Antifascistas y Guerracivilismo

manuel artero
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“Esto no es nada Manuel. Hay que tener cuidado con la violencia. Mire, esta mañana que he entrado muy temprano a Jesús de Medinaceli he encontrado a un ser lavándose el pelo en la pila bautismal”

Subo por la calle Lope de Vega de Madrid y saludo al barrendero de todas las mañanas que se afana en su cometido. Unos metros mas arriba, cerca ya de la iglesia del Convento de las Trinitarias, donde los feligreses comienzan a salir de la Misa de las once, me llama la atención una pareja que discute a grito pelado. Él, con acento ecuatoriano, de unos cincuenta años, agarra con su mano izquierda y gesto de violencia el brazo de la mujer mientras le increpa, y con la otra mano realiza un gesto de lanzamiento a la vez que escupe. Acaba de tirar una bolsa de plástico a la acera. Me paro y le digo.

—¿No ve usted que el barrendero está ahí limpiando? 

—Pues que limpie… 

—¿Y le parece bien lo que acaba de hacer?

—Déjeme en paz. No me busque las cosquillas…

El hombre es violento, además de mal educado, e intuyo que después de maltratar a la mujer la emprenderá conmigo, pero la suerte me acompaña hoy y coincide en el tiempo de la violenta escena el padre Isidro, que sale de la Iglesia junto a unos amigos y me saluda.  Después de responder le cuento los pormenores de la anécdota al cura párroco y él me sonríe y dice:

—Esto no es nada, Manuel, tranquilo. Hay que tener cuidado con la violencia. Mire, esta mañana que he entrado muy temprano a Jesús de Medinaceli, he encontrado a un ser lavándose el pelo en la pila bautismal. Ha sido una visión terrible…

—¿En el agua bendita, padre?

—En el agua bendita…

Charlamos, me tranquilizo y, ya en solitario, llego a la plaza de Santa Ana. En mis pensamientos la lectura del libro de Cercas “Anatomía de un Instante” que me permite reflexionar desde hace un par de meses sobre la Transición y la Guerra Civil. Comparto la filosofía poética que inunda las páginas del libro dedicado al “23-F”, Adolfo Suarez y Santiago Carrillo, y, sobre todo, su admirado respeto por la Transición. Y alucino al encontrar esta mañana al poeta  con una pintada de pintura en su espalda.

Así que, solitario, cabizbajo y un punto depresivo, enfilo la calle Huertas y en el escaparate de un negocio de grabados y láminas antiguas comienzo a comprender la profundidad de la situación. Basta con enfocar un poco el mensaje. De lo particular a lo general.

“Una peligrosa mecha que alguien ha encendido y por ahora llena las calles de polémica y odio”

Todo el escaparate está lleno de históricos carteles publicitarios de nuestra guerra civil. De uno y de otro bando. Y si están ahí es porque se venden.

O por lo menos imagino que el comerciante está aprovechando la polémica social, y por tanto la publicidad gratuita que está propiciando el resurgimiento mediático y político del franquismo y el antifranquismo… Una peligrosa mecha que alguien ha encendido y que ahora mismo llena las calles de polémica y de odio.

“Resulta que el agresor ha declarado que es un antifascista. Vaya por Dios”

Cuando llego  a casa compruebo el surrealismo político que nos invade como una niebla espesa que está a punto de no dejarnos ver los detalles. Hoy es noticia la violenta paliza que un joven ha propinado a otro en un vagón del metro. Resulta que el agresor ha declarado que es un antifascista. Vaya por Dios.

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