Obrero de la información, periodista de larga trayectoria, de los de antes, de los que pisa la calle a diario; director del digital e-notícies —uno de los pocos periódicos plurales y críticos de Cataluña en internet— e independentista desde los días en que el independentismo era un páramo desolado, Xavier Rius es una de las voces más lúcidas, coherentes y críticas a la hora de analizar e intentar comprender el «problema catalán». Hombre culto y lector ávido, dotado de un fino sentido del humor y de la ironía, de los que no está para lisonjas, aplica el escalpelo y disecciona el esperpento en que se ha convertido la política catalana, por obra y gracia de unos enajenados camino de Ítaca. Él es, en resumidas cuentas, el independentista incómodo, no subvencionado, que va por libre y que se ha convertido en un grano de arena en el zapato, o en el culo, del nacionalismo hiperventilado. Hoy habla en exclusiva para AtaraxiaMagazine.
—Eres un periodista de larga trayectoria, de los que está siempre en la calle, detrás de la noticia. Eres muy conocido en Cataluña, sobre todo por ser una de las pocas voces críticas que se ha atrevido a denunciar desde e-notícies, el digital que diriges, la marrullería y desatino de nuestros políticos y las muchas incoherencias del independentismo; pero posiblemente muchos de los lectores que visitan Ataraxia desde otros puntos de España sepan poco de ti… ¿Te importaría que empezáramos a hablar tras una breve presentación por tu parte?
Yo, en mi perfil de twitter, me defino como “indepe cuerdo”. He estado toda la vida a favor de la independencia y no me hagan cambiar a mi edad —55 tacos mal llevados—, porque suficientes conversos tiene el proceso ya, entre Ernest Maragall, Toni Comín, Raúl Romeva, Ferran Mascarell, etcétera; si bien el más converso de todos ha sido Artur Mas. Mas descubre el catalanismo cuando entra a trabajar en la Generalitat, enchufado por su padre.
Yo, no. Te voy a contar un secreto: a los catorce o quince años, me hice de Convergencia y de las juventudes del partido, la JNC, sector hiperventilado, y a escondidas de mi padre, que era muy facha. Pujol ni siquiera había llegado a presidente. Debía ser el 78 o el 79. Luego lo dejé y me dediqué a estudiar y al periodismo. Me di cuenta de que aquello era, si me permites la expresión, una merienda de negros. La mayoría lo único que querían era medrar o abrirse paso a codazos. (Digresión: Precisamente, el día que José María Aznar presentó su último libro en Barcelona, me acerqué a Ana Botella y le dije que lo más importante que había dicho en su vida —aparte del “relaxing cup of coffee”— era aquello de que había que suprimir las juventudes de todos los partidos, porque solo servían para ser utilizadas como trampolín.) Pero lo que te decía, volviendo a lo nuestro: Mas ni siquiera era independentista. En el libro que le hizo Pilar Rahola, La máscara del Rey Arturo, todavía dice que «CDC no lleva la independencia en su programa porque perderíamos votos. Sería un héroe, pero en vez de 60 diputados sacaríamos 30». Y eso que el libro es del 2010. ¡Además, es exactamente lo que ha pasado!. Ha dejado un paisaje lunar, un desierto, tierra quemada. Empezando por su propio partido: los de la Crida de Puigdemont quieren, ahora, devorar al PDECAT.
Si me hubiera quedado, por supuesto que quizá habría llegado a consejero —algunos de mi época llegaron— o me tendrían a pan y cuchillo en TV3. Yo había ido a manifestaciones con el exconsejero Joaquim Forn, entre otros. Además, voy a darte otra razón: está bien que yo no sea otro converso —ni siquiera en el camino inverso—, para demostrar que no todos los indepes estamos tan zumbados como Torra o Puigdemont. No, no… Los hay, pocos, que tenemos los pies en el suelo, que siempre hemos dicho que no se pude conseguir la independencia con sólo el 47% de los votos. Esa es la clave de todo.
«Está bien que yo no sea otro converso —ni siquiera en el camino inverso—, para demostrar que no todos los indepes estamos tan zumbados como Torra o Puigdemont. No, no… Los hay, pocos, que tenemos los pies en el suelo…»
Dicho todo esto déjame decirte también —a ti y a los lectores— que ahora no es el momento de la independencia, ahora es el momento de “recoser” la sociedad catalana por dentro. Habría que hacerle un homenaje a Aznar, porque cuando vaticinó aquello de que «antes que España, se romperá Catalunya» dio en el clavo. Ya sé que esto de “recoser” la sociedad catalana lo decía Arrimadas, pero también el presidente del Parlament, Roger Torrent, d’Esquerra, en cuanto llegó al cargo. Yo, ese día, lo felicité por twitter.
En fin, ya está todo dicho. Ya no hace falta que hagamos la entrevista.
—¡Jajaja! ¡Nada de eso! Vamos a hablar, largo y tendido. Y como nuestras entrevistas son, en realidad, distendidas y plácidas conversaciones, vengo bien armado: chocolatinas, carquinyolis, botella de ratafía —por si te me pones muy indepe—, una de cava, y una de whisky. Si nos bebemos todo esto arreglamos el mundo o acabamos de hundirlo…
No te rías. ¿Sabes qué ha hecho este gobierno? Nada: promocionar la ratafía, la leche cruda —¡la consejera de Agricultura!— y poca cosa más. Bueno, sí, ahora han comprado un camión para colocar más rápidamente los conos en el Túnel del Cadí. Claro, como todos ellos van a esquiar a la Cerdanya, se ahorran las colas.
Y viajar. Muchos viajes. Decían que querían gobernar por Skype y no paran de ir a Waterloo a pedir instrucciones a Puigdemont. Sólo se dedican a crear chiringuitos o a vender humo: que si el Consejo de la República, que si la Oficina de derechos civiles, que si la marcha de no sé qué, que si el Comisionado del 155. ¡Pónganse a gobernar!
¿Sabes que hizo Torra en plena crisis del taxi, con miles de coches ocupando la Gran Vía? Pues se fue de excursión a Gerona. Sí, sí, de excursión. En solidaridad con unos estudiantes encerrados en la universidad por las últimas detenciones. Entre otros, un sobrino suyo.
«Voy a ser franco: Catalunya no tiene arreglo. En situaciones normales, en caso de una crisis grave como ésta, los países suelen hacer gobiernos de unidad, que es lo que hizo Churchill en la II Guerra Mundial. En este caso, ¿cómo van a hacer aquí un gobierno de unidad, si ni siquiera se hablan en los pasillos del Parlament?»
Voy a ser franco: Catalunya no tiene arreglo. En situaciones normales, en caso de una crisis grave como ésta, los países suelen hacer gobiernos de unidad, que es lo que hizo Churchill en la II Guerra Mundial. En este caso, ¿cómo van a hacer aquí un gobierno de unidad, si ni siquiera se hablan en los pasillos del Parlament? Además, la base de la democracia es clara al respecto: cuando unos gobiernan y lo hacen mal, los electores los corren a gorrazos. En Cataluña, no. Cataluña es una especie de dictadura perfecta. Lo digo en plan boutade porque, por supuesto, votamos cada cuatro años. Y no se puede comparar nunca un régimen parlamentario con una dictadura. Pero aquí, más o menos mandan siempre los mismos. Pujol no tocó nunca la Ley Electoral. Somos la única comunidad sin ley electoral propia. La excusa era que no había consenso. ¿Pero cómo la iba a tocar si le beneficiaba? Un voto en Barcelona vale menos que en las comarcas de Lérida o de Gerona. Por eso, aunque el soberanismo lo haga muy mal, la oposición sólo puede aspirar, como mucho, a que pierda la mayoría absoluta. No hay oposición: Ciudadanos por sí sólo no llega, claro. ¿Y quién gobernaría? ¿Te imaginas a Ciudadanos, PSC, Comunes y el PP gobernando juntos? No, es imposible.
—Eres un periodista dotado de una fina veta irónica, tus lectores conocen perfectamente tu amor por el humor. Te confieso que aún me duele la mandíbula de tanto reír con tu última “salida por peteneras”. Me refiero a ese vídeo divertidísimo que has colgado en las redes, en el que vestido de faralaes y con mocho rosa en la cabeza parodias a Puigdemont, instándole a aprender flamenco, porque tiene todo el tiempo del mundo. ¿Cómo se te ocurren esas genialidades? ¿Eres consciente de que los independentistas pasarán de odiarte, como ya te odian, a intentar eliminarte?
—Es que un día salió el abogado de Puigdemont por la tele, Jaume Alonso-Cuevillas, y dijo que le desaconsejaba volver, que lo que mejor que podía hacer era aprender flamenco. Así que, ni corto ni perezoso, alquilé un vestido de bailaora, grabé el vídeo y lo colgué en las redes sociales. No te creas, yo soy un tío muy serio, más bien tímido y poco inclinado este tipo de frikadas. Pero te das cuenta de que cuando haces un artículo muy trabajado, tienes, en el mejor de los casos, 4.000 o 5.000 lectores en una semana. Si grabas un vídeo, los tienes en apenas unas horas. Y no hace falta que sea un video friki. Es normal, estamos en la época de internet. A la gente le gusta más ver que leer.
Fue también una manera de romper el silencio al que nos tienen sometidos. A nosotros, e-notícies, no nos citan nunca, ni nos invitan a tertulias… ¡Nada, a pan y agua, como el conde de Montecristo! Cómo será la cosa, que un día escuchaba a Mónica Terribas en Catalunya Ràdio a primera hora de la mañana y, claro, citaba a los suyos: creo que el Ara —trabajó en el Ara antes de Catalunya Ràdio—, Vilaweb y creo que hasta La Directa, la revista de la CUP.
Pero lo entiendo perfectamente: imagíname a mí o a López Tena en una tertulia de TV3 o de Catalunya Radio diciendo verdades: Que no se puede hacer la independencia con sólo el 47% de los votos; que no nos mira ni Dios —lo digo por lo de El món ens mira (“el mundo nos mira”)—; que nadie en la UE nos ha dado apoyo… En suma: que nos han engañado, y sobre todo a sus electores ¡Se les hunde el chiringuito! Le da un síncope a la audiencia. El proceso ha sido un castillo de naipes desde el principio. Está lleno de medias verdades, posverdades, fake news y eufemismos. En la mayoría de los casos, y esto es lo más triste, con la contribución de la prensa. Por activa o por pasiva.
«Lo que realmente pasa es que la política catalana ha alcanzado tal nivel de frikismo que el periodismo sólo puede ir a la zaga si se pone a su nivel. ¡Pero si hasta tenemos dos presidentes! ¡Sólo hablan de presos políticos y exiliados!. ¡Hombre, no me jodas! Lo de Tarradellas sí que fue un exilio…»
—¿En la redacción de e-notícies, tus compañeros, redactores, subalternos, secretarias, se ríen con ocurrencias como esa, o más bien ponen cara de circunstancias y miran al cielo? Digo yo que por lo menos el 47% de ellos serán independentistas y lucirán llacet groc, ¿no?
Eso se lo tendrías que preguntar a ellos. La que lo pasa fatal de verdad es mi esposa, que es una mujer seria que se casó con un impresentable como yo.
Lo que realmente pasa es que la política catalana ha alcanzado tal nivel de frikismo que el periodismo sólo puede ir a la zaga si se pone a su nivel. ¡Pero si hasta tenemos dos presidentes! ¡Sólo hablan de presos políticos y exiliados!. ¡Hombre, no me jodas! Lo de Tarradellas sí que fue un exilio: ¡treinta y ocho añazos!. O piensa en aquellas fotos de exiliados republicanos cruzando la frontera a finales de la Guerra. Un día Puigdemont se fue a la ópera, lo pillaron y su abogado dijo que sí, que había ido a la ópera pero “obligado”.
Tampoco hay presos políticos. Presos políticos eran, por ejemplo, los de Pinochet, los de la dictadura argentina, los de Cuba, que todavía tienen, o los de Stalin, que los enviaba al Gulag. El consejero de Interior, Miquel Buch, llegó a decir en un mitin que España no es que fuese Turquía sino que era ¡Corea del Norte!. Y este tío manda sobre un cuerpo armado de 17.000 agentes.
«Francamente, el problema no es si yo salgo de «bailaora». A mí me gustaría salir vestido de torero y hacer un programa en la tele, con dos cojones. O irme, con el permiso de mi mujer, al First Dates. Pero al inglés, ¿eh?, no al de aquí.»
Francamente, el problema no es si yo salgo de «bailaora». A mí me gustaría salir vestido de torero y hacer un programa en la tele, con dos cojones. O irme, con el permiso de mi mujer, al First Dates. Pero al inglés, ¿eh?, no al de aquí. El problema es que la prensa catalana tendrá que pedir perdón cuando haya pasado todo. ¡Y de rodillas! Recuerdo que hace años, le dieron el Premio a la Tolerancia a Mario Vargas Llosa. Fui a cubrir el acto. Albert Boadella hizo un discurso poniendo a parir a la prensa catalana. Yo, que estaba en un lateral junto a otros compañeros, estuve a punto de levantarme y aplaudir. En plan de coña, claro. Porque nos dejó verdes. Hoy le doy la razón e incluso diré que se quedó corto.
—¿Cómo llevas eso de ser un independentista sumamente crítico con el Procés? Creo que sólo tú, López Tena, y algún que otro valiente suicida, habéis sido capaces de cantarle las verdades a los nacionalistas, poner en evidencia sus contradicciones y reíros sin ambages de su poca seriedad… ¿Te has ganado muchos enemigos? ¿Se meten contigo por la calle? ¿Alguien va más allá de los insultos?
—Bueno, te insultan más en las redes que en persona. Lo tengo comprobado. Cuando estás delante son muy cobardes. Además, yo soy un tío más bien grandote: 1,82 de altura y más de cien kilos de peso, y eso impone… Recuerdo que una vez el catedrático Sala i Martín me llamó «sanguijuela» en internet. Recogimos un corte de voz de una intervención suya que no debió gustarle, debía de querer, imagino, que pusiésemos todo el programa… Cuando presentó un programa de TV3, fui a la rueda de prensa y me senté en primera fila. Hasta le pregunté. ¿Puede creer que no volvió a emplear la palabra «sanguijuela»? Una lástima. Al contrario, me soltó un rollo bíblico para disimular que ni él debía de saber de qué estaba hablando….
«Bueno, te insultan más en las redes que en persona. Lo tengo comprobado. Cuando estás delante son muy cobardes. Además, yo soy un tío más bien grandote: 1,82 de altura y más de cien kilos de peso, y eso impone…»
Lo que pasa es que es muy triste, porque a mí ya sólo me insultan en catalán. ¡Yo que a los trece años compraba cada día el diario Avui como acto de militancia!. En castellano te dicen: «con usted se puede hablar, si todos los independentistas fueran como usted, Cataluña sería independiente» y otras sutilezas así. Pero en catalán me dicen de todo. Lo más suave es botifler («traidor»). Se han llegado a meter incluso con mi madre, que está muerta. Me dicen que soy “repugnante”, que doy “asco”… En todo caso, con el proceso, ha habido una evolución: antes te insultaban sólo los de la CUP; ¡ahora te insultan hasta los del PDECAT!; e incluso gente no precisamente de un nivel formativo bajo: profesores universitarios, empresarios, arquitectos, abogados…
Por supuesto también me insultan colegas. Periodistas de El Punt-Avui —y con cargo, no de a pie—, de TV3 o de El Nacional, el digital de Pepe Antich. Prometo ajustar cuentas con todos ellos a su debido tiempo. No soy rencoroso, pero de momento tengo buena memoria.
(Suelta una carcajada)
Pero diría que los peores son los profesores. Te dicen cualquier salvajada, clicas en su perfil y te das cuenta de que es maestro en escuela pública Si a mí me dicen esto en las redes, ¿qué les deben contar a los alumnos?
—Supongo que esa postura crítica y tu facilidad para meter el dedo en la llaga te ha cerrado las puertas de los grandes medios paniaguados, altavoces del Procés, que viven de la sopa boba de la Generalitat. Más allá de los digitales, medios impresos y entidades, que son incontables, me refiero a TVen3 y Catalunya Ràdio, que te tienen condenado al ostracismo… ¿Cuánto daño ha hecho a Cataluña la aquiescencia y falta de dignidad de muchos de esos medios? ¿Si te ofrecieran mañana el dinero que le sueltan al mes a alguna voceadora de pelo cardado que todos conocemos, participarías, renunciando a tu tono crítico? ¿Tienes precio? ¿Te venderías por un casoplón en Cadaqués? Anda, no te enfades y coge una chocolatina…
—¡Por supuesto que me vendería, pero no hay manera! ¡Lo bien que viviría! Rahola sale un promedio de 90 minutos cada semana por TV3 ¡Y sin interrupciones! Sale, suelta el mitin y ya está. ¡En una tele pública!. A mí me dicen que cobro de tantos sitios —el CNI, la Guardia Civil, Fomento, la CEOE…— que si realmente fuera verdad, habría fichado a Luis Bárcenas para que me llevara las cuentas. Hasta decían que cobraba de Unió cuando este partido ya estaba en quiebra y con una deuda de 22 millones de euros. Creo que el que cobraba de Unió era otro…
«Pero detrás de la responsabilidad de los medios hay una cosa peor: la responsabilidad individual de los periodistas. Porque algunos colegas entre comer lentejas y comer marisco e ir a TV3 eligieron la segunda opción. Sobre todo los palmeros: ¡qué daño han hecho a este país!»
Lo he dicho antes: la prensa catalana tendrá que hacer examen de conciencia. Su credibilidad ha quedado por los suelos. De hecho, la mayoría de medios de comunicación catalanes. Ya sé que les pilló en el peor momento: con la crisis económica y un cambio de modelo, del papel al digital. Pero se han agarrado al proceso como a un clavo ardiendo. Se lo han tragado todo. Han hecho genuflexiones al poder. E incluso en algún caso un acto sexual explícito. No me haga decir el nombre… Pero detrás de la responsabilidad de los medios hay una cosa peor: la responsabilidad individual de los periodistas. Porque algunos colegas entre comer lentejas y comer marisco e ir a TV3 eligieron la segunda opción. Sobre todo los palmeros: ¡qué daño han hecho a este país! Un día habrá que hacer la lista. No es que esté yo a favor de hacer listas, y menos listas negras; pero como dijo un día el colega Miquel Giménez, en Cataluña siempre ha habido listas negras, y algunos, además, hemos estado siempre en ellas.
Mira, yo una vez me encontré a Mas en el lavabo del Parlament y, tras saludarnos, le dije:
—¿Presidente, puedo hacerte una pregunta?
—Sí, claro –me respondió.
—¿Tú crees que vamos bien?
—¿Qué quieres decir?
—Hombre, tú mismo… –añadí.
Le añadí una frase que puede ser de Sun Tzu o de Clausewitz, pero no te creas, es mía: «En política no puedes plantear batallas que no puedas ganar». Él me soltó un rollo de que si la recentralización de España y blablabla. Luego lo vi escrito en un artículo publicado meses después: era un artículo sin alma, un artículo de urinario… Pero, claro, a mí Mas no me hizo caso. Yo no soy de confianza. Pero si esta pregunta se la hubiera planteado Pilar Rahola, Francesc-Marc Álvaro o Vicent Sanchis quizás habría reaccionado: «¿Qué quieres decir?». Y ahora no estaríamos dónde estamos.
—Cierto, predicas en el desierto, pero, curiosamente, te invitan a participar en tertulias de medios como Intereconomía —donde fuiste el primero en aparecer con una estelada en la mano—, y también eres tremendamente apreciado por los catalanes constitucionalistas, que te siguen en masa en Twitter… ¿Esa paradoja te supone algún tipo de esquizofrenia o lo llevas con absoluta naturalidad y entereza?
No te creas, eso fue algo excepcional. Yo soy un tertuliano de segunda división. ¡Qué coño de segunda división, de primera regional! A mí no me invita nadie. Ni la radio de mi pueblo. Ni, por supuesto, Terribas, Basté, Cuní o Graset. Mejor. Así puedo opinar libremente. Si fuese a la tertulia de Rac1 supongo que me cortaría a la hora de criticar a La Vanguardia, en el caso de que tuviera que hacerlo. Tampoco Julia Otero o Carlos Alsina, pongamos por caso. Una vez fui a Ana Rosa, y no he vuelto. Creo que Xavier Sardà intentó promocionarme en La Sexta, pero sin éxito. Tampoco estoy yo para ir de progre por la vida… Si, como bien dices, me invitaron a Intereconomía y a Euskal Telebista y fue de forma excepcional y por méritos propios. Buena señal, de todos modos, que te inviten de dos medios tan dispares.
«Lo que pasa en TV3 sí que es un escándalo mayúsculo, y eso no puede ser, porque se trata de un medio público, sostenido por el dinero de todos. Recurren a una trampa habitual: tres de sus tertulianos —cuatro, si contamos el presentador— son indepes, y solo uno es unionista.»
Lo que pasa en TV3 sí que es un escándalo mayúsculo, y eso no puede ser, porque se trata de un medio público, sostenido por el dinero de todos. Recurren a una trampa habitual: tres de sus tertulianos —cuatro, si contamos el presentador— son indepes, y solo uno es unionista. Así pueden decir que son plurales, pero, claro, es una proporción falsa, porque el independentismo nunca ha superado el 47% de los votos. Y en TVE-Catalunya hacen lo mismo, pero al revés. Aquí meten tres unionistas y uno de los comunes para disimular. A mí tampoco me invitan, y que conste que conozco al director de TVE, Eladio Jareño, desde hace más de 20 años.
—Como periodista hiciste un largo trayecto en La Vanguardia, donde te curtiste como redactor durante… ¡once años! Imagino que ver cómo un medio constitucionalista y monárquico cerraba filas con las tesis independentistas te ha provocado asombro en infinidad de ocasiones. ¿Es en este sentido la absoluta decadencia de la prensa impresa, su caída de ventas durante la crisis, y las generosas subvenciones de la Generalitat, un atenuante a esos cambios de tercio y lealtad?
—Verás, yo estuve muchos años en La Vanguardia. La quiero mucho, muchísimo. Piensa que en mi casa ya se leía La Vanguardia. Si me hubieran dicho: «oye, tú que eres un exempleado y has puesto en marcha un digital que funciona, ¿cómo lo has hecho?», les hubiera dado consejo gratis.
Pero me duele el papel que han tenido en el proceso. Yo creo que el conde de Godó no debería hacer ni un diario independentista ni un diario españolista, debería haber hecho un diario de referencia, que es lo que esperaban todos los lectores. Con Pepe Antich traspasaron todas las líneas rojas. Y es curioso, porque fue nombrado una semana después de la mayoría absoluta de Aznar. ¡Vaya evolución ideológica y profesional! Antich fue una de las personas que más presionó a Mas para que convocara elecciones anticipadas en el 2012. ¡Vaya vista, el hombre!
«El Grup Godó está cogido con pinzas: La Vanguardia no gana dinero, pero tampoco pierde mucho; Rac1 sí lo gana, y 8TV es un pozo sin fondo. Ni siquiera han sabido crear un grupo multimedia.»
Pero lo que yo digo siempre: por encima de un director, está el editor. Bueno, Javier de Godó quizá no es Katharine Graham, la mítica editora del Washington Post durante el Watergate, pero supongo que se lee el periódico. Además, a veces tengo la sensación de que no sé quién está al mando: La Vanguardia va por un lado y Rac1 por otro. Tras el batacazo del 155, Basté fichó a Albano Dante Fachín para las tertulias y a otra, de cuyo nombre ni quiero acordarme…, que lo primero que hizo fue insultar a Arrimadas en twitter. ¡Coño, no!, ficha a Joan Coscubiela, que estuvo sublime en aquel pleno del 7 de Septiembre.
El Grup Godó está cogido con pinzas: La Vanguardia no gana dinero, pero tampoco pierde mucho; Rac1 sí lo gana, y 8TV es un pozo sin fondo. Ni siquiera han sabido crear un grupo multimedia. Si yo fuera el conde, vendería La Vanguardia mientras pueda: el tiempo corre en su contra…
—Hablemos del Procés, repasando, si te parece, algunas de las cosas vividas estos interminables años. Dime, Xavier: ¿En qué momento “se jodió el Perú”, perdón, Cataluña? ¿Fue cuando Jordi Pujol, tras el affaire Banca Catalana aseguró que a partir de ese momento seríamos nosotros los que daríamos lecciones de ética? ¿O quizá cuando trazó y aireó su taimado plan para inocular en todos los estamentos y estratos políticos y sociales el virus identitario? ¿Se jodió, tal vez, por ese Estatut tumbado por el Constitucional? ¿O acaso cuando Artur «gastaespejos» Mas separó las aguas para facilitar el éxodo de todo un pueblo?
—La versión oficial es que el proceso empezó con la sentencia del Estatut del 2010. Es mentira, claro. A la Diada del 2011 no fueron más de 15.000 personas. Yo cubrí la manifestación, cuatro gatos. Yo creo que hay una fecha clave: el 20 de septiembre del 2012. Mas se entrevista con Rajoy, sale, da un portazo y al cabo de cinco días convoca elecciones. Entró para pedir el pacto fiscal y salió indepe. Fue la conversión más rápida de la historia. Recuerdo que, al llegar a Barcelona, salió a la Plaza Sant Jaume. Yo también estaba. Confundió la plaza medio llena con un sondeo electoral. Grave error, porque en la Plaza Sant Jaume ¿cuánta gente cabe?, ¿tres mil? ¿cuatro mil personas? Da igual, los que estaban eran los suyos: los de Convergència, las juventudes, los de Reagrupament. ¡Pero si estaba incluso Vicent Sanchis, el actual director de TV3, en primera fila!
«Yo creo que hay una fecha clave: el 20 de septiembre del 2012. Mas se entrevista con Rajoy, sale, da un portazo y al cabo de cinco días convoca elecciones. Entró para pedir el pacto fiscal y salió indepe. Fue la conversión más rápida de la historia.»
En fin, convoca elecciones y pierde doce diputados de golpe. Yo entonces habría hecho como Felipe en el 93: “he entendido el mensaje”. Pero Mas no podía echarse atrás, porque había salido en la campaña haciendo el Mesías: ¡aquella foto con los brazos en cruz! En todo caso, probablemente hay que retroceder hasta Maragall. Maragall se inventó la reforma del Estatut porque quería ser presidente. Había que desplazar a CiU del espacio catalanista. Pero fíjate que el Estatut fue aprobado con un 51% de abstención, o sea, que, en realidad, no había demanda real de un nuevo Estatut.
Lo que yo no entiendo, a todo esto, es por qué Pujol se ha hecho indepe. Si como dice es porque los catalanes nos jugamos la supervivencia ¿qué estuvo haciendo durante 23 años? Hay que recordar que el ABC, a principios de los 80, lo nombra «Español del Año». La otra posibilidad es que Pujol se haya hecho indepe para salvar a los hijos, pero tampoco me cuadra. Con su confesión más bien los hundió. En todo caso, Pujol debe estar aterrorizado del resultado del proceso. Debe estar pensando: «¡Dios mío!, ¿qué hemos hecho?»
—Al margen de ese momento en que todo se trastocó, permíteme un inciso para plantearte una pregunta propiamente metafísica: ¿Qué rasgo genético —con permiso de los genetistas oficiales: Heribert Barrera, Junqueras y Torra— es el que impele a los catalanes, y eso es algo histórico, a abandonar el seny y a abrazar la rauxa, el ardor pasional, siendo palmario que lo nuestro es, como buenos fenicios, el carácter laborioso, pragmático, mercantil, pactista… ¿No nos basta con inventar cosas, porteros automáticos, por ejemplo, y vendérselos a nuestros conciudadanos del resto de España en una cacería aunque la paguemos nosotros?
—Una de las tragedias de Catalunya es que sus liderazgos políticos oscilan entre el seny y la rauxa. El seny son Prat de la Riba, Cambó, Tarradellas, Pujol —el Pujol gobernante, no el padre de familia—, Montilla… La rauxa: Pau Claris, Macià, Companys, Puigdemont, Torra. A Maragall no sé dónde meterlo, y Mas fue un bluff. Prometía mucho y se quedó a medias. Ni carne ni pescado.
Lo curioso de esa dicotomía es que cada cien años, aproximadamente, los catalanes, en efecto, la liamos: La República de 1640 duró una semana. La de 1934, diez horas. La de 2017, ocho segundos. O lo que es peor: apostamos al bando perdedor. En 1640, con la Guerra dels Segadors, proclamamos la «República» para acabar descubriendo que era peor ser franceses que españoles. Volvemos a España, nos perdonan y no toman represalias. Eso sí, en la aventura hemos perdido el Rosellón y la Cerdaña. Apenas un siglo después juramos lealtad a Felipe V, incluso se celebran unas cortes en Barcelona, pero en el 1705 cambiamos de bando. Cuando el rey gana la guerra, no deja títere con cabeza, claro, y ¡zas!, el famoso decreto de Nueva Planta. Mientras que en 1934 Companys proclama la República. Lo hace no para proclamar la independencia sino en solidaridad con los mineros de Asturias que, supongo, lo que querían instaurar era una república soviética. Como dijo Gaziel, lanzó el autogobierno por la borda «temerariamente».
«La pregunta es: ¿cómo un pueblo aparentemente culto como el catalán ha encumbrado a un tipo como Puigdemont o como Torra? Y que conste que a ambos les conozco.»
¿Es culpa del ADN?, ¿de la tramontana?, ¿del pan con tomate?, ¿de los carquinyolis que has traído?, ¿del cambio climático? Ni puta idea, oye. Bueno, del cambio climático casi seguro que no, porque ese afecta a todo el planeta. La pregunta es: ¿cómo un pueblo aparentemente culto como el catalán ha encumbrado a un tipo como Puigdemont o como Torra? Y que conste que a ambos les conozco.
El proceso es el ocaso definitivo de la burguesía catalana. Si la otrora burguesía catalana sólo es capaz de generar liderazgos de medio pelo como Mas, Puigdemont y Torra, apaga y vámonos. Ya podemos bajar la persiana.
—Puestos a plantear independencias ¿no hubiera sido mucho mejor hacerlo amparándose en el “Derecho a Convencer” y no bajo el estandarte de esa falacia que es el “Derecho a Decidir”?
—Lo del derecho a decidir es una chorrada que se inventaron para convencer al personal. Lo dicen hasta ellos. Lo admitió incluso aquel que luego dijo que «sin muertos, la independencia tardará más». El lenguaje del proceso ha sido fundamental para edulcorar la realidad: «derecho a decidir» en vez de «derecho a la autodeterminación», «consulta» en vez de «referéndum de autodeterminación», «desconexión» en vez de «independencia», no vaya a asustarse el personal. Lo dijo hasta Torra en aquel artículo que publicó el pasado mes agosto en El Periódico: «el lenguaje es poder y quien lo controla o quien es capaz de manipularlo tiene capacidad para cambiar la percepción de la realidad».
¿Sabes por qué? Porque había que crear un marco mental, un relato. Ahora se quejan de que la fiscalía se ha inventado un relato con el proceso, pero ellos también han hecho lo mismo gracias a los medios de comunicación públicos: crear el relato de que era un pueblo en marcha hacia la independencia. Y no era todo el pueblo. Era el 47%.
Mira, hace unos días detuvieron a 16 personas por cortar el AVE, entre ellos dos alcaldes de la CUP. ¿Puedes creer que el debate mediático no era si habían cortado el AVE o no —¿tú crees que los alcaldes tienen que ir cortando el AVE, en el caso que lo hicieran, eso lo decidirá un juez?— sino si las detenciones habían sido irregulares?. Ahora va a resultar que la Policía Nacional, en caso de indicio delito, no puede detener a la gente…
«Ahora se quejan de que la fiscalía se ha inventado un relato con el proceso, pero ellos también han hecho lo mismo gracias a los medios de comunicación públicos: crear el relato de que era un pueblo en marcha hacia la independencia. Y no era todo el pueblo en marcha. Era el 47%.»
—¿Cómo crees que la posteridad —ya no digo la Historia, que suele ser inclemente con los petimetres—, juzgará a un personaje como Artur Mas? ¿Dirán que se tiró al monte por negarle Rajoy un concierto económico, un cupo, en plena crisis económica mundial? ¿Que lo hizo para tapar el vergonzoso latrocinio del 3% de Convergencia? ¿Qué buscaba salvar al “capo di tutti capi” de la Costra Nostra Catalana? ¿Los «misales» de Ferrusola? ¿O por simple apego al poder?
—Fatal. Mas se echó al monte porque entre gobernar y tomar decisiones —a veces dolorosas— y echarse al monte, es más fácil lo segundo. ¿Qué quedará de Mas, me preguntas? Nada. Bueno, si llegáramos a ser independientes, sí. Entonces seguro que le dedicarían calles y hasta le erigirían un monumento como el hombre que inició el proceso. Pero lo dudo, tal y como está el patio.
Mira, Pujol dejó la Generalitat, el Teatre Nacional de Cataluya (TNC), TV3 y el inicio del despliegue de los Mossos. Maragall, los Juegos Olímpicos y, mal que nos pese, el Estatut. ¿Y Mas? ¿Qué ha dejado Mas? Lo que te decía, nada. Las leyes omnibus, que fueron aprobadas para borrar la obra legislativa del tripartito y, en algunos casos, las pactó con ERC. ¡ERC votó en contra de leyes que había aprobado con el tripartito!
«Artur Mas tenía la autoridad moral suficiente cuando llegó a la Generalitat para haber hecho las reformas que este país necesitaba y cuando las necesitaba. Y no las hizo.»
Hay que recordar que Mas nos vendió, tras siete años de dura travesía del desierto, que él haría el Govern dels Millors, «el gobierno de los mejores», y las reformas que el país necesitaba: la reforma de la Administración, tomar el inglés en serio…. Business friendly, era su motto… Pero nada, no hizo nada de lo prometido. Hizo recortes, pero no reformas. Es cierto que se encontró con la crisis, pero yo creo que los catalanes hemos entrado en una segunda decadencia –que será incluso más dura que la decadencia medieval- en parte gracias a él. Artur Mas tenía la autoridad moral suficiente cuando llegó a la Generalitat para haber hecho las reformas que este país necesitaba y cuando las necesitaba. Y no las hizo.
—Pese a que, de todos los muchos energúmenos del Procés, Artur Mas es el máximo culpable de todo lo que vivimos, ha salido, dentro de lo que cabe, bastante bien parado… ¡Ahí lo tenemos, buscando volver, si se lo permite el enajenado de Waterloo, claro! ¿Volverá? ¿Por qué crees que le interesa regresar a la política?
—Si yo fuera Mas estaría amargado: prometía mucho y no ha ofrecido nada. Estoy siete años en la oposición, pese a ganar las elecciones y, cuando llego al poder, convoco elecciones a los dos años y lo envío todo a la mierda. Por eso le queda el gusano de la política. Volver para intentar rehabilitarse. ¡Mas la caga en todo!. Hasta mete a Puigdemont a dedo. Mas se ha cargado no sólo su propio partido sino incluso el catalanismo moderado. Y desde luego, el espacio de centro derecha en Catalunya. Ahora, si no eres de la CUP y estás a favor de cortar autopistas o vías del AVE. no eres nadie.
«¡Mas la caga en todo!. Hasta mete a Puigdemont a dedo. Mas se ha cargado no sólo su propio partido sino incluso el catalanismo moderado. Y desde luego, el espacio de centro derecha en Catalunya. Ahora, si no eres de la CUP y estás a favor de cortar autopistas o vías del AVE. no eres nadie.»
—Tal vez si en Madrid hubieran tenido más visión de lo que se cocía en Cataluña, tras la manifestación del 11-S de 2012 y la Vía catalana de 2013 —cosa difícil con un Presidente fumando puros y leyendo el Marca—, toda la sinrazón que ahora nos afecta se hubiera cortado de raíz en el butifarréndum del 9-N… ¿Es el Gobierno de España responsable de que esto se nos haya ido de las manos?
—Mira, ahora te voy a sorprender: a mí Rajoy me cae bien O al menos no me cae mal. Rajoy aplicó el 155 cuando ya no tuvo más remedio, cuando Puigdemont había declarado la República Catalana. Uno de los errores del independentismo fue subestimarlo. Puigdemont, cuando fue elegido presidente, se fue a Gerona y dijo que ya no le interesaba hablar con Rajoy porque estaba “en funciones”. Eso fue en Enero del 2016. Pues bien, Mariano Rajoy gana sus segundas elecciones en junio y con mucho mejor resultado que en el 2015. Pasa de 123 diputados a 137, 14 más.
A Rajoy se le entendía. Rajoy era de sujeto-verbo-predicado. Puigdemont en cambio siempre apelaba a la épica, a la dignidad. Como Marta Rovira, que si el «mandato democrático», que si el «mandato de las urnas». Recuerdo que el 27 de octubre del 2017, cuando Puigdemont proclama la República, pronunció tres veces la palabra «legítimo». Pero también otros conceptos como «mandato democrático», «unión», «coordinación», «complicidad», «solidaridad». Total, vaguedades… En cambio, Rajoy salió y no se anduvo por las ramas: aquel día dice que «España es un país serio» y que el Estado «reaccionará», que es lo que hizo.
A Rajoy se le ha menospreciado sistemáticamente en Cataluña. Recuerdo que cuando fue elegido Puigdemont, salió Rajoy lanzando una advertencia a las ocho de la tarde, y la presentadora de Catalunya Radio, Terribas, se limitó a decir en antena que no había dicho nada nuevo, y todos sus contertulios asintieron. ¡Así estamos! Y todavía te voy a decir otra cosa. El independentismo va a acabar añorando a Mariano Rajoy, sobre todo si hay un gobierno PP-Ciudadanos-Vox como en Andalucía, que yo creo que es lo que quieren para resucitar el proceso. Yo siempre he dicho que un presidente del Gobierno español hay cosas que no puede hacer. Se llame Mariano Rajoy o Pedro Sánchez. Quizá cambian las formas pero no el contenido.
«El independentismo va a acabar añorando a Mariano Rajoy, sobre todo si hay un gobierno PP-Ciudadanos-Vox como en Andalucía, que yo creo que es lo que quieren para resucitar el proceso.»
Dicho esto, es evidente que España tiene un problema con Cataluña: Montilla ya advirtió, en 2009, en un discurso en Madrid, sobre la desafección de los catalanes. España tiene un problema muy gordo si dos millones de catalanes quieren dejar de ser españoles.
Fíjate… a unos 40 kilómetros de Barcelona está la localidad de Sant Sadurní d’Anoia, la capital del cava. En los años 80 la visitaron los Reyes, Juan Carlos y Sofía. En la puerta del ayuntamiento había una placa conmemorativa. Ahora la han sacado y en la plaza hay carteles a favor de los presos. La gente se cree que como es la capital del cava y Rajoy ha ido alguna vez es un municipio del PP, pero en realidad gobierna Esquerra. ¡Hasta estuvieron a punto de declarar persona non grata a la entonces ministra de Sanidad, Dolors Montserrat! Y eso que ha nacido allí. ¿Cómo puede ser que se haya producido este cambio en veinte años? No lo sé. Por eso digo que es un cambio profundo.
—¿Recuerdas, Xavier, en qué primer momento, o en qué situación de las muchas vividas en estos últimos siete años, tomaste conciencia de que este era un viaje a ninguna parte que sólo iba a reportar frustración y división entre los catalanes?
Lo que te decía, en 2012. Que conste que le voté, pero cuando pierdes doce diputados de golpe es que alguna cosa falla. Pero, claro, se había presentado ofreciendo un «estado propio», y si hubiera modificado el rumbo, se lo comen vivo. Ojo porque hablaban, entonces, de «estado propio», no de república o «estado independiente». Baviera, Guanajuto o Massachusetts también son estados, y no son estados independientes.
«(Mas) se había presentado ofreciendo un «estado propio», y si hubiera modificado el rumbo, se lo comen vivo. Ojo porque hablaban, entonces, de «estado propio», no de república o «estado independiente».»
Piensa que Mas llega en el 2010 y había codazos para pactar con él. Tras siete años de oposición se lo había ganado. La oposición lo asumía, la prensa —incluso la más crítica—estaba deslumbrada y los suyos embalados. No alcanzó mayoría absoluta, pero salió elegido con la abstención del PSC en segunda vuelta y pactó los primeros Presupuestos con el PP unos meses después.
—En un intento por desdramatizar un período lamentable de nuestra historia, debemos admitir, de todos modos, que el Procés nos ha dejado infinidad de momentos hilarantes que ni los Monty Python lograrían superar… ¿Nos cuentas cuáles son tus favoritos, esos que te han hecho reír a carcajadas? ¿La armada nuclear china ocupando el puerto de Tarragona y amenazando a Europa? ¿El discurso de Martita «ploramiques» Rovira en el Congreso? ¿El ¡eureka! de Junqueras al entender cómo funciona un sacacorchos? ¡Cuenta, cuenta, que la risa es lo más sano!
Es para ponerse a llorar más que a reír. En las redes sociales han quedado suficientes testimonios gráficos. No voy a entrar en casos individuales aunque recuerdo tíos subiendo a Montserrat dentro de una jaula. ¡Han puesto cruces amarillas en el fondo del mar o en las cimas de las montañas!
Pero hay casos individuales notables como aquel empresario del Cercle Català de Negocis (CCN), la patronal independentista, que iba con una careta de Puigdemont en el coche. ¡Y todavía se enorgullecía!
Lo que pasa es que el frikismo ha llegado a las capas altas del movimiento. Recuerda aquel que salió en un programa de TV3 diciendo que lo que había que hacer era ceder el puerto de Tarragona a la Armada china. El presentador, Jaume Barberà, va ahora en plan tercera vía, incluso se pasó a los Comunes, pero le dio cancha en su programa. O aquellos otros, los de la sectorial de Defensa de la ANC, que planeaban crear una flota catalana y llegar al Índico. ¡Qué coño se nos ha perdido a los catalanes en el Índico!.
«Lo que pasa es que el frikismo ha llegado a las capas altas del movimiento. Recuerda aquel que salió en un programa de TV3 diciendo que lo que había que hacer era ceder el puerto de Tarragona a la Armada china.»
Yo empecé a pensar que fallaba algo en la azotea de los catalanes, o al menos de algunos catalanes, cuando Raül Romeva y Ramon Tremosa denunciaron en el Parlamento Europeo el pisotón de Pepe a Messi. ¿Recuerdas? Fue en un partido de la Copa del Rey. Lo bueno es que aquí nadie protestó. Parecía lo más normal del mundo. En ese momento sí que debieron pensar en Bruselas, por primera vez, que fallaba algo en los catalanes. En otra ocasión, estos mismos y la eurodiputada socialista María Badia preguntaron sobre el vuelo de aviones militares en Cataluña. Como si estuvieran a punto de invadirnos.
¡Tengamos presente que Romeva, con este expediente, todavía llegó a consejero de Exteriores! Ya en el cargo, se fue a Estados Unidos, de incógnito, a pesar de que era también el consejero de la Transparencia, y colgó una foto suya en twitter delante del memorial de Lincoln. ¡Lincoln!. ¡El hombre que hizo una guerra civil de cuatro años para impedir el derecho a la secesión de los estados del sur!
—¿Tú crees, sinceramente, que el Procés ha sido algo transversal? Yo lo niego. Del mismo modo que niego categóricamente que formaciones como ERC o la CUP sean de izquierdas… I un bè negre amb potes rosses! —o en madrileño de posguerra: ¡Y un jamón con chorreras!—. Convergencia es burguesía de ultraderecha, de misa dominical, casposa y urbana; ERC son acaudalados terratenientes carlistas de pueblo, y muy católicos muchos de ellos, y los de la CUP los hijos espurios de los anteriores jugando a la revolución de salón con el iPhone… ¿Tú cómo lo ves? ¿Es Cataluña el último reducto del franquismo? Si algo está claro es que la verdadera izquierda, la clásica, es universalista y no está por nacionalismos ultramontanos…
El proceso es la última revolución burguesa de la historia. Las clases medias golpeadas por la crisis se hicieron de Podemos en Madrid y en Catalunya se hicieron soberanistas. Esto ya se veía en las Diadas. O en las manifestaciones de apoyo a los procesados por el 9-N a las puertas del TSJC: clases medias. Además, no sé si soy yo, o es cosa mía, pero tengo la sensación de que la gente que lleva lazos amarillos cada vez parece más mayor. Bueno, desde 2012 han pasado seis años. Y el tiempo no pasa en balde.
«El «Procés» es la última revolución burguesa de la historia. Las clases medias golpeadas por la crisis se hicieron de Podemos en Madrid y en Catalunya se hicieron soberanistas.»
Pero yo lo he dicho siempre: las revoluciones las hacen los que no tienen nada que perder, los hambrientos, los sans-culottes; no gente que veranea en la Cerdanya o en Cadaqués. Esa es la gran tragedia. Aquí no había un Lenin, ni nunca se les pasó por la cabeza asaltar el Palacio de Invierno. Pero mejor, porque yo tampoco creo en las vanguardias revolucionarias. Las revoluciones que se han hecho a base de vanguardias acaban convirtiéndose en dictaduras. Claro, lo primero que hacen en cuanto llegan al poder es querer mantenerse en él. La revolución rusa se convirtió en la dictadura soviética. La única revolución que ha acabado bien fue la americana, que llevan 200 años sin un golpe de estado.
«Las revoluciones las hacen los que no tienen nada que perder, los hambrientos, los sans-culottes; no gente que veranea en la Cerdanya o en Cadaqués. Esa es la gran tragedia. Aquí no había un Lenin, ni nunca se les pasó por la cabeza asaltar el Palacio de Invierno.»
—Anna Gabriel, antaño apodada «la axilas» y hogaño «la Heidi marxista», y sus alegres cuperos del mambo, mandaron a Mas a la papelera, como pretendían. Pero lo cierto es que la mala suerte nos persigue… ¡Va y lo sustituye Carles Puigdemont, un tipo gris y cenizo, un plasta a más no poder, que no ha pegado palo al agua en su vida, que cumple a rajatabla con cada uno de los rasgos que definen al perfecto psicópata! ¡Y claro, va y la lía: se pasa por el arco de triunfo el Consell de Garanties Estatutàries, el Estatut, la Constitución y no menos de cinco advertencias del Tribunal Constitucional! ¿Es Puigdemont el payaso patético del Procés? ¿Qué opinión te merece? ¿Es un cobarde? ¿Un mediocre necesitado de notoriedad?
—Yo creo que Puigdemont está zumbado. Lo digo con pesar, porque le conozco. Y, además, ha sido presidente de la Generalitat. Esto lo conté en un artículo reciente: una vez llamé a un periodista de Gerona y le pregunté: «¿Tú conoces a Puigdemont?». «Sí, desde hace años», me dijo. «¿Está zumbado?», inquirí. «Sí, pero lo ha estado siempre».
Puigdemont no engaña. Alguno de sus biógrafos cuenta que, en la autopista, pasaba por debajo del cartel de Peatge, en catalán, en vez de «Peaje», en castellano, por si los contaban… Y que, para ir a Madrid, pillaba un vuelo internacional que hiciera escala internacional para enseñar el pasaporte y tener la sensación que viajaba al extranjero. Convendrás conmigo que muy cuerdo no es…
Pero yo creo que a la condición de zumbado o iluminado hay que añadir dos más: una, que es un cobarde. Cuando Lluís Companys la lía en 1934 con el 6 de Octubre, se queda en Palau; Puigdemont se larga a Bruselas escondido en el coche. No se sabe si en el maletero u oculto con unas mantas en el asiento de atrás. ¿Pero tú te imaginas a un presidente de la Generalitat huyendo de esta manera?. Y lo hace después de haberles dicho a sus consejeros, tras la proclamación de la República, que «mañana todos al despacho». Yo vi que era un cobarde el día en que un friki, en un aeropuerto, le dice que bese la bandera española y el tío da no uno, sino dos besos. Porque el otro era un friki, no era un comando del CNI, ni una panda de ultras armados hasta los dientes.
«Yo vi que (Puigdemont) era un cobarde el día en que un friki, en un aeropuerto, le dice que bese la bandera española y el tío da no uno, sino dos besos. Porque el otro era un friki, no era un comando del CNI, ni una panda de ultras armados hasta los dientes.»
Finalmente, que es también un mentirosos compulsivo. Cuando suspende la república alega que hay diversas iniciativas de mediación, incluso internacionales. Era mentira, claro. No había ninguna. Si hubiera habido alguna, se habría sabido más de un año después. Habría salido alguien diciendo: oiga, nosotros lo intentamos. No ha salido nadie. También les dijo a sus votantes, 900.000 en las últimas elecciones, que si ganaba vendría. Aún están esperando, los pobres.
Pero, desde luego, y como todo político, tiene alma de superviviente. Y, dicho sea de paso, también una flor en el culo. Cuando la CUP dice que no le aprueba los Presupuestos se saca de la manga la cuestión de confianza y como había el verano de por medio, alarga la decisión más de seis meses. Y luego pone en marcha una candidatura en tres semanas y le birla la cartera en las elecciones a Oriol Junqueras. Un genio el tío.
—¿Qué futuro le ves a Puigdemont? ¿Es un grano en el culo? ¿Acabará como el marqués de Leguineche, de la “Escopeta Nacional”, haciéndose selfies y tomando el té con los turistas que paguen 200 euros por visitarle en el Museo de la República de Waterloo? ¿Se irá con Marcela a los Cárpatos? ¿Se presentará a las Europeas? Yo creo que en su partido lo odian profundamente. Y en ERC con toda el alma…
—Yo creo que Puigdemotn acabará mal. Muy mal. Ahora sigue haciendo tuits desde Waterloo, saliendo en TV3 de vez en cuando y recibiendo a taxistas en huelga. Hasta ha puesto en marcha su propio partido y ha dejado tirados a los del PDECAT. Pero el tiempo corre en contra suya. Desde luego no le deseo ningún mal. Ni la cárcel. Aunque tarde o temprano lo pillarán. Lo juzgarán y lo condenarán. Cuando lleve unos meses en la cárcel se derrumbará. Igual hasta lo deja su mujer. Espero equivocarme, pero que no lo encuentren un día colgado en la celda… Puigdemont no tiene madera de héroe. Quizá entonces se convierta en un mártir y Catalunya, a la larga, sea independiente. Ya me imagino las teorías conspirativas de rigor: lo ha matado el CNI o España. Desde luego, espero equivocarme. Ya digo, no le deseo ningún mal, ni siquiera la cárcel: me parece un pobre desgraciado.
«(A Puigdemont) no le deseo ningún mal. Ni la cárcel. Aunque tarde o temprano lo pillarán. Lo juzgarán y lo condenarán. Cuando lleve unos meses en la cárcel se derrumbará. Igual hasta lo deja su mujer. Espero equivocarme, pero que no lo encuentren un día colgado en la celda…»
—Si pudiéramos calcular cuánto han pagado los catalanes en sueldos de presidentes, en centenares de altos cargos con retribuciones estratosféricas, en embajadas, subvenciones a prensa y digitales, TVen3 y Catalunya Ràdio, publicidad, viajes, observadores internacionales, compra de voluntades y fomento del odio a España… ¿A qué precio nos sale cada uno de los ocho segundos de la Republiqueta Reunida Geyper? ¿Estamos legitimados para hablar de seny? ¿Nos hemos vuelto locos? ¡Pero si tenemos un 20% de población pasándolas moradas, putas y canutas!
—El seny ha muerto. Ya te lo he dicho. Ahora está mal visto. ¡Pobre de ti que recomiendes prudencia! Ahora lo que vende es el el «pit i collons» —»pecho y cojones»—. El equivalente supongo a la furia española en fútbol. Lamentablemente, el proceso se ha convertido en un gran modus vivendi. De entrada, en una agencia de recolocación. Todos los cesados en su día tras el 155, han sido restituidos en sus puestos. Excepto los que mostraron flaqueza o no les ha interesado por los motivos que sea. Luego a los exconsejeros: a Comín, que no suelta el escaño, lo han nombrado ahora vicepresidente del «Consejo de la República» de Waterloo; a la ex de Agricultura, Meritxell Serret, buscada por la justicia, la han nombrada «embajadora» en Bruselas. No se sabe que haya abierto ninguna puerta en la UE. Al ex de Cultura, Lluís Puig, no sé qué de proyectos culturales. Este es muy bueno porque se fue a Bruselas, volvió y volvió a irse. Llegó a consejero porque a Santi Vila lo nombraron para Empresa. Era director general de Cultura Popular. Antes había sido bombero que, dicho sea de paso, me parece una profesión admirable. A Francesc Homs lo han puesto en la «Comisión Jurídica Asesora» —cobra por dictámenes, no por sueldo—, porque de algo tiene que vivir. Es abogado, pero se ha dedicado toda la vida a la política. No debe de haber pisado un juzgado hasta ahora. Lo he visto también en TV3 como consejero legal de los procesados del PDECAT. Pobres.
«Lamentablemente, el proceso se ha convertido en un gran modus vivendi. De entrada, en una agencia de recolocación. Todos los cesados en su día tras el 155, han sido restituidos en sus puestos.»
—Mientras tú y yo charlamos, Quim Torra —el siguiente en la línea sucesoria de “catastróficas desdichas” que nos aquejan y nos abrasan la vida— derrocha en billetes de business class como si no hubiera un mañana. Hoy lo ha recibido en Boise (Idaho, USA) el alcalde, que resulta que es soberanista, descendiente de vascos, y que habla euskera vizcaíno, y lo han entrevistado, al acabar la reunión, numerosos medios de comunicación, enviados, todos ellos, por TVen3 y Catalunya Ràdio… Perdona, Xavier, pero yo me parto: ¿Lo nuestro es onanismo? ¿Abriremos algún día los ojos? ¿Nos caeremos del guindo? ¿Los correremos a boinazos hasta Ítaca? ¡Pero si hasta en el programa de Mònica Terribas se parten el pecho con sus andanzas!
—Los expertos hablan de disonancia cognitiva para referirse a esta desconexión de la realidad, que no sé si también puede ser colectiva. Yo creo que no es disonancia, es simplemente jeta. Tras la sentencia del Estatut, Mas hace un discurso en el Parlament en el que dice que hay que empezar un nuevo camino —el «derecho a decidir»— siempre que ello no provoque «fractura social». ¡Lo sabía! El tío sabía que provocaría fractura social. Claro que lo sabía, pero siguió adelante.
Es como Romeva. Un día me decía una persona que había coincidido en la dirección de ICV cuando era eurodiputado, que Romeva sabía cómo funcionaba la UE. ¡Ha sido parlamentario en Bruselas diez años! Sabe cómo las gastan los Estados. La Unión Europa no la han hecho las regiones, la han hecho los Estados y lo último que quiere la UE es que los catalanes demos el coñazo. Suficientes problemas tienen ya entre el Brexit, los refugiados, la crisis de la UE y el ascenso de la ultraderecha, entre otros…
«Los expertos hablan de disonancia cognitiva para referirse a esta desconexión de la realidad, que no sé si también puede ser colectiva. Yo creo que no es disonancia, es simplemente jeta.»
—Convendrás conmigo, pese a lo irrisorio del personaje, que Torra ha hecho mucho por ampliar la base social del independentismo… ¡Los catalanes constitucionalistas estamos encantados de saber que somos bestias inmundas, seres infrahumanos con taras genéticas, hienas, serpientes y buitres con hedor bucal! Yo lo tengo claro, votaremos masivamente por la «Republiqueta» (carcajada). Ahora en serio, mortalmente en serio: ¿Esto tiene solución, amigo mío?
—No, no hay solución. Estamos más cerca de las hostias que de la independencia. El independentismo apenas ha hecho autocrítica. Bueno sí, un poco. Salió Tardà diciendo que no éramos suficientes. Pero a las puertas de unas elecciones no era cuestión de tirarse piedras en el propio tejado. Por eso yo creo que sale Marta Rovira y dice aquello de los muertos. Es de cajón: una polémica la tapas con una polémica mayor.
Ahora han vuelto a empezar. Tras el batacazo del 155 han vuelto a empezar. Están todo el día llorando.¿Sabes cómo ha acabado el proceso de momento? Pues con lazos amarillos en las solapas y carteles a favor de los presos en algunos balcones ¿Para este viaje hacían falta alforjas? Lo que pasa es que el ambiente está muy enrarecido. Los indepes no paran de referirse a los unionistas como el «bloque del 155» como si fuera culpa suya la aplicación del 155. No, no. La culpa fue de los indepes. ¿Ya no se acuerdan de las cinco notificaciones del TC? Puigdemont hasta posaba con ellas como si fueran trofeos de caza. O con el resto de consejeros sonrientes.
«El ambiente está muy enrarecido. Los indepes no paran de referirse a los unionistas como el «bloque del 155» como si fuera culpa suya la aplicación del 155. No, no. La culpa fue de los indepes. ¿Ya no se acuerdan de las cinco notificaciones del TC?»
Desde luego yo creo que no deberían estar en prisión, no creo que sea un golpe de Estado. El 23-F sí que fue un intento de golpe de estado con los guardias civiles disparando al techo del Congreso. Lo de rebelión me suena a Franco. Como lo de sedición. El sedicioso fue él, aunque luego iba fusilando a los militares fieles a la República por rebelión o sedición militar. Aquí, para mí, ni siquiera hubo violencia, pero no tendrían que haber tirado tanto de la cuerda. Lo dije en público y en privado en muchas ocasiones. Muchos consejeros, cuando hablabas con ellos, me daban la razón. Nadie se atrevía a frenar. Y menos públicamente. El tortazo ha sido fenomenal.
—Más allá de que se hayan marchado no menos de 4.000 empresas de Cataluña, y del callejón sin salida en el que nos han metido unos y otros, hay un asunto que jamás podré tomarme a broma, y ese es el referido al desgarro social que el Procés ha provocado. No sé si esto te afecta, Xavier, en tu círculo familiar y social. Pero todos hemos perdido amistades, aunque los nacionalistas lo nieguen. Lo que está claro es que independentistas y no independentistas no nos mezclamos ni nos mezclaremos jamás. Imposible. Como el agua y el aceite, que ni a base de cañonazos. Nadie cambiará de bando, ni habrá olvido ni perdón. Por lo tanto… ¿Deberemos compartir espacio vital en una Cataluña ulsterizada? ¿Terminaremos matándonos unos y otros? Insisto: ¿Esto cómo demonios se arregla? Yo creo que ni siquiera soluciones políticas remiendan semejante descosido. Lo siento, tal vez soy muy pesimista… ¿Tú qué opinas?
—Bueno yo soy muy pesimista. El conflicto en Catalunya es inevitable. Lo que no sé es si llegaremos a las manos o habrá sangre. Y ojalá me equivoqué. De hecho, a las manos ya hemos llegado. ¿Ya no recordamos que a Pere Navarro, entonces primer secretario del PSC, una señora le dio un bofetón? Cuando pasó todo el mundo se mostró incrédulo. Leí algunas crónicas en digitales que parecía que el dirigente socialista se lo había inventado. ¿Y Montilla? Tuvo que salir por piernas de la manifestación convocada por la ANC y Òmnium contra la sentencia del Estatut. ¡Y era el President de la Generalitat!. Sus escoltas sudaron la gota gorda.
Aquí, una parte del independentismo siempre ha tenido la tentación de la violencia. Por suerte no ha ido a más. Antes del atentado de Hipercor, 50.000 catalanes votaron a Herri Batasuna en unas elecciones. Y los de Terra Lliure miraban a ETA con admiración. De hecho, el gran sueño del independentismo era una invasión del Ejército español por la Diagonal. Como en Hungría en el 56 o en Checoslovaquia en el 68. Y si no, una guerra corta, como la de Eslovenia. Aunque ahí no hubo sólo diez muertos como creen sino una setentena y Yugoslavia estaba en desintegración. España no parece.
«Aquí, una parte del independentismo siempre ha tenido la tentación de la violencia. Por suerte no ha ido a más. Antes del atentado de Hipercor, 50.000 catalanes votaron a Herri Batasuna en unas elecciones. Y los de Terra Lliure miraban a ETA con admiración.»
Yo creo que quedará una sociedad como el Ulster, dos comunidades separadas y enfrentadas. He estado varias veces. Han avanzado mucho desde la primera vez que fui a finales de los 80 porque al menos ahora ya no se matan por la calle. En resumen: un largo conflicto enquistado. Puede durar generaciones.
—En muy pocos días comenzará el juicio a los encausado del 1-O. Tiene pinta de convertirse en un circo mediático. El independentismo ya ha anunciado que fiscalizará hasta el pestañeo de jueces, letrados y fiscales. Y cada sesión será retransmitida urbi et orbi. Habrá autocares diarios a Madrid, con bocata de mortadela incluido, fletados por la ANC y Òmnium Cultural; manifestaciones en Bruselas; cánticos, velas, llanto y algún suicidio en plan bonzo… ¿Crees que las sentencias serán duras? ¿Habrá indultos y amnistía por parte del Gobierno? ¿Y de haberla, la aceptarán los imputados?
—El independentismo quiere convertir el proceso en una operación mediática. Intentarán hacer como con Macià. A Macià, cuando lo pillan intentando «liberar» Cataluña desde Francia en plena dictadura de Primo de Rivera, lo juzgan y se convierte en un éxito propagandístico. Sobre todo gracias a su abogado, que era muy bueno. Pero un detalle: aquí había la dictadura de Primo de Rivera.
Yo creo que el Supremo será impecable. Por la cuenta que le trae. Y más tras lo que ha pasado con Otegi. Soy de la opinión que el juicio más bien dejará al aire las miserias del proceso y acabará con los procesados tirándose los platos por la cabeza. Los abogados ya se lo ven a venir y hacen llamamientos a la unidad. En primer lugar, porque son mucha gente y es difícil que todos vayan a una. En segundo lugar, porque unos han optado por una defensa política y han decidido inmolarse: Turull, Rull, los Jordis, supongo que Junqueras, Romeva… Pero otros están más callados y sospecho que planean una defensa jurídica. Intentar salir lo más bien librados posible, que es lo que haría yo. ¿Tú has oído hablar a Santi Vila? ¿Incluso a Carles Mundo? ¿O Meritxell Borràs? ¡Hasta Carme Forcadell está relativamente discreta y es aquella que llegó al cargo por decir: “presidente, ponga las urnas”!.
«El juicio más bien dejará al aire las miserias del proceso y acabará con los procesados tirándose los platos por la cabeza. Los abogados ya se lo ven a venir y hacen llamamientos a la unidad. En primer lugar, porque son mucha gente y es difícil que todos vayan a una.»
—Te he preguntado lo anterior porque existe la sospecha de que el independentismo y Pedro Sánchez han llegado a acuerdos tácitos de que todo se resolverá con penas mínimas que, con buen comportamiento y dos cursillos de costura o bricolaje, los pondrá a todos en la calle en un par de añitos o menos… ¿Cómo lo ves?
—Como no gané Podemos y declaren la III República, para los indultos lo van a tener difícil. En primer lugar, porque, para un indulto, tiene que haber arrepentimiento, y no es el caso por el momento. Han inflado tanto la burbuja que nadie quiera pasar ahora por traidor. Desconozco la legislación exacta, pero no sé si el Supremo tiene también algo que decir. En todo caso, a los jueces no les haría mucha gracia haber hecho ellos todo el trabajo para que luego el Gobierno los indulte por arriba. Además, lo que se vislumbra en el horizonte es más un gobierno PP-Ciudadanos-Vox como en Andalucía, que no uno de izquierdas.
Yo creo que Pedro Sánchez ofrece diálogo, pero dentro de sus límites. Lo dicho, un presidente del Gobierno español hay cosas que no puede ni quiere hacer. Pedro Sánchez es de Madrid, Rajoy de Pontevedra y Zapatero de León. Lógicamente, no van a estar a favor de la independencia de Catalunya. Y en el remoto caso de que accedieran a un referéndum de autodeterminación, supongo que los empurarían, porque tampoco está previsto en la Constitución. Cameron pactó uno, dos con el Brexit, pero los ingleses no tienen Constitución. Y del Brexit se arrepiente seguro.
«Como no gané Podemos y declaren la III República, para los indultos lo van a tener difícil. En primer lugar, porque, para un indulto, tiene que haber arrepentimiento, y no es el caso por el momento.»
—Como posible indicio probatorio de esa línea de especulación acerca de un hipotético pacto entre el Gobierno y los nacionalistas… ¿Crees que será significativo, sintomático, ver a ERC y al PDeCat aprobar los Presupuestos Generales del Estado? Ahora mismo se niegan en rotundo…
—Yo creo que se cumplirá la profecía de Borrell de que lo acabarán votando. Al menos Esquerra y una parte del PDECAT se mueren de ganas. ¿La otra opción cuál es? ¿Joderlo todo? ¿Elecciones anticipadas?
Lo que pasa es que Puigdemont quiere morir matando. O él o ninguno. Han entrado en la estrategia de cuanto peor, mejor. Yo creo que, en el fondo, lo que quieren es lo que te decía: un gobierno de PP-Ciudadanos y Vox. Que puedan decir: «¿Veis? Ya os lo decíamos. Todos los españoles son iguales». Creen que un nuevo 155 ampliará la base social. Yo, desde luego, no soy partidario de un nuevo 155. Sólo puedes aplicarlo en el caso de que haya un motivo equivalente al del 27-0: la proclamación de otra República. Y Torra, mucho hablar, pero no ha traspasado ninguna línea roja. Hasta el «Consejo para la República» lo han acabado bautizando «Consejo de la República». Los de la CUP empiezan a hartarse.
«Lo que pasa es que Puigdemont quiere morir matando. O él o ninguno. Han entrado en la estrategia de cuanto peor, mejor. Yo creo que, en el fondo, lo que quieren es lo que te decía: un gobierno de PP-Ciudadanos y Vox.»
Confía, el secesionismo, en que Pedro Sánchez le saque las castañas del fuego. Pero lo que decía, hay cosas que un presidente del Gobierno español no puede hacer. Sea del PP o del PSOE. Siempre hablan de diálogo, pero cuando preguntas qué quieren, dicen: «un referéndum de autodeterminación». O la liberación de los presos…. ¿Qué puede hacer Pedro Sánchez: llamar al Supremo y decir que los liberen? ¿Y la separación de poderes?. Están en un bucle.
—En muchos de tus artículos y columnas insistes con frecuencia en la idea de que lo que le espera a Cataluña, tras este viaje a ninguna parte, es la decadencia. Una decadencia larga y prolongada… De ser motor y admiración de toda España a ser una región empobrecida, condenada a no levantar cabeza en muchos años… ¿Lo piensas realmente? ¿tan caro lo vamos a pagar?
—Sí, pero no sólo por el proceso. Desde luego, la marcha de empresas es un golpe económico, pero sobre todo moral: ¿Cómo va a invertir el capital extranjero en Catalunya, si sus principales empresas no se fían? ¿Qué imagen transmitimos al mundo? Y lo peor: ¿Cómo van a volver? El capital pide estabilidad política y seguridad jurídica.
A la consejera de Empresas, Àngels Chacón, le hicieron un día un perfil en La Vanguardia y decía: «Tenemos mucho trabajo. No subestimo la marcha de las empresas, pero no puedo quedarme encallada en eso.»
«La decadencia de Cataluña viene de más lejos. Aquí llevamos más de veinte años tocándonos los cojones. Desde la última legislatura de Pujol, la de 1999. En ésa ya no se hizo nada.»
¡Que tremenda irresponsabilidad! Pero la decadencia de Cataluña viene de más lejos. Aquí llevamos más de veinte años tocándonos los cojones. Desde la última legislatura de Pujol, la de 1999. En esa ya no se hizo nada. El único plan de gobierno fue el aterrizaje de Mas y que ganara las próximas elecciones. Por eso Pujol lo nombró Conseller en Cap, algo así como jefe de gobierno.
Mira… yo hay temas que vengo oyendo desde la época de Jordi Pujol como lo de cambiar el modelo económico, reformar la Administración o convertir a Cataluña en trilingüe con el inglés. No han hecho nada. Seguimos igual. Cataluña sigue siendo, básicamente, tocho y turismo. Bueno hay un poco de biomedicina, industria farmacéutica, editoriales, pero no hemos cambiado de modelo económico con la crisis. El horizonte vuelve a estar lleno de grúas. Y estamos perdiendo peso: aquí se han vendido las dos principales empresas del sector, de un sector tan catalán como el cava —Freixenet y Codorníu—, a capital alemán, sin que nadie haya dicho nada. Lo que no podemos hacer los catalanes es supeditar la agenda económica a la política. Dejarlo todo para la independencia. Porque estamos perdiendo el tren. Miquel Iceta decía hace años en una conferencia que habíamos malgastado un montón de energía con el proceso, y tenía razón. Si no eres los Estados Unidos, no prometas enviar un hombre a la luna. Ponte objetivos políticos más accesibles.
—En lo que sí aciertas, y creo que eso lo vemos todos, incluyendo a extranjeros y a visitantes del resto de España, es en la degradación tremenda que ha experimentado Barcelona como capital: masificación, narcopisos, inseguridad y atracos en las calles, manteros, suciedad en cada esquina… ¿Ha sido Colau la peor de las alcaldesas posibles? ¿Qué crees que ocurrirá en las municipales de mayo? ¿Intuyes quién puede ganar la alcaldía? ¿Qué pactos veremos?
—Colau es la prueba de que, en España, es más fácil ser de izquierdas que de derechas. ¡La oposición la ha reprobado en cinco ocasiones! Ahora intenta cerrar como mínimo el acuerdo del tranvía —Esquerra ha dicho que sí para preparar el terreno— para poder presentar algo a las elecciones.
No me gustaría estar en la piel del próximo alcalde de Barcelona, tendrá que hacer frente a tres crisis: la económica, que todavía colea, la crisis generada por el proceso y la crisis generada por la propia Colau. La prueba es que su hombre de confianza, Gerardo Pisarello, que es el listo, se va a Europa. Yo, el otro día me lo encontré en un acto y se lo dije: «haces bien en irte». «Negaré haberlo dicho y tú haberlo oído», añadí.
Colau no gobierna por prejuicios ideológicos. No se mete con los manteros porque, claro, la izquierda es happy flower y multicultural. Resultado: Barcelona se ha convertido en la capital europea del top manta. Un día tendremos un disgusto. Paséate por la estación de Plaza Catalunya —Cercanías y Metro— a las siete de la tarde y no se puede ni pasar. Un día habrá un incendio o habrá que hacer una evacuación y ocurrirá una tragedia: 200 personas muertas. Y lo mismo con el resto de temas candentes: los narcopisos del Raval, las «okupaciones», el incivismo en la Barceloneta, la turismo fobia. Colau es una persona que utilizó la PAH para hacer luego carrera política. Yo me acuerdo de la carta de despedida: «para evitar especulaciones —decía— quiero aclarar que no voy a fichar por ningún partido político». No, hizo uno a su medida. De paso se zampó a Iniciativa. Y con el soberanismo no se sabe nunca si va o viene. Es más lista que el pan. Ambigüedad calculada. Recibo a los alcaldes, pero luego no cruzo la plaza Sant Jaume para ir a ver al President. Voy a la Diada pero no me pongo en primera fila.
Se nota que hay elecciones y que no las tiene todas consigo: se ha declarado bisexual, se ha ido a ver a los presos y hasta quiere ofrecer dentista más barato. Esto no lo hace ni Maduro…
«(Colau) es más lista que el pan. Ambigüedad calculada. Recibo a los alcaldes, pero luego no cruzo la plaza Sant Jaume para ir a ver al President. Voy a la Diada pero no me pongo en primera fila.»
—Otro asunto que abordas en e-notícies con relativa frecuencia, y eres de los pocos que lo hace con absoluta valentía —porque abordarlo supone que toda la izquierda te salte a la yugular— es el de la inmigración… ¿Lo estamos haciendo bien, y no solo en España sino a nivel UE? ¿Podemos seguir aguantando, como país, llegadas masivas, incontroladas, de inmigrantes que en muchos casos no contribuirán a crear riqueza ni a asegurar las pensiones? ¿Vamos derechos hacia los Estados Unidos de Eurabia? ¡Fíjate que mientras te planteo la pregunta me invade la molesta sensación de estar haciendo campaña para Vox, y me asusta, nada más lejos de mi intención; pero no puedo dejar de ver lo que veo, y lo que veo es una Europa llena de ghettos, en los que ni la policía se atreve a entrar!
—¡Uf…! Te van a llamar facha, racista, xenófobo o hasta islamófobo, que es el insulto de moda. Es lo que me decían a mí cuando publicaba artículos diciendo que alerta con este tema, que no lo estamos haciendo bien. No puede ser que al hablar de la inmigración te digan automáticamente racista. ¿Pero sabes qué pasa? Yo vivo en Martorell, una localidad a unos 30 kilómetros de Barcelona. El porcentaje de inmigración según estadísticas oficiales es el 18%. Pero es más, porque los sin papeles no salen en las estadísticas y los que se han nacionalizado dejan de salir. Y en mi barrio, que es el casco antiguo, debe ser más: el 30 o el 40%. Mis hijos han ido a una escuela pública. Recuerdo que cuando llevaba al pequeño siempre tenía cuatro mujeres musulmanas delante con un total de ocho o nueve hijos.
Es la primera vez que me dije que algo habíamos hecho mal. Una vez, en pleno mes de agosto, fui al ayuntamiento a hacer una gestión y delante de mí había un inmigrante preguntando qué tenía que hacer para empadronarse, y detrás otro. La funcionaria de turno les explicó que nada: contrato de alquiler y pasaporte en vigor. Pensé: ¿si en un par de minutos se quieren empadronar dos personas cuántos se empadronan al año? El gran error es que los ayuntamientos sólo deberían empadronar a gente llegada con papeles. ¿Los ayuntamientos no son también Estado? ¿La Ley de Extranjería no dice que sólo pueden venir con papeles y que el resto debería ser expulsado aunque en la práctica tampoco sea así?
Una vez leí una entrevista a Marine Le Pen en El Mundo, en una de esas crisis periódicas en Ceuta o Melilla, y la mujer decía más o menos que mientras demos sanidad y enseñanza gratis seguirán viniendo. Probablemente tiene razón. Lo que pasa es que la izquierda, por su parte, vive en una burbuja. A ver, la ultraderecha tiene aproximadamente un 20% en Dinamarca, un 13% en Suecia, un 14% en Holanda, un 29% en Austria. O en Francia: la citada Marine Le Pen sacó diez millones de votos. ¿Tú crees que todos sus votantes son fascistas y skinheads? No, imposible. No saldrían los votos.
«Leí una entrevista a Marine Le Pen en El Mundo, en una de esas crisis periódicas en Ceuta o Melilla, y la mujer decía más o menos que mientras demos sanidad y enseñanza gratis seguirán viniendo. Probablemente tiene razón.»
Fijémonos en que estamos hablando de democracias mucho más consolidadas que la nuestra, países nórdicos que eran un ejemplo del estado del bienestar. Yo empecé a entenderlo el día en que leí, creo que en el ABC, una crónica de su corresponsal diciendo que en un barrio de Copenhague —musulmán, por supuesto— habían prohibido los árboles de navidad, porque era un símbolo cristiano. ¡En Dinamarca, antaño país de vikingos!. Los que defienden la inmigración no viven en barrios con mucha inmigración. Está muy bien defender el Open Arms o el «Welcome Refugees» cuando vives en Sarrià o en Sant Cugat. Ve a Salt a preguntar qué opinan. Mira, Puigdemont se ha ido a vivir a Waterloo. No es Molenbeek, el barrio musulmán de Bruselas. Y Pablo Iglesias a Galapagar. Yo no he estado nunca. Pero a tenor de las fotos de la zona que he visto en los medios es un barrio bien.
—Ya que he mentado al diablo, no me privaré de preguntarte por Vox… ¿Consideras que se debe estigmatizar al PP y a Ciudadanos por apoyarse en sus 12 escaños en Andalucía? ¿Si Vox es ultraderecha, Podemos es ultraizquierda con casoplón? ¿Emergerá con fuerza Vox en las principales ciudades en la municipales de mayo? ¿Se merendará al PP en Cataluña?
—Yo creo que el PP, y sobre todo Ciudadanos, han caído en el marco mental de la izquierda en Andalucía. ¿Si no pactabas con Vox, con quién pactabas? Lo importante en este caso era la alternancia, créeme. En Cataluña gobernó CiU 23 años y luego salió lo que salió. Tiene, o tenía…, porque algunos ya han sido juzgados, una decena de casos de corrupción. ¡El PSOE, en Andalucía, ha gobernado 36 años!
Pero iban con tiento, con miedo al que dirían. Sobre todo Albert Rivera y Ciudadanos. Claro, El País, La Sexta, El Periódico o TV3 los definían como extrema derecha. Yo creo que, entre el electorado del PP e incluso el de Ciudadanos, lo que digan estos medios les da igual. Además, en Grecia, Tsipras ha estado gobernando hasta ahora con el Vox griego, más o menos, y en El País lo trataban el otro día de «estadista». ¿En qué quedamos?
«Un día vi las fotos de todos los parlamentarios electos (de Vox) en El Mundo y me parecieron gente normal, clases medias. Quiero decir que no tenían cuernos ni cola de demonio.»
Es curioso, porque estos mismos medios que se refieren a partidos europeos similares como derecha identitaria o populista, en cuanto hablan de Vox dicen que son extrema derecha. No digo que no lo sean, pero la extrema derecha actual no es como la de los años 30: en los años 30 el fascismo o el nazismo lo que quería —y lo consiguieron— fue instaurar dictaduras. Vox, no. Vox y el resto lo que quieren es mandar e influir. Ganar elecciones, en definitiva. A ver, 400.000 andaluces han votado a Vox. Han sacado diputados en todas las provincias. Un día vi las fotos de todos los parlamentarios electos en El Mundo y me parecieron gente normal, clases medias. Quiero decir que no tenían cuernos ni cola de demonio.
—Pedro Sánchez dice ahora que nos esperemos sentados, que piensa seguir usando el Falcon hasta 2020 y yendo a bodorrios en helicóptero… ¿Crees que ha incumplido lo que prometió cuando se embarcó en la moción de censura? ¿Se puede gobernar un país con filoetarras, separatistas, nacionalistas de ultraderecha y marxistas de puñito alzado? ¡A mí me parece más peligroso que bailar el kazachok con una botella de nitroglicerina en la coronilla! En resumen: ¿Pagará el PSOE en las urnas el narcisismo, la egolatría y la inconsciencia de Sánchez?
—Yo lo del PSOE es que no lo entiendo. ¿Cómo puede ser que un partido con su historia, que tuvo liderazgos tan sólidos como Felipe González y Alfonso Guerra, al menos hasta que se pelearon, haya podido caer tan bajo? Porque lo de Zapatero no era para tirar cohetes, pero al lado de Pedro Sánchez empieza a parecer un estadista. Hace unos días leía en La Vanguardia una crónica sobre Pedro Sánchez en Davos y titulaban así: «Sánchez alerta en Davos sobre la llegada de ‘políticos sin escrúpulos’». Y pensé: ¡Pedro, que tú llegaste con 84 diputados!
Porque lo que se dice gobernar, gobernar. De momento va tirando. Lo que pasa es que abre temas y no los cierra. Yo creo que dejará el PSOE peor de lo que lo encontró, que ya es decir. Pero no subestimemos la capacidad de supervivencia de Pedro Sánchez. Un tío que lo corren los barones de su propio partido y ahora está en La Moncloa. Y se sacó un gobierno de la chistera que no era malo, aunque alguno tuvo que dimitir. Yo creo que el listo es Ábalos. Ábalos es el Pepe Blanco de Sánchez.
«Yo lo del PSOE es que no lo entiendo. ¿Cómo puede ser que un partido con su historia, que tuvo liderazgos tan sólidos como Felipe González y Alfonso Guerra haya podido caer tan bajo? Porque lo de Zapatero no era para tirar cohetes, pero al lado de Pedro Sánchez empieza a parecer un estadista.»
—¿Veremos algún día en Cataluña a un Govern no nacionalista en la Generalitat?
—Es muy difícil. Ya te lo he dicho. Si un viejo zorro de la política como Pujol no tocó la Ley Electoral, fue por algo. Recuerdo que hace años, creo que fueron los de Sociedad Civil Catalana, calcularon que el voto de una persona por Barcelona vale 2,3 en Lleida, 1,6 en Girona y 1,5 en Tarragona. Y el historiador Joaquim Coll, que también estuvo vinculado a SCC, todo sea dicho, publicó en el 2015 un artículo en El Periódico que decía que si la representación electoral fuese de acuerdo con la población, a Barcelona le corresponderían 16 diputados más. Con eso se acaba el proceso. Que conste que ambos son parte interesada pero creo que en este caso las cifras van a misa. Y, desde luego, en España pasa lo mismo. Es más fácil ser diputado por Soria que por Madrid. Necesitas menos votos porque también hay menos población. El exsecretario general de ERC, Joan Ridao, que ahora es letrado en el Parlament me contaba un día que lo más favorable son las islas. Canarias y Baleares. Yo soy partidario de una persona, un voto, que es la base de la democracia. Si acaso, con mecanismos territoriales correctores, pero ligeros. Estoy harto de que mi voto, yo que vivo en el Baix Llobregat, valga menos que el del Pallars, por ejemplo.
—Sé que eres un gran amante de los libros, un apasionado de la Historia, de los que puede pasarse horas en las librerías de los lugares que visita… ¿Qué estás leyendo ahora mismo? ¿Qué títulos tienes en la cola de lectura?
—¡Tú sabes mucho de mi vida! Demasiados. Yo tengo un principio sagrado: no empezar un libro antes de acabar el anterior. Pero lo incumplo sistemáticamente. Entonces los libros quedan repartidos por toda la casa con un lápiz en su interior, porque también soy de subrayar y tomar notas. Ahora estoy leyendo el dietario de Victor Klemperer sobre Munich 1919; tengo un Vicens Vives empezado —sobre la burguesía catalana—; una biografía de Nixon, y los diarios de Margaret Thatcher.
—Y hablando de libros, y para terminar… Me gustaría que recomendaras algunas obras, libros de cabecera, ensayos, historiadores, que puedan contribuir a que los catalanes, todos, nos entendamos un poco mejor; o a que, como mínimo, una parte de los catalanes no se trague todas las mentiras históricas que nos ha vendido el nacionalismo…
—Yo tengo la teoría personal de que la clase política catalana no lee o lee poco. Mas presumía de leer poesía francesa en el original, fue al Liceo Francés, pero creo que poca cosa más. Sospecho que no leía ni periódicos. Pujol, a las ocho de la mañana, se había leído hasta el Frankfurter Allgemeine. Mas, no. Yo le había pillado en alguna sesión de control con Albert Rivera sacándole por sorpresa alguna cosa que había publicado La Razón o el ABC y no sabía de qué le hablaba. Y eso que entonces las sesiones de control en el Parlament eran por la tarde.
«Soy un gran fan de la historia. Si no puedes adivinar el futuro, que no puedes, intenta aprender al menos del pasado. Pujol dice en sus memorias que para gobernar hay que saber historia y probablemente es cierto.»
Yo soy un gran fan de la historia. Si no puedes adivinar el futuro, que no puedes, intenta aprender al menos del pasado. Pujol dice en sus memorias que para gobernar hay que saber historia y probablemente es cierto. Pero mi confianza en la historia ha ido bajando. Junqueras es doctor en historia —no en economía, como la gente piensa— y eso no le ha servido para evitar errores de bulto. Luego están todos los que dicen que Santa Teresa o Cervantes son catalanes. Por Colón no me mojaré, porque no lo descarto, pero con el resto meamos fuera de tiesto. Como en otras cosas. En fin, no me enrollo más: para entender Catalunya yo recomendaría a Pla, a Gaziel, a Vicens Vives y a Ferrater Mora.
—Xavier, ha sido un placer pasar estas horas en tu compañía. Espero volver a verte pronto. Desde Ataraxia te deseamos que sigas siendo ese periodista lúcido y analítico que pisa la calle a todas horas, se pone el mundo por montera y se ríe de todo y de todos… ¡Muchas gracias!
—A ti. Espero no haber abusado de tu paciencia ni de la de los lectores.
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