Cada día es más difícil sacar rentabilidad a esos ahorros que tanto esfuerzo nos cuesta conseguir.
En un mundo caracterizado por los bajos tipos de interés (negativos en algún activo) es difícil encontrar alternativas cuyo binomio rentabilidad-riesgo nos dé una cierta garantía de tranquilidad y a la vez alguna alegría a nuestro dinero.
El ciudadano de a pie, siempre el más vulnerable, sufre en sus ahorros la incapacidad de rentabilizarlos sin asumir cierto nivel de riesgo. Los activos tradicionales, como los depósitos, cuentas a largo plazo y activos monetarios líquidos a corto plazo, no son alternativa interesante como inversión. Ello nos lleva a buscar otras familias de activos que nos permitan remunerar el ahorro, lo que implica asumir más riesgo.
Esa es una de las razones, más allá de la actuación de los bancos centrales, de que nos encontremos con unos niveles de liquidez muy altos y en búsqueda de la rentabilidad. Sobra liquidez, faltan alternativas rentables.
El activo que más se extendió desde los años 80 en la población minorista, que fue la Bolsa, con sus atractivas privatizaciones de empresas punteras del país y tamaño suficiente para mostrarse como activos líquidos en momentos difíciles, permitieron que un 25% de las empresas cotizadas acabaran en manos de pequeños inversores. Recordad las “Matildes”, los “Repsoles”, las “Acesas” y algunas compañías más, cuyos tramos minoristas en las salidas a Bolsa eran la garantía del éxito de la operación. En no muchos años esos tramos minoristas han ido desapareciendo, dejando la operación en manos de clientes institucionales y en su mayoría extranjeros. Véase el reciente boom de las principales Socimis que han salido al mercado, acompañados por los más prestigiosos “Hegde Funds” o fondos de inversión alternativa, que se han convertido en los protagonistas de las portadas de nuestros principales periódicos “salmón”. El minorista ha sido olvidado en las salidas a Bolsa de los últimos años. Y cuando se han acordado de él, la evolución no ha sido muy satisfactoria.
La evolución de los mercados bursátiles en el pasado 2018 ha dejado un amargo sabor de boca en los bolsillos de los unos y de los otros. Valores que tradicionalmente eran considerados seguros o “refugio” se han convertido en auténticas pesadillas en las carteras de los inversores. Los bancos han sufrido caídas superiores en algún caso al 40%, como Sabadell y Bankia, y otros cercanas al 30%, como Santander, BBVA y Caixabank. Telefónica arregló algo la foto en el último trimestre y “sólo” cayó un 6.2%. Y valores como Inditex, refugio de tantos minoristas, acabó cerrando el año con caídas cercanas al 20%. Sólo las “Utilities”, es decir eléctricas y gasistas, cerraron el año en positivo. Ya ni los valores tradicionalmente seguros ofrecían tranquilidad para los ahorros. El problema del IBEX es un peso muy relevante de Bancos, Telefónica, Utilities e Inditex. Poca representación del resto de sectores.
La Renta fija tampoco ha servido de refugio en un año especialmente convulso, donde las rentabilidades han brillado por su ausencia y la alta volatilidad ha provocado sustos innecesarios en activos que en teoría se ofrecen como alternativa más tranquila, especialmente para los que no invierten a vencimiento. Hay que recordar que los bonos también cotizan y su precio oscila en el mercado secundario, como así aprendieron los inversores en la crisis del 2008. Lo único fijo es el tipo de interés al que se compra si se mantiene hasta el vencimiento.
También hay que señalar que las previsiones de los expertos se han alejado mucho de lo que se estimaba en los informes anuales presentados a inversores a principios del 2018. Sólo hay que ver la “no” rentabilidad obtenida por los fondos y las carteras al cierre del año.
¿Y qué hacemos con los ahorros y a qué nos enfrentamos en 2019?
El inversor de a pie empieza a familiarizarse con algunas palabras, ya desgastadas por su uso, como son: desaceleración, guerra comercial, burbuja de deuda, reducción de estímulos de bancos centrales, curvas invertidas de tipos de interés, subidas graduales de tipos, etcétera.
Esto unido a situaciones geopolíticas que generan inestabilidad, como son Italia, Francia, situación política en España, USA-México, Venezuela o Brasil, generan un caldo de cultivo muy difícil de estimar por los expertos y cuyos resultados siempre son imprevisibles. Destaco al margen la situación con el Reino Unido y el Brexit, que merecería varios capítulos de profundo análisis en función de su resultado final. Recordar que la decisión de salida del Reino Unido provocó la mayor caída intra day de las cotizaciones bursátiles, nunca vista en mi larga carrera profesional.
Con todo esto, la pregunta a hacerse es: ¿Qué tipo de inversor somos? ¿Qué niveles de inversión tenemos disponibles? ¿Qué riesgos podemos asumir?
Esas son las tres claves que uno debe preguntarse a sí mismo, para no cometer errores de bulto en la búsqueda de la rentabilidad. No arriesguemos más de lo necesario y no queramos ser los inversores que no debemos ser.
Nos enfrentamos a un 2019 en el que veremos revisiones de las estimaciones de beneficios iníciales, a lo largo del año, en la medida que vayamos conociendo los datos reales. La temporada de resultados comienza ahora y los analistas ya apuntan a algunas decepciones respecto de las estimaciones realizadas. Es un año para ser muy flexible para aquellos inversores más arriesgados y de corto plazo, ya que los escenarios cambiarán muy rápidamente y con volatilidades altas.
Para los menos arriesgados, y con más visión a largo plazo, la estructura inicial de la cartera y las decisiones de en qué activos estar invertidos, serán la clave. Preservar el patrimonio puede ser una máxima.
En EE.UU. veremos menor crecimiento de beneficios, después del efecto fiscal del año pasado, pero seguirán creciendo y a buen ritmo. La subida de tipos parece que se retrasa según la FED a 2020. Sólo falta ver la solución final a la guerra comercial con China. Trump quiere un dólar débil y así lo auguran las casas de análisis que estiman un euro a 1,18 dólares para 2019.
En Europa habrá de todo como en botica. Menor crecimiento claramente, pero también economías, como la española, que seguirá creciendo en el entorno del 2%. Y los tipos parece que seguirán estables, con tendencia a subir ligeramente. Euro algo más fuerte.
En Emergentes, Brasil parece que quiere ser el protagonista este año, con el nuevo presidente, y de momento las cosas marchan bien. Ha empezado muy bien el año y está en el foco de los inversores.
En China se ve menos crecimiento y una expansión de sus inversiones fuera del país cada vez más fuerte, en búsqueda de sectores relevantes. Hay que tenerles muy presentes, dada su gran influencia en los mercados, sobre todo como tenedores de bonos americanos.
El principio del año en las bolsas ha sido bastante bueno y con entrada de flujos netos en los fondos de renta variable, renta fija y con los emergentes como Brasil a la cabeza. En Europa y EE.UU. sin embargo se ha visto salida de fondos netos en el comienzo del año.
Los inversores siempre incrementan posiciones al principio del año en los activos elegidos, para poder corregirlas, si es necesario, el resto del año.
Es evidente que la bolsa es un activo que en la situación actual de tipos de interés ofrece rentabilidades por dividendo muy superiores a cualquier otro del mercado, y en compañías con cierta predictibilidad en su evolución futura de resultados y garantía de pago de dichos dividendos. Podemos encontrar Compañías muy sólidas con dividendos en el rango del 4% al 7%, desde socimis como Merlín, pasando por Telefónica, Repsol, Energéticas o algún grupo de media como Antena 3 o Mediaset. Y en valores de pequeña y mediana capitalización podemos encontrar mucho valor en algunas compañías, pero con liquidez más reducida y menos visibilidad. Las energéticas ya hicieron un buen cierre del año en 2018.
Las bolsas han empezado el año con unos ratios relativamente baratos, aunque hay que poner el énfasis en las posibles reducciones de estimaciones que podemos ver a lo largo del año en las cifras de sectores y compañías. La bolsa española aparece con unos ratios muy atractivos respecto de otros mercados, y si no hay ningún cambio significativo en regulación, o de carácter “no económico”, en principio sería una buena alternativa. No es momento de centrarnos en muchos números ni ratios, ni en recomendaciones puntuales. Todo llegará.
Una alternativa que se va haciendo más popular, en la medida en que se lanzan fondos específicos y con acceso a inversores profesionales pero de menor envergadura, es el Private Equity, el Capital Riesgo y los Fondos de Deuda Alternativa o Asset Class. Instrumentos muy poco líquidos, con horizontes de inversión entre 3 y 5 años, pero que seleccionando bien los fondos y las gestoras que los gestionan, pueden dar rentabilidades muy atractivas, superiores a la bolsa, pero sin liquidez inmediata. Son productos destinados a excedentes de ahorro que no vamos a necesitar en un periodo de tiempo y que no nos estrangulen la economía doméstica en momentos de inestabilidad. Hay una gran variedad de fondos con diferentes estilos de inversión y enfoques, que cada vez se comercializan más al público en general. De hecho algunas gestoras, como Altamar ya están en acuerdos con bancos para comercializar esos productos en un cliente diferente al institucional y con unos niveles de inversión inferiores.
En Renta Fija, la situación de los tipos y la reducción de estímulos por parte de los bancos centrales, seguirá manteniendo una incertidumbre en plazos y rentabilidad a lo largo del 2019. Podemos seleccionar algunos bonos corporativos, cuyas rentabilidades son muy aceptables y competitivas, pero son productos algo más sofisticados y para inversores con acceso a información que les permita evaluar dichos activos en función de cada movimiento del mercado. En Deuda Pública la situación no cambiará mucho con respecto al 2018, a no ser que los bancos centrales den una sorpresa, que de momento no parece sea el caso. Poca rentabilidad y mucha incertidumbre en la reducción de las carteras de los bancos centrales.
Otra alternativa que han elegido los inversores es la búsqueda de la rentabilidad en el ladrillo. Muchos inversores, especialmente internacionales, se han refugiado en un sector muy vapuleado por la crisis del 2008 y que empieza a recuperarse poco a poco, y con rentabilidades razonables. Es cierto que los activos más atractivos como son oficinas, locales comerciales y logística, ya han sufrido la compresión de “yields”, tras la avalancha de compras que los institucionales han protagonizado desde hace ya tres o cuatro años.
Sin embargo, la escasez de oferta de vivienda nueva y la cara alternativa de la segunda mano, permitirá que las nuevas promociones que salgan al mercado tengan una buena demanda que la sostenga. Otra asunto es la concesión de hipotecas por parte de los bancos, dada la incertidumbre regulatoria que se ha vivido con los costes derivados de las mismas.
Para el inversor minorista el mundo de las Socimis abre un amplio abanico de posibilidades para invertir en el sector a través de expertos y en valores líquidos y cotizados en Bolsa. Se puede elegir el tipo de activo en el que se quiere invertir, dada la especialización de muchas de ellas, o simplemente diversificar en las que más variedad de activos mantienen en su cartera. Con planes estratégicos muy definidos e información recurrente por estar cotizadas, permiten al inversor ver la evolución de las expectativas presentadas por sus gestores. Es un producto de inversión a medio-largo plazo poco popularizado en España, pero muy desarrollado en USA, UK y Alemania (los llamados REITs). En España los grandes bancos no lo han acercado al inversor minorista, por su condición de activo “fiscalmente beneficiado”. Y dadas las presiones de algunos grupos políticos como Podemos, que pretenden cambiar su estructura fiscal, los bancos prefieren comercializarlo con un carácter más restrictivo. Sin embargo es una gran manera de invertir en el sector inmobiliario de una manera sencilla, diversificada y líquida.
La única duda que planea sobre el sector inmobiliario, es la cantidad de activos y créditos en manos de los inversores institucionales extranjeros comprados a la banca recientemente (unos 180.000 mill. de euros) que en algún momento saldrán al mercado y provocarán algún desequilibrio en algún segmento concreto. Nombres como Cerberus, Lone Star, Blackstone, Apollo, Oaktree empiezan a ser conocidos en las portadas de nuestros periódicos.
Las nuevas plataformas de alquiler turístico están favoreciendo la inversión de particulares con liquidez en pequeños apartamentos y viviendas céntricas para reformar, que una vez alquiladas generan una rentabilidad cercana al 4.5%. Es una alternativa cada vez más usada por los viajeros e itinerantes de las grandes ciudades. Supone una exposición directa al ladrillo y no diversificada, pero una forma rentable de sacarle partido a los ahorros.
En mi opinión, y teniendo en cuenta el abanico de riesgos a los que nos enfrentamos este año, siempre es recomendable ponerse en manos de expertos a la hora de decidir la estructura de inversión de nuestros ahorros. Definir bien el perfil de riesgo y diversificar la cartera para no depender en exceso de activos concretos. Hoy en día hay muchos más asesores independientes que hace años, con una trayectoria profesional impecable y criterios de gestión y comisiones transparentes y razonables. Ya no hay que depender sólo de los bancos para rentabilizar nuestros ahorros y alimentar los propios productos por ellos comercializados en sus redes.
Creo que el primer semestre dará oportunidades de entrada en los mercados a precios inferiores en los actuales. Hay muchos factores exógenos que pueden provocar volatilidad en los mercados y caídas en los precios, como son el Brexit, la Guerra Comercial USA-China, datos económicos de desaceleración, resultados empresariales algo decepcionantes, etcétera. En España tenemos el juicio del 1-0, las elecciones municipales y autonómicas, y las nuevas medidas fiscales que entran en vigor, de las que iremos viendo resultados en el empleo y actividad económica a lo largo del primer semestre.
Por eso creo que debemos ir racionando las inversiones en la medida que el mercado se vaya ajustando a la realidad de cada momento. Comprar muy selectivamente ahora y esperar con liquidez para signos de entrada a precios más baratos, a medida que el mercado se ajuste a los acontecimientos. El saldo final del año creo y espero que sea positivo y mejor que el 2018. Pero seamos selectivos y elijamos bien los “timings” de entrada. Y si nos equivocamos, reaccionemos rápido y asumiendo un nivel preestablecido de pérdidas asumibles. Siempre hay que ponerse un “stop loss” y cumplirlo.
Suerte y buenos vientos para nuestras inversiones.
Álvaro Shares
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Álvaro Shares es un licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por el CEU y la Universidad Autónoma de Madrid, que ha sobrevivido a 31 años de experiencia en la bolsa española, en firmas de primera fila del sector financiero como JP Morgan o BBVA, entre otras. Desde el año 86 ha visto y seguido la evolución del profundo cambio que han sufrido los mercados hasta la actualidad. Desde el crash del 87 hasta el Brexit del 2016, así como la evolución tecnológica y el desarrollo de nuevas alternativas de inversión, siempre de la mano de los principales inversores nacionales e internacionales. Mucho mundo a sus espaldas y muchos viajes con los principales directivos de las compañías españolas. Y con ganas de seguir aprendiendo.
