tranquilidad, laxitud, centro de gravedad permanente como antónimo del aspaviento, la destemplanza y la enajenación que el mundo nos transmite cada día a base de inmensurable sinrazón e injusticia. ¿Y lo de Expreso, os preguntaréis? Muy sencillo. Un día, volviendo a escuchar a mis queridos Crosby, Stills, Nash & Young mientras trabajaba, me quedé embobado por enésima vez con la felicidad viajera que una de sus canciones —»El Expreso de Marrakech»— transmite. Como el hippie pijo, culto y bien lavado que en su día fui —perdón por la presunción—, me imagine no ya viajando —como solían hacer los músicos del rock de los años sesenta y setenta— a Marruecos, en busca de sol, color, calor y marihuana, sino a Ataraxia. De ahí el nombre. Y de ahí el trenecito que cierra, a modo de recuerdo de esos días, todos nuestros artículos. Ataraxia Magazine me pareció, tras muchas dudas, más adecuado.
Creo que Juan Poz fue uno de los primeros con los que contacté en Twitter. Mi ojo clínico había detectado en él a un escritor excelente, gracianesco, amante de neologismos, arcaísmos, palabrotismos y otros ismos; lector voraz y cinéfilo hasta la médula. Se unieron también, desde el primer día, Yael Borkow y Carmen Álvarez, dos maravillosas mujeres y grandes amigas, con una gracia y un talento especial a la hora de transmitir vivencias; Manuel Artero, un profesional de larga trayectoria en televisión —suyos son los guiones y responsabilidad de infinidad de espacios en «Informe Semanal» de TVE— al que conocí hace casi veinte años; Jorge R. Rueda, escritor murciano, con más retranca irónica que Eduardo Mendoza y el bilbaíno Juan Bas juntos. Y escritores y colegas de lances literarios, como León Arsenal, Alfonso Mateo Sagasta y otros, que tuvieron a bien presentar sus nuevas creaciones literarias en nuestras páginas.
Nacía Ataraxia con un doble propósito, político y cultural. En lo político, queríamos ser baluarte a ultranza contra el rodillo fascista —sí, fascista— del nacionalismo, y refugio para todos cuantos resistentes combaten y se oponen desde hace casi una década a un proyecto totalitario, amoral y destructivo que persigue tirar por tierra décadas de paz, democracia y convivencia en pleno siglo XXI. En lo cultural, ser simplemente crisol de todo cuanto puede ser considerado bueno, ecléctico y enriquecedor. Y es igual que hablemos de cine, filosofía, música, literatura, tradiciones, religión, arte o historia. Todo cabe y nos ayuda a crecer como personas.
Y no debimos hacerlo mal del todo, porque lo cierto es que ya en el segundo y tercer número se fueron sumando al equipo de Ataraxia el gran Rafael Arenas, Catedrático de Derecho Internacional; Alberto Vázquez Bragado, incomparable maestro en todo cuanto se refiere a divulgación científica, filosofía e historia de la civilización y el pensamiento; y un extraordinario elenco de magníficos periodistas, escritores y profesionales del mundo de la comunicación, como Carles Enric, Joan Puig, Jorge Sánchez de Castro, Asís Tímermans y Ricardo Ruiz de la Serna. Sumen también a todo ese desbordante talento a uno de los mejores expertos en finanzas e inversiones de nuestro país, Álvaro Shares, y a la encantadora Carolina Rodríguez, que mes a mes deshilvana para todos nosotros la compleja madeja de la realidad política y social de un país arrasado, su Venezuela natal.
A todos ellos, a todos los citados, quiero darles públicamente las gracias, porque sin ellos, sin su colaboración, sin su apoyo, propuestas e ideas, Ataraxia no sería lo que ahora es, en menos de un año de vida. Hemos publicado 270 artículos; acumulamos más de cien mil visitas de lectores que han leído unos 220.000 textos; hemos realizado extensas entrevistas con Bea Fanjul, Ernest Suñé, Ramón de España, Albert Boadella, Juan Carlos Girauta, Jaume Coll, Teresa Freixes, Xavier Rius y Cristina Seguí; hemos abierto páginas en Twitter, Facebook, canal de vídeos en YouTube —aún inactivo— y en breve estaremos en Instagram. Pero lo que es más importante de todo, más allá de esos logros, es saber que nos hemos ganado el aprecio, la fidelidad y la consideración de todos los que nos seguís y leéis habitualmente.
Empezamos siendo cinco gatos. Hoy somos quince personas trabajando de forma altruista, por amor al arte, dando vida de forma continuada a un excelente magazine de política, cultura y sociedad gratuito, abierto a todos. Cada número supone no menos de trescientas o cuatrocientas horas de trabajo colectivo no remunerado por parte de los que lo hacemos. Dicho de otro modo, Ataraxia ha llegado a las puertas de su primer aniversario gracias a una inversión de tiempo y energía que supera de largo las 4.000 horas de trabajo. Y queremos seguir creciendo, a todos los niveles —preparamos muchas sorpresas y proyectos que os explicaré el próximo mes—, pero para poder hacerlo necesitamos, como cantaban los Fab Four, la ayuda de nuestros amigos… With a little help from our friends.
Ataraxia se abre ineludiblemente, a falta de otras vías de financiación, al patrocinio de sus amigos y lectores e inaugura, a tal fin, su propia página en Patreon, una web que facilita el mecenazgo o el pequeño crowdfunding a iniciativas culturales que sin un mínimo respaldo económico no pueden asegurar la continuidad de su proyecto, por muy fascinante que este sea, en el futuro. Necesitamos manos que nos ayuden en el inmenso trabajo informático que supone mantener tantos frentes abiertos en la red; un mejor alojamiento, software de diseño, hardware más potente, nuevas plantillas más versátiles; adquirir algunos dominios más y un largo etcétera de pequeñas cosas.
Hemos tipificado cuatro pequeñas cuotas de patrocinio en Patreon, empezando por 5 dólares —4,44 euros—, y dos cuotas superiores en cuantía, la quinta y la sexta, por si entre nuestros lectores se cuenta algún filántropo potentado. 4,44 euros es menos de lo que muchos desembolsamos el día en que compramos un periódico y nos tomamos un café con leche y un croissant en un bar. Pero si quinientos o setecientos lectores, de los cien mil que nos leen, aportaran esa pequeña cantidad, podríamos continuar esta maravillosa aventura que es Ataraxia Magazine con un mínimo desahogo. Encontrarás el enlace a Patreon bajo mi firma, y también al pie de todas las páginas de la revista. También la posibilidad de aportar, de forma puntual, 1 euro a través de Paypal.
Gracias por ayudarnos. Y si no entra dentro de tus posibilidades poder hacerlo, gracias también. Ayúdanos, en cualquier caso, compartiendo y recomendando en la red la lectura de este editorial y del resto de la revista. El número 11 de Ataraxia magazine es todo vuestro. Disfrutadlo.
Un cordial saludo y la gratitud de todo el equipo.
Puedes seguir a Julio Murillo en Twitter @JulioMurillo57
Ataraxia Magazine es un digital de lectura gratuito en Internet. Publicamos a lo largo del mes más de una treintena de extensos artículos y columnas de política, sociedad y cultura, fruto del esfuerzo y dedicación de un equipo de más de quince periodistas, escritores, juristas, abogados, economistas y expertos en todo tipo de materias. Cada número supone no menos de 400 horas de trabajo colectivo. Garantizar la continuidad de una iniciativa de estas características sin financiación es imposible. Si te gusta nuestra publicación te pedimos que contribuyas, en la medida de tus posibilidades, a su continuidad; o bien patrocinándola mediante una mínima cuota mensual de 5 dólares (4,45€) a través de PATREON (hallarás el enlace tras estas líneas) o bien aportando mínimas cantidades, a partir de 1€, mediante un micropago utilizando PAYPAL (enlace tras estas líneas). GRACIAS por tu ayuda. Deseamos poder seguir brindando a nuestros lectores textos y contenidos de calidad de forma abierta y accesible a todos.
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