Este mes, mientras voy vertiendo líneas en este segundo artículo sobre la terrible realidad venezolana, ocurren varios hechos que distraen nuestra atención de lo que quizás es esencial. El Foro de Sao Paulo, de la mano de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, está sentado en La Moncloa… y sigue a raja tabla el guión aprendido…
Hemos escuchado decir al “líder” de Podemos, en una interpelación en el Senado, que la situación política y económica de Venezuela es nefasta. Y, como respuesta, muchos medios publicaron vídeos de no más de 5 años de antigüedad, donde Iglesias, y otros voceros de su partido, alababan al régimen Castrochavista. Algunos despistados han escuchado por primera vez a un Iglesias más joven decir que sentía envidia de los venezolanos, luego de ver una breve introducción sobre el Hugo Chávez que le hacía una periodista del canal estatal Venezolana de Televisión. Unos días más tarde, José Luis Rodríguez Zapatero ha sido noticia y trending topic en Twitter por dejarnos, entre otras perlas: «hay prejuicios y falta de conocimiento sobre Venezuela«, que no hubo conflicto civil el año 2017, porque ÉL estaba en el país. Seguramente olvida los más de 150 jóvenes asesinados en las calles por protestar contra el régimen genocida. Y como si no fuera suficiente con esto, luego de que Errejón dijera que en Venezuela sus ciudadanos comían tres veces al día, pareciera retractarse de sus palabras en una entrevista donde refiere literalmente que “Venezuela es un desastre y no es un modelo para nuestro país”.
Luce contradictorio que todo esto venga de quienes recibieron ingentes cantidades de dinero para (de)formarse y crear un partido en España, de los que ahora intentan deslastrarse de lo que significa la tiranía venezolana. Mientras, el otro pareciera intentar lavar la imagen de un régimen que ya es imposible defender. Pero, Zapatero va de salida de la política española; lo que realmente le interesa es mantener contentos a quienes le cubren más que sus gastos de representación. Iglesias y compañía necesitan distanciarse de esa tiranía que ahora le resta seguidores, los que ya han ido perdiendo por el desencanto de esos líderes de cartón, muy poco agraciados. Para éstos, se diría que la “luna de miel” ha durado menos que un merengue en la puerta de un colegio, pero cuidado, porque aquí, en esta España de hoy, la política de pactos decide quien se sienta en los sillones, no importando quien gane las elecciones, por lo que el peligro sigue al acecho.
Durante estos días mi tierra natal sigue siendo noticia, y no para bien… el “no hay” continúa como una letanía eterna, mientras los venezolanos en el exterior enviamos cajas de “lo que podemos” a los nuestros, anhelando paliar una situación de la que apenas sabemos una parte muy pequeña. Yo, particularmente, me lleno de “saudades”, pero intento disfrutar estas Navidades siempre distintas y alejada de los míos. En las conversaciones de sobremesa le narro a mi hijo cómo vivíamos estos días a su edad; cuando llegaba diciembre todo se llenaba de gaitas (no de las gallegas), esperábamos las “misas de aguinaldo”, que se oficiaban desde el 16 hasta el 23, en los porches de las casas en horas de madrugada, y también ese chocolate caliente que brindaban generosamente los dueños a los asistentes al final de cada misa, para luego partir en patines por las calles de la urbanización. El 24 los regalos de los niños los traía el Niño Jesús, no Santa, y era tradición que el 31, después de las 12 de la noche, esperáramos la visita de familiares y amigos para dar el abrazo de “feliz año” y comerse un trocito de la famosísima (y riquísima) torta negra de mi madre, o tomar el ponche crema casero, pues la «hallaca», ese suculento plato venezolano, era el protagonista de las cenas.
«Esas calles, otrora llenas con música y fuegos artificiales, se han tornado en espacios vacíos y llenos de silencio, en los que la tarde se torna en toque de queda, un silencio tan solo lleno de memoria.»
Este año muchos no tendrán qué llevar a su mesa, así que los platos navideños han dejado paso a lo que se pueda encontrar, si es que hay algo. Las misas de aguinaldo dejaron de oficiarse hace años, por razones de seguridad… y los regalos solo son una realidad para algunos privilegiados. Esas calles, otrora llenas con música y fuegos artificiales, se han tornado en espacios vacíos y llenos de silencio, en los que la tarde se torna en toque de queda, un silencio tan solo lleno de memoria.
Busco respuestas a esa pregunta que muchos nos podríamos hacer… ¿Qué pudo salir mal, si hace tan solo 20 años contábamos con una población formada y con estudios, quizá la más preparada de la historia republicana? ¿Qué le pasó a ese país aparentemente maravilloso? Quizás una de las respuestas esté en las propias universidades, nichos de comunistas, aquéllos que habían salido de las guerrillas de los 60’s, quienes no dudaban en adoctrinar al personal haciendo uso de los bienes de los venezolanos. Todo ocurría paralelamente y a velocidad vertiginosa. Mientras la corrupción minaba la creencia de los ciudadanos en la política, nuevos partidos se adueñaban de la escena, así surgió Convergencia, llamado también “el chiripero” —cucaracha pequeña que habita en grandes zonas urbanas—, una suerte de agrupación de varios personajes de diferentes creencias, salidos de distintas áreas de la vida pública, como de los propios partidos con una meta, alcanzar el poder. En diciembre del año 1993 Rafael Caldera gana su segundo mandato, asumiendo la presidencia en enero de 1994, llevado a hombros por ese chiripero y por aquel discurso en el que casi justificaba la intentona golpista de Hugo Chávez al gobierno de Carlos Andrés Pérez. Justamente durante este gobierno de Caldera, Chávez y el resto de ex militares golpistas estaban en la cárcel mientras esperaban juicio, permitiéndosele a los medios de comunicación entrar y salir de la prisión sirviendo de voceros y propaganda para su futuro inmediato. Hicieron olvidar que Chávez se escondió cobardemente en el Museo Militar al fracasar la intentona y exponiendo constantemente las palabras que le llevaron a la fama “compañeros, por ahora los objetivos no han sido cumplidos…”. Les convirtieron en héroes de un golpe fracasado que prometía cambiar el régimen de corrupción que vivía el país durante esos 40 años de democracia. Se dice que Caldera recibió fuertes presiones desde diferentes vías para lograr el sobreseimiento del juicio de los golpistas, lo que les permitió quedar limpios de polvo y paja y entrar sin problemas y de lleno en la vida política venezolana.
«No obstante, (Chávez) pronto deja de tener ese aire romántico y épico del 4 de febrero al empezar a recorrer Venezuela con una arenga incendiaria que poco gustó al pacifista pueblo venezolano».
Dos años después del frustrado golpe, cuando los exmilitares salieron de la prisión, fueron recibidos entre vítores por miles de seguidores, particularmente Hugo Chávez vestido de “liquiliqui” blanco —traje típico venezolano, originado en la región de los Llanos—. No obstante, pronto deja de tener ese aire romántico y épico del 4 de febrero al empezar a recorrer Venezuela con una arenga incendiaria que poco gustó al pacifista pueblo venezolano. Esos días pocos se percataron de su desaparición, cuando viajó a Cuba para establecer un pacto con Fidel Castro, cuando da aquel discurso en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, esta vez vestido de liquiliqui negro con toda la plana mayor del régimen cubano sentada, oyéndole y aplaudiéndole. Vale la pena escuchar el discurso completo, en poco más de 37 minutos menciona todo lo que posteriormente fueron desarrollando, paso a paso. Quiero rescatar algunas de estas palabras: “Lo decíamos en el mismo ejército venezolano antes de ser soldados insurrectos; lo decíamos en los salones, en las escuelas militares de Venezuela: Cuba es un bastión de la dignidad latinoamericana, y como tal hay que verla, como tal hay que seguirla y como tal hay que alimentarla”. También hizo mención al Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200), partido con el que inicia oficialmente su vida política a su llegada al país, además de aquella palabreja, “constituyente”, para refundar la República.
Hugo Chávez vuelve a Venezuela manteniendo un perfil bajo, y poco a poco va organizando el Movimiento Quinta República (MVR), que sustituiría al MBR200, y con el que cuatro años más tarde, en diciembre de 1998, ganaría las elecciones de forma irrefutable. Sin duda alguna, los medios de comunicación fueron lanzaderas de ese proyecto político, y en gran parte responsables de su llegada al poder. Pero además Chávez tuvo un gran apoyo popular; enamoraba con su verbo, su mensaje había dejado de ser violento para ser pacifista, aglutinador. Se unieron a su proyecto personajes de la vida pública —demócratas de pro que creían que podría “refundarse” el país, para eliminar esa corrupción de todas las instituciones que tanto daño había hecho—, a algunos de los cuales nombró, ese primer año, ministros, viceministros, o que situó en cargos importantes.
«Los medios de comunicación fueron lanzaderas de ese proyecto político, y en gran parte responsables de su llegada al poder. Pero además Chávez tuvo un gran apoyo popular; enamoraba con su verbo, su mensaje había dejado de ser violento para ser pacifista, aglutinador.»
Muchos no quisieron ver que también estaban allí los comunistas de siempre, y aquellos profesores universitarios que mencioné anteriormente, más esos alumnos a los que habían logrado captar para su revolución. Aprovechando esta “luna de miel”, plantean la disolución del Congreso para formar la Asamblea Constituyente, y así crear una constitución que se adaptara a esa revolución de la que hablaban, una nueva carta magna que le permitiera implantar el comunismo. Así pues, alcanzan el poder por medios democráticos para instalar una dictadura.
Pocos meses después, Chávez, conocedor de la capacidad de los medios de comunicación, da inicio al programa de televisión Aló Presidente, desde el cual, le daba voz al pueblo, que se sentía escuchado, y aún más: se veía reflejado en la Presidencia de la República.
Recuerdo perfectamente esa época en la vivíamos en una especie de olla de presión, la nueva Asamblea había sido prácticamente regalada al chavismo, quien con la venia de la pseudo-oposición fue aprobando uno a uno los artículos de este marco legal. Entre sus primeras medidas y “como emergencia y por decreto” disolvió la Corte Suprema de Justicia y, acto seguido, el Parlamento, empezando a sesionar en el lugar físico de éste. Se crearon nuevos poderes, como el Electoral, se instaura el referéndum revocatorio como novedad e incluye (supuestamente) nuevos derechos a las poblaciones indígenas. Pero nada de esto fue suficiente para saciar las ansias de poder de Hugo Chávez, quien obtiene la aprobación en el poder legislativo de un Decreto Habilitante, otorgándole poderes especiales y plenipotenciarios para aprobar leyes, entre ellas, la Ley de Tierras, con la que pretendía quitarle las haciendas a sus legítimos dueños, quienes se ven obligados a demostrar su propiedad ante los nuevos institutos.
«Nada de esto fue suficiente para saciar las ansias de poder de Hugo Chávez, quien obtiene la aprobación en el poder legislativo de un Decreto Habilitante, otorgándole poderes especiales y plenipotenciarios para aprobar leyes, entre ellas, la Ley de Tierras, con la que pretendía quitarle las haciendas a sus legítimos dueños…»
Llega el año 2002, la polarización en la sociedad y a todos los niveles fue extrema. En febrero de ese año, Chávez “toca” PDVSA, la empresa estatal de Petróleos de Venezuela, sustituyendo a sus directivos por personas afines a su proyecto. Se inician protestas internas pues se viola el principio de la meritocracia, hasta ese momento respetado en la principal empresa del país, que se encontraba en el ranking bursátil entre las cinco empresas más importantes en el mundo del petróleo. Dos meses más tarde, el 11 de abril, la oposición convoca a una gran marcha en la capital, Caracas, y la muchedumbre decide ir hasta el Palacio Presidencial de Miraflores. Con lo que nadie contaba es que el gobierno tendría apostados francotiradores en los edificios y puentes que estaban en el trayecto. Mientras la marcha seguía su curso, Chávez había lanzado un mensaje en cadena nacional de radio y televisión. Entonces, las televisiones ante la obligatoriedad de emitir el mensaje presidencial partieron la pantalla en dos, con lo que en un lado veíamos en directo lo que estaba ocurriendo en la marcha, y al otro a un Chávez cada vez más beligerante. No recuerdo el número de muertos y heridos… lo que no podré olvidar es haberlo visto en vivo.
«Nueve miembros de la policía metropolitana, que actuaron apegados a la ley, fueron apresados y culpados de los asesinatos perpetrados por los francotiradores durante la marcha…»
Nueve miembros de la policía metropolitana, que actuaron apegados a la ley, fueron apresados y culpados de los asesinatos perpetrados por los francotiradores durante la marcha, con lo cual Chávez enviaba un mensaje de “justicia”, haciéndoles responsables de la emboscada que había vivido el pueblo. Luego de larguísimos juicios y vulnerando los derechos fundamentales de estos policías, fueron condenados a 30 años de prisión, convirtiéndose en los primeros presos políticos del régimen Castrochavista. Actualmente cuatro de ellos, Iván Simonovis, Lázaro Forero, Henry Vivas y Julio Rodríguez, tienen medidas de detención domiciliaria por razones de salud, tras grandes luchas legales, presiones internacionales y después de muchos años en prisión en condiciones inhumanas. El resto, Marco Hurtado, Héctor Rovaín, Arube Pérez, Luis Molina y Erasmo Bolívar aún permanecen en la famosa cárcel militar de Ramo Verde, todos con graves patologías, entre otras, osteoartropatías propias de ancianos debido a la falta de luz solar, solo dos horas por semana.
Después de ellos, el número de presos políticos ha ido in crescendo, presos que han sido torturados y vejados; algunos han logrado huir de Venezuela, otros permanecen bajo los garrotes de la dictadura. A día de hoy emitir opiniones en las redes sociales, estar en una cola en el momento indebido, o ser sospechoso de llevar medicinas, pueden ser causas de detención sin juicio alguno. A pesar de todo, y afortunadamente, existe una organización que trabaja para contrarrestar tanta arbitrariedad, el denominado Foro Penal Venezolano (FPV), que ha representado a más de 10.000 víctimas de represión, a los que se han conculcado sus derechos humanos. A día de hoy, según las cifras del FPV hay 288 presos políticos en diferentes cárceles del país y en un número importante en “El Helicoide”, la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN).
Durante años, la llamada Revolución bolivariana hizo “diplomacia de billetera”, repartió el dinero, el petróleo e hipotecó a Venezuela trocito a trocito, con lo que toda la vejación que aquí narro, la represión que sufría el pueblo venezolano, apenas era conocida por el mundo. Ahora, los venezolanos ya no exportan dólares sino una inmigración marcada por el estigma de la miseria. Una miseria llamada comunismo.
Carolina Rodríguez Cariño
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Carolina Rodríguez Cariño
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Hispanovenezolana, con la suerte de nacer y crecer en la Venezuela democrática. Hija de padres docentes, quienes me han dejado como herencia valores, una formación y a creer, enseñar y practicar lo que se enseña. De niña fui testigo de los estudios de Maestría de mi papá y los de mi mamá, que les retomaba con 4 críos pequeños, lo que me permitió aplaudirle a rabiar con solo 10 años, mientras Ella subía al paraninfo universitario. Disfruté de mi casa con su “mata de mango”, de los juegos con mis 3 hermanos y muchos primos, el colegio y la universidad. Aunque en casa se hablaba de matemáticas y teniendo nutrida biblioteca de geografía e historia de mi papá, decidí que mi vida se imbuiría en las ciencias. Así que me gradué Médico Veterinario (UCLA-Venezuela), fui profesora e investigadora en la UCV durante 20 años, parte de los cuales los compartí con la Maestría y PhD en la UAB (mención Cum Laude y Premio Extraordinario de Doctorado). He sido profesora invitada en la UAB y la UdeC en Chile. Actualmente en España con marido e hijo, quereres compartidos y con Cuba entremedio; formando parte del grupo de patología de IDEXX laboratorios.
Gracias por su brillante artículo.
Por la inteligencia que nos permite usted entrever en sus palabras, cabe suponer que sabrá tomarse a bien estos humildes consejos;
por favor, esmérese en el aprendizaje de la ortografía y sintáxis (a veces cuesta entenderla y es una pena); utilice el Diccionario, que nunca está de más.
Ánimo! y reitero mi agradecimiento.
Sin más, por el momento.
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Perdone Ud, Doña Candela, por no haberle respondido con anterioridad. Tomaré en cuenta sus consejos.
En todo caso, por favor, léame considerando el «realismo mágico», con «el tempo» que solemos usar para hablar y escribir quienes hemos nacido del otro lado del Atlántico.
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