Enemigos del Imperio

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ENEMIGOS-INTERIOREse al que solemos llamar Imperio español fue una potencia por lo general agresiva que incluso cuando se defendía solía hacerlo atacando. Pero tanta combatividad tal vez no era fruto de un temperamento colectivo especialmente belicoso y sí quizá más bien fruto de la necesidad. Porque, si nos fijamos en el mapa, la Monarquía Hispánica estaba formada por una suma de territorios dispersos por todo el globo y, en muchos casos, vecinos de otros en poder de enemigos, o abiertos a ataques por mar.

Esa disposición tan especial hacía que las fórmulas defensivas no fuesen eficaces o siquiera posibles, ya que España no disponía de hombres ni recursos para defender fronteras tan extensas. Y puede reforzarse esa idea del exceso de fronteras con ejemplos concretos, como los tremendos esfuerzos que se hicieron para conectar los territorios dispersos de Norteamérica, y el intento a toda costa de crear una línea sin fracturas desde la Florida a las costas de Nueva España.

De igual manera, los enemigos a los que se tuvo que enfrentar el Imperio, en ocasiones encarnizados, no tenían por fuerza que ser gentes de inclinación combativa. También ellos se vieron atrapados por ecuaciones que pocas salidas les dejaban excepto el enfrentamiento. Por ejemplo, no fue ninguna locura colectiva —o, si lo fue, no carecía de fundamento que la desatase— lo que empujó a los escoceses a empeñar las finanzas de su reino para tratar de fundar la desquiciada colonia del Darién en el corazón de las posesiones americanas de los españoles. Tampoco fue la «ferocidad» de los comanches la que llevó a estos a guerrear con los españoles durante cerca de un siglo sino circunstancias fatídicas que conducían de manera inexorable a la guerra.

Ese es uno de los supuestos sobre los que se ha escrito «Enemigos del Imperio» y quiero señalar que no es un libro de «historia militar», centrado en tácticas, armas y batallas. Tampoco es uno que se dedique a cultivar la empatía y ponerse en la piel de esos enemigos del Imperio. Lo que he hecho es poner el foco en qué motivó los conflictos, qué factores empujaron a ello, qué consecuencias tuvo para los implicados y también a veces para terceros totalmente ajenos, porque no era infrecuente que se produjesen efectos carambola que acababan por afectar a pueblos alejados de la cuestión. Tal fue el caso, sin ir más lejos, de cómo el pulso entre el Imperio y el Papado hizo que Carlos I no pudiese enviar refuerzos a Hungría, con el resultado de que este reino fue destrozado por los turcos y todo el centro de Europa quedó abierto a los ejércitos otomanos.

He tratado de calificar, más que clasificar, a distintos tipos de enemigos. Ni se me pasó por la cabeza intentar una taxonomía de forma rigurosa, porque habría sido ridícula. En «Enemigos del Imperio» se presentan diversos casos de enemigos, tanto internos como externos, desde naciones enteras y grupos humanos a, en algún caso, personas concretas. Algunos son enemigos tangibles, como puede ser un pueblo en armas, y otros inmateriales, como fue el perpetuo riesgo de disolución que vivió el Imperio, bien fuese por intención de los propios monarcas (se contempló que, a semejanza de otros Estados europeos de la época, que se agrupaban y disgregaban bajo diferentes reyes, los virreinatos americanos pudieran llegar a ser monarquías independientes, bajo soberanos de la Casa Real de los Austrias, cosa que la escasez de hijos varones, sumada al estado de guerra constante, hizo inviable), bien fuese por presiones y maniobras de otras potencias.

Aquí se han evitado los conflictos con otras potencias globales de la época, desde Inglaterra a los Turcos. Las relaciones entre potencias globales siempre han estado marcadas por la tensión y los choques, y narrar eso, aparte de que está muy tratado, exigiría toda una serie de tomos. Tampoco entramos en los movimientos emancipadores americanos, que llevaron a la pérdida del grueso del Imperio a comienzos del XIX.

Lo que hago es presentar una quincena de ejemplos de distintos tipos de enemigos del Imperio, desde la óptica arriba señalada. Por supuesto que me he dejado llevar por lo llamativo, y así este libro pasea por capítulos tan coloristas de nuestra historia como las guerras con los comanches antes señaladas; la carrera entre españoles y rusos por el control de Alaska o la peripecia de los moriscos de Hornachos, que, expulsados de su pueblo, se asentaron en la costa de Marruecos y crearon una república pirata que amenazó durante décadas las rutas marítimas, sin dejar nunca de soñar con que el rey de España les permitiese volver a sus casas algún día.

Esto no quiere decir que este libro sea un anecdotario o que se dedique a esquinazos de nuestra historia. Algunos de los conflictos narrados en «Enemigos del Imperio» tuvieron importancia capital en el curso que seguiría tanto el propio Imperio como sus enemigos.

Es importante aclarar que tampoco es un libro sobre la leyenda negra. A esta se la menciona de pasada alguna vez, como a muchas otras cuestiones. Creo necesaria la precisión porque ahora mismo tenemos cierto superávit de títulos sobre esta cuestión y «Enemigos del Imperio» ni se centra en América ni en el periodo de la conquista. Se desarrolla a lo largo del tiempo y a lo amplio del globo, y por eso contiene episodios que tuvieron lugar en Europa (incluida la propia España), América, África y Asia, y desde comienzos del siglo XVI a finales del XIX.

Para rematar y volviendo a lo llamativo, ocurre que «Enemigos del Imperio» es un libro de divulgación y para mí —es opinión personal— la divulgación es una forma de narrativa. Por supuesto que tiene entre sus obligaciones la responsabilidad de documentarse bien, de no caer en tópicos y de no mezclar de forma engañosa las filias y fobias del autor con los hechos acaecidos. Pero también entre sus obligaciones, como narrativa que es, está la de entretener. Y desde esos parámetros se ha escrito este libro.


FotoContra

León Arsenal es autor de una veintena de títulos correspondientes a los más diversos géneros narrativos: histórica, thriller histórico, novela negra, fantástico, ensayo divulgativo… Está en posesión de algunos de los premios más importantes de esos géneros, como el Ciudad de Zaragoza a la mejor novela histórica publicada en 2005; el Espartaco de la Semana Negra; el Algaba de ensayo histórico; el Minotauro de literatura fantástica o el Galardón Letras del Mediterráneo que recibió en el año 2017, por su trayectoria como novelista histórico.


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