De prohibiciones y reglamentos

manuel artero

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“Hay una manía reglamentista en la actualidad que el Estado Español, vía gobierno socialista empeñado en la ingeniería social, intensifica a ritmo de decreto, como si le fuera la vida en ello”

Me cuenta mi amigo Pedro antes de irse a vivir, con su familia, a  Costa Rica, que Europa está demasiado reglamentada. Y eso le asfixia el corazón y le reduce sus ganas de vivir.

—Fíjate, Manuel… –me dice–, en Suiza hasta los espantapájaros están homologados, y los ciudadanos no pueden inventarse uno para su jardín o finca. La ley les obliga a ir a la tienda adecuada y comprarlo con todas las etiquetas que, eso sí, demuestran que el artefacto ha pasado por todos los controles de calidad que sean necesarios.

Y es que a Pedro razón no le falta. Hay una manía reglamentista en la actualidad que el Estado Español, vía gobierno socialista empeñado en la ingeniería social, intensifica a ritmo de decreto, como si le fuera la vida en ello. Demasiadas Leyes para estos tiempos de crisis, paro e incertidumbre social. Porque, y esta es la gran paradoja, el exceso legislador está íntimamente ligado, pero de forma inversa, a la buena marcha de la economía. Cito tres apuntes que lo demuestran, aunque la lista de eruditos, filósofos, políticos, novelistas y científicos que han hablado de ello es amplísima…

Primero:  Ya en el siglo V antes de Cristo, el creador de Taoísmo, Lao-Tse, dejo escrito: “Cuanto mayor sea el número de leyes y decretos, más ladrones y bandidos habrá.”

Segundo: Más cerca de la cultura occidental, me parece obligado recordar las palabras de nuestro politólogo del Siglo de Oro Español, Saavedra Fajardo, que dijo: “Las sociedades que se rigen con un exceso de leyes ocupan a la mayoría de los habitantes en los juicios, y desperdician tiempo necesario para los campos y los oficios. El trabajo es frenado por la abundancia de leyes”.

Y tercero, destaco ese monumento al Periodismo, reconvertido en Literatura, que es el libro de Manuel Chaves Nogales “El maestro Juan Martínez que estaba allí”. Se trata del testimonio de un bailarín flamenco de Burgos, Juan Martínez, que en compañía de su mujer, “La Sole”, después de conocer los mejores cabarets de París y Estambul, se traslada a Rusia, y allí, en Moscú , Petrogrado y Kiev, vive la revolución desde sus inicios.

“A los bolcheviques se les había exacerbado la manía reglamentista, y en cada esquina montaban una oficina para prohibir o perseguir algo: querían intervenirle a uno hasta la respiración”

Los relatos de Martínez se centran en la descripción de los hechos, porque este testigo excepcional soslaya sus sentimientos a excepción del quizá más animal del ser humano: la supervivencia. En Kiev, donde vivió la mayor parte de sus seis años de revolución, dice: “A los bolcheviques se les había exacerbado la manía reglamentista, y en cada esquina montaban una oficina para prohibir o perseguir algo: querían intervenirle a uno hasta la respiración”. Y más adelante, cuando en Odesa ya solo piensa en abandonar esa Rusia revolucionaria en la que está a punto de morir hambriento, afirma: “Huyendo de aquella ciudad de la muerte, Sole y yo nos íbamos a la playa, y allí nos pasábamos el día tumbados al sol. Obtuvimos una autorización para bañarnos, porque hasta para bañarse en el mar hacía falta una autorización de los bolcheviques».

Juan Martinez sobrevivió al hambre, el tifus, la checa y los chivatos, y yo espero que mi amigo Pedrito encuentre en el Pacífico esos horizontes vitales que España, hoy, no le ofrece. Aquí, mientras tanto, otro de mis amigos, de igual nombre que el protagonista de Chaves Nogales, Juan, me lo recuerda esta misma mañana: “Lo peor no son los chivatos subvencionados de las brigadas progresistas de buenas costumbres y prácticas humanas, lo peor es la tontería, a menudo pusilánime, insensible casi siempre…”

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Un comentario Agrega el tuyo

  1. Siempre he pensado que hay unos políticos pensantes que poco o nada tienen que hacer y una seríe de asesores que tienen menos aún que hacer, así que el uno piensa en como joderla y el otro la ejecuta, claro la ventaja de los países del norte que legislan mucho menos, tienen una ventaja es que saben que se respetará la Ley y luego valoran el coste de aplicar esa Ley y quién la controlara, será por nuestro carácter latino, que lo primero que haremos será ver como le damos la vuelta, el coste no se analiza y para que si después duerme en el cajón de los justos.

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