Que la Generalitat de Cataluña es una institución corrupta, copada por los nacionalistas, presidida por una ley de silencio, u «Omertá», al más puro estilo mafioso siciliano, es sabido por todos. Es un secreto a voces. Nada nuevo. De hecho, todo en la Cataluña nacionalista, la Cataluña de Jordi Pujol, Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra, es «Costra Nostra», cosa de «famiglia» —difícil precisar cuántas son esas familias; acaso trescientas, lucradas y españolísimas en los días en que todo iba viento en popa, antes de la pérdida de las últimas colonias— que controlan, cual Club Bilderberg de Patanes Provincianos, el azaroso y triste destino de esta tierra maldecida por la infamia y por casi una década de maldito «Procés» de reafirmación y odio colectivo.
Entre los testigos que han desfilado hoy ante el juez Marchena y el resto de magistrados del Tribunal Supremo, tras las demoledoras declaraciones de Enric Millo y Pérez de los Cobos, hemos tenido oportunidad de comprobar hasta qué punto los largos brazos del poder silencian voces y compran voluntades. Han sido tres los testimonios a los que me voy a referir, tres, y ninguno bueno. Tres testimonios amordazados, comprados, al margen de que en lo político pudieran los tres, o alguno de ellos, comulgar con el credo nacionalista, supremacista e hispanofóbico impartido desde el Palau de la Generalitat.
Hoy, entre el testimonio del responsable del Puerto de Palamós —que ha narrado cómo recibió orden desde la Autoridad Portuaria Central de Barcelona, controlada por Turull, de no dejar atracar a un buque hotel que alojaba a Policía Nacional— y los testimonios de informáticos a los que se sondeó para que crearan una aplicación de voto electrónico para catalanes residentes en el extranjero, han testificado tres personas vinculadas al mundo del diseño, la creatividad gráfica (campañas, publicidad, páginas web) y las agencias de comunicación o Agencias de Medios. Esos tres testimonios han mentido, o no han contado la verdad, hurtando parte de la información. Lo han hecho de forma palmaria, al menos de forma muy evidente a los ojos de un profesional del mundo de la creatividad. Lo voy a explicar.
La primera persona en subir a la palestra, o al estrado, ha sido Teresa Guix, diseñadora de páginas web y responsable de crear el portal o sitio «pactepelreferendum.cat» («Pacto por el referéndum»). Desde el primer momento ha llamado la atención por contestar a una ráfaga de preguntas con un sucinto «no lo recuerdo». Tan poca memoria ha demostrado tener que hasta Marchena le ha llamado la atención, haciéndole ver que eso no era normal. No recordaba la página que diseñó, no recordaba los contenidos, no recordaba si era una página interactiva o pasiva, no recordaba si permitía inscribirse y aportar datos personales. No recordaba su finalidad, no recordaba, en definitiva, nada. Y alegaba que los diseñadores no prestan atención al contenido. En su caso ha manifestado que a ella sólo le obsesiona el diseño. Es decir: defendía la idea de que los diseñadores sólo se preocupan de la «estética», cuando eso es notoriamente falso. Yo soy, además de periodista y escritor, director creativo, diseñador, director de arte, responsable de infinidad de grandes campañas para grandes marcas, con cuarenta años de experiencia a mis espaldas, y puedo afirmar con rotundidad que nadie diseña nada sin entender el contenido, la finalidad, lo que se debe transmitir, lo que debe contener. Nadie diseña nada sin leer e imbuirse del mensaje, el slogan, el argumento «editorial» del anuncio, ya sea una web, un folleto, una revista o un póster . Ha negado guardar los archivos. Falso. Ningún diseñador se desprende de creatividad que pueda tener futuras aplicaciones. Ha afirmado que ya no trabaja para la Generalitat, pero a los veinte minutos ha dicho que aún trabaja en tres proyectos no conclusos para la Generalitat (lapsus y contradicción). Finalmente ha asegurado que no quiso cobrar ese trabajo por temor a que eso le reportara complicaciones con la ley. Debemos entender, por tanto, que emitió factura de abono negativa para anular la factura o bien que decidió perder todo el dinero y no facturar.
A continuación ha testificado Olga Solanas, directora de la agencia de comunicación Focus Media, responsable de gestionar numerosas campañas para la Generalitat. En este caso la campaña en cuestión era la referida al «Registro de Catalanes en el Exterior», destinada a publicarse en prensa. Ha afirmado no saber, conocer ni recordar el contenido de esas páginas (una campaña puede presentar diversas páginas u originales, con variaciones mayores o menores entre una y otra), porque de la creatividad se encargaba un tercero, un estudio gráfico que elaboraba el diseño y la distribución de los elementos de las páginas (textos, imágenes, logotipos, direcciones). Eso es factible. Muchas agencias de medios subcontratan el diseño a estudios gráficos, pero los bocetos, originales o el denominado «Arte Final», siempre pasan por el director de medios, que supervisa el trabajo, lo presenta al cliente (la Generalitat en este caso) y de ser aprobado «cursa» la orden de inserción en las páginas reservadas (contratadas) previamente en periódicos o revistas. Un director de medios «vive» la página y actúa de correa de transmisión entre cliente y diseñador de principio a fin. Es decir: mentira, mentira y mentira. Olga Solanas ha afirmado que la página se facturó pero que no se cobró, posiblemente porque se emitió una factura de abono en sentido negativo o de descuento. Focus, según ha dicho, gestiona muchas campañas de la Generalitat, por lo que aquí se aplica lo de «lo no comido a cambio de la ganancia futura al cuadrado».
El último en testificar ha sido Ferran Burriel, director de la agencia de comunicación Nothingad Comunicación SL. También ellos trabajaron en otra campaña similar a la ya descrita, por importe de 80.000 euros que han preferido no cobrar y dar por perdidos a pesar de haber emitido factura. Alega que desconocía que la Generalitat tenía orden de parar cualquier proyecto o asunto referido al referéndum.
Todas esas medias verdades, falsedades, olvidos, negaciones, mentiras evidentes y balones fuera de banda que animan a unos y a otros sólo se entienden, en la Cataluña actual, a la luz de esa «Omertá» de la que hablaba al principio, de ese pacto de silencio, de ese encubrimiento que todo lo tapa y diluye.
Comparecen ante el Tribunal Supremo prometiendo o jurando decir la verdad. Pero su verdad no tiene recorrido alguno. En el peor de los casos mienten, en el mejor, desfiguran, difuminan y crean cortinas de humo. Es más importante «nadar y guardar la ropa», no traicionar a la «familia», a la mano que les da de comer, a la patria, a la estelada. Son partisanos, el ejército no uniformado que ha convertido a Cataluña en un verdadero estercolero.
Puedes seguir a Julio Murillo en Twitter @JulioMurillo57
email de contacto: ataraxiamagazine@gmail.com
Síguenos en Twitter: https://twitter.com/ataraxiamag
Síguenos en Facebook: https://www.facebook.com/ataraxiamagazine

