Un joven doctor de Oxford visita un manicomio privado atraído por su buena reputación, con ganas de aprender. Charla con el director del centro, visita las dependencias, trata con su personal… Todo aparenta ser perfectamente normal, pero en el ambiente flota un algo extraño, indefinible, sumamente inquietante. Sin duda las instalaciones ayudan a crear ese clima de intranquilidad. Nos hallamos en una mansión inmensa y oscura, perdida en el centro de un bosque. El amable doctor cena con los responsables del sanatorio, conversan sobre tratamientos, innovaciones psiquiátricas…¡Todo aparenta ser de lo más normal! Pero un día una de las internas le susurra “¡Váyase!”. Él piensa que es sólo una enferma más, y no le da importancia a la advertencia, pero la lucidez y serenidad de esa hermosa paciente le deja trastornado, en estado de alerta. Se suceden pequeños detalles que aumentan su inquietud… Es evidente que algo no cuadra. Finalmente una noche de rayos y truenos descubre que los auténticos médicos y el personal clínico son todos los que están encerrados en las celdas de aislamiento, bajo llave, como si fuesen locos peligrosos, a los que el afable doctor de Oxford observaba apenas unos días atrás con misericordia.
Pues sí, señoras y señores, esto es lo que vivimos en Cataluña… Síganme, por favor.
Hace unos días se hizo viral un hilo en Twitter (gracias @PJoliCo) absolutamente demoledor —pero esperen, esperen al final del artículo, que lo que viene después es mucho más terrorífico—. Este hilo detallaba multitud de casos de nepotismo descarado, o en expresión popular, enchufismo asqueroso. Cojan aire, que ahí van algunos ejemplos…
La mujer de Carles Puigdemont vive de la sopa boba colocada en una TV que no ve nadie —a razón de 6.000€ mensuales… ¡Pim, pam!—. Laura Borràs, la consejera de Cultura nombra directora de gabinete a la esposa del eurodiputado del PDeCAT Ramón Tremosa. Francesca Guardiola, hermana de Pep Guardiola, es delegada del Govern en los Países Nórdicos. Anna Forn, hija del exconsejero de Interior Joaquim Forn, ficha en la “embajada” en Londres. El periodista Pere Cardús, hijo de Salvador Cardús, conocido agitador indepe, se incorpora al Gabinete del President Torra. La Generalitat adjudicó un contrato de 1,8 millones de euros a una empresa dirigida por la pareja de Meritxell Borràs, cuando era Consejera de Gobernación —por cierto: la empresa adjudicataria está bajo investigación del 3%— La hija del extesorero condenado por el 3%, Mònica Osàcar, trabajará en el aparato de comunicación del Govern —¡hola CUP! ¿dónde estáis?—. Cesca Domènech Ruera, esposa del consejero de Interior Miquel Buch, ficha por el Departamento de Presidencia de la Generalitat. Y ya paro, ya paro, porque la lista es interminable. Sencillamente vomitivo.
¿Qué se puede esperar de unas instituciones que aúpan como Consellera de Agricultura a Teresa Jordà, cuya única experiencia profesional, más allá de cargos políticos, es que fue guía en el Monasterio de Santa María de Ripoll y trabajó en la oficina de Correos del municipio.
«Porque aquí viene lo bueno del citado hilo publicado en Twitter y lleno de ejemplos… ¿Qué respondían los tuiteros independentistas? Se lo resumo: «Bueno… son de los nuestros”»
Miren, yo puedo llegar a entender —con náusea y un esfuerzo titánico— que los dirigentes indepes utilicen el dinero público rellenando su propia charca putrefacta, lodazal en el que chapotean desvergonzados y sonrientes mientras juegan con patitos de goma. Pero lo que se me antoja absolutamente incomprensible es cómo sus seguidores se dejan engañar. Porque aquí viene lo bueno del citado hilo publicado en Twitter y lleno de ejemplos… ¿Qué respondían los tuiteros independentistas? Se lo resumo: «Bueno… son de los nuestros”. No sé, amigos, pero si yo fuese de su cuerda, abominaría de éste repugnante enchufismo, desearía un país mejor, abogaría por los más preparados y tal. Pues no.
Hago una última prueba del algodón. Comparto el hilo de Twitter con un amigo independentista radical pero muy inteligente. La respuesta me deja desolado: “No lo dudes, han tenido que superar procesos de selección y blablabá”. Claro, por eso sieeeempre la superan los que tienen lazos de sangre. Lo de la sangre debe ser un requisito indispensable… Por poner un ejemplo: a la sobrina de Joana Ortega (ex vicepresidenta del Govern) la colocaron en la “embajada” en Alemania… ¡sin saber ni palabra de alemán!
Miles de catalanes convivimos con locos, con auténticos majaderos, y lo más espantoso es que estos locos no saben que lo son, y te miran convencidos de que eres tú el que no rige, el que no está en su sano juicio.
Cierren los ojos e imaginen cómo debemos sentirnos los cuerdos viviendo cada día, transitando por los interminables pasillos de este manicomio.
¿Le cuento como acaba el relato de Edgar Allan Poe? ¡Mejor, léanlo!
Puedes seguir a Joan Puig en twitter como @avecesensayo
email de contacto: ataraxiamagazine@gmail.com
Síguenos en Twitter: https://twitter.com/ataraxiamag
Síguenos en Facebook: https://www.facebook.com/ataraxiamagazine