El concepto «líquido» del titular no es casual o accidental. Quien tenga a mano la red que la utilice, porque hablar de libros es casi una herejía en estos tiempos que corren. Debería buscar la teoría filosófica de la sociedad denominada líquida del autor polaco-inglés Zygmunt Bauman. En resumen contempla estos tiempos que vivimos como una ruptura con las instituciones y las estructuras fijadas por nuestros antepasados.
Si tienen mi edad, entre los 40 y los 50, recordarán que nuestros padres siempre hablaban del amor verdadero, del trabajo definitivo y de la profesión de tu vida. Ahora la realidad es que esa historia y visión, que incluso podríamos considerar pragmática, es difícil de explicar a nuestros hijos. La sociedad ha evolucionado de un estadio más grupal a uno más individual. No importa el conjunto, sino las partes: lo que hacemos nosotros o lo que hacen otros; nunca, o pocas veces, lo que podemos hacer entre todos.
«La teoría filosófica de la sociedad denominada líquida del autor polaco-inglés Zygmunt Bauman contempla estos tiempos que vivimos como una ruptura con las instituciones y las estructuras fijadas por nuestros antepasados.»
Ese concepto queda bien definido en el día a día. Amores fugaces, viajes sin rumbo, trabajos inestables, o peleas individuales contra el sistema. Una realidad que aún no ha sido visualizada, ponderada, todavía, por la mayoría de las fuerzas políticas de España. Irónicamente podríamos decir que los dos grandes partidos, PSOE y PP, o PP y PSOE, siguen instalados en paradigmas propios del siglo pasado. Todo compacto, bloques unitarios, y que nadie se salga de la línea.
Han confundido Cataluña con España. La constatación de que ese modelo de bloques sí existe en Cataluña, confunde a más de un analista al trasladarlo al conjunto de España. Con humildad creo que se equivocan. Cataluña en eso no es España. Es, y perdón por la crudeza de la expresión, una sociedad políticamente retrasada, que aún no ha salido de la involución que supuso el franquismo. La sociedad catalana surgida con la democracia fue una mera continuación del mismo poder familiar del brazo en alto, la «famiglia». Algo así como un postfranquismo tardío. Allí donde conceptos como unidad, pueblo, himno y bandera han continuado obviando que las sociedades evolucionan.
«…Cataluña en eso no es España. Es una sociedad políticamente retrasada, que aún no ha salido de la involución que supuso el franquismo. La sociedad catalana surgida con la democracia fue una mera continuación del mismo poder familiar del brazo en alto…»
Andalucía ha sido el primer ejemplo de la liquidez de la política en España. Ya no hay bloques. Ya no hay izquierdas y derechas. Hoy se vota a Podemos y mañana, a Vox. La gente, aunque algunos no lo quieran entender, ya no se dejan llevar por mensajes televisivos o grandes proclamas. Simplemente quieren convertir su realidad, su calle, su vicisitud, en el centro de la política. Y si a un potencial votante le roba un inmigrante querrá una política contra los inmigrantes ilegales. Mover un voto no es mover un bloque, es simplemente acercarse a la gente y explicarle la historia que quiere o necesita escuchar.
Por todo eso, algunos creemos que el gran error de Ciudadanos, en el caso Inés Arrimadas, es simple de explicar. Se aleja de su centro, de su calle, de los problemas que sufre la gente, y se va a un castillo de cristal desde donde su presencia mediática, y ya veremos cómo se concreta en el día a día, no acertará nunca con el fondo del mensaje. No porque su mensaje sea peor o mejor, sino simplemente porque su mensaje no se trasmite desde el lugar donde quiere y exige el votante… la calle.
«Pedro Sánchez, cuando lo perdió todo, no se dedicó a ir a los medios de comunicación a llorar sus penas. Todo lo contrario: manta, carretera y coche.»
Los tiempos de las proclamas, de las grandes campañas, se han acabado al albor del individualismo de la «sociedad liquida», cabalgando con fuerza por España. Ahora los dirigente deberían despedir a todos sus asesores y plantear su campaña como un trabajo de campo de 24 horas. Minuto a minuto en la calle, buscando desesperadamente conectar con su gente. Un ejemplo, vergonzoso en otros temas, pero acertado en éste, lo tienen en Pedro Sánchez. Cuando lo perdió todo no se dedicó a ir a los medios de comunicación a llorar sus penas. Todo lo contrario: manta, carretera y coche. Fue en persona a hablar con quien debía decidir y ganó. La política ahora es eso.
Por lo tanto cualquier candidato que quiera ganar las elecciones deberá recorrer, día sí y día también, las 50 provincias de España de una forma ágil y bajo la atenta mirada de la estadística. Quienes creemos conocer España sabemos que la presencia de un líder en localidades menores, como cabeceras comarcales, es un acontecimiento importante. De hecho puede ser importantísimo si el candidato es capaz de inmiscuirse en la realidad de la gente. No vale lo de llegar e irse. Para hacer política toca ahora llegar, pasear, cenar, dormir y levantarse al lado de los votantes. El líquido, como todos sabemos, una vez vertido es difícil de limpiar. Un bloque simplemente se coge y se tira. El objetivo de los candidatos debe ser impregnar, como un líquido, a sus votantes; desde ayer hasta el día posterior a las elecciones. Tan simple como eso.
Carles Enric López
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