Mientras prosigue la guerra de cruces y lazos amarillos, y se dictan sentencias —como la de Sant Cugat, que dará pie a denuncias y contenciosos futuros— para que se retiren del espacio público banderas, pancartas o elementos cuya simbología no representa a toda la población, el Tribunal Supremo ha denegado la puesta en libertad de los políticos encausados por los hechos de septiembre y octubre del pasado año. Lo hace basándose en la proximidad de la apertura de juicio oral —probablemente en octubre—, y ante el más que evidente riesgo de fuga. Oriol Junqueras, Carme Forcadell, Jordi Sánchez y el resto de alegres golpistas continuarán, por lo tanto, entre rejas.
En paralelo, José de la Mata, juez de la Audiencia Nacional, propina un contundente golpe al PDeCat, al imputarlo de forma clara en el financiamiento irregular de Convergència —el famoso 3%— por considerar que dicha formación es mera sucesora de los usos, maneras, modales y hábitos (malsanos) de CDC. Esta decisión del juez podría explicar, aunque sólo en parte, el hecho de que Carles Puigdemont, transmutado en Crono, o Saturno, haya decidido devorar al PDeCat para integrarlo en la Crida Nacional per la República, empezando por zamparse a la pusilánime de la coordinadora general, Marta Pascal, que le privó de poder seguir odiando a placer a Mariano Rajoy, y que haya puesto de vicepresidenta a la equina Míriam Nogueras, una radical que, además, mueve las orejas a toda pastilla y crea una corriente de aire muy agradable en verano.
Es normal, en este impasse, y mientras el amado líder vuelve a Waterloo, que la tropa indepe ande desnortada y cabreada a un tiempo… Un centenar de cebolludos irreductibles de Vic se pegan horas y horas montando su bonito cementerio de ideas muertas en la plaza mayor de la localidad, y ahí que te va en plan fitipaldi un terrorista fascista, español-africano, que no había tomado su medicación, y se lleva unas cuantas docenas de cruces por delante con su utilitario. Esto ya es el pan nuestro de cada día en Cataluña, porque aquí y allá, más y más constitucionalistas (todos ellos, por descontado, terroristas fascistas, españoles-africanos) hartos de tanta porquería, se encaraman a lo alto de mástiles, cortados, montañas y puentes, a plena luz del día, jugándose el tipo, y eliminan más y más basura icterícica.
Estando así las cosas se hace comprensible que la majadería, agravada por la bofetada inclemente del sol, se extienda entre los secesionistas, Al borde del delirio, sumidos en la enajenación, y sin poder esperar al 11-S para seguir haciendo el idiota de forma colectiva y ordenada, se están dando como locos a beber leche de vaca y de cabra, amorrados directamente a la ubre de estos nobles y humildes seres que tanto han contribuido al progreso de la civilización. Vaca que ven, ubre que lamen, chupan, succionan y ordeñan. Se tumban bajo las mamas, entre la paja, el estiércol y las moscas y se matan a chorros de leche cruda catalana —¡la mejor del mundo, ya los césares la importaban directamente de Cataluña!— mientras el amigo de turno los fotografía y sube la imagen a las redes sociales. Parece ser que los de Twitter ya han decidido que eso es una guarrada de mucho cuidado, que roza el bestialismo, y han suspendido las cuentas en que iban publicando sus mamadas.
Con esta iniciativa, que se sacó de la manga Teresa Jordà, consejera de agricultura de la Generalitat, a fin de promocionar las bondades de la leche cruda, no sólo han sido ganaderos, lecheros y fabricantes de quesos los que se han sumado a la movida. Los indepes aman el espectáculo, las coreografías y los flashmobs sobre todas las cosas, porque sumándose a esas modas, por estúpidas que sean, sienten que forman parte de un espíritu grupo, de un único cuerpo cuasi místico de «tontolabas superiores». A este nivel, no lo duden, son más norcoreanos que los norcoreanos.
Lo preocupante es que al hacer propaganda de lo sano que es trasegar leche cruda, a chorro, la consejera de agricultura, para convencer a la parroquia de que no supone peligro alguno para la salud, vino a decir, en una espeluznante comparación, que como mucho el peligro que puede conllevar ingerirla sería equiparable al de comerse unos muslos de pollo que llevan cuatro semanas en la nevera.
Por lo tanto, prepárense queridos ataráxicos, porque tras las selfies de independentistas chupeteando tetas de vaca, empezaremos a ver fotos de descerebrados comiendo ensaladilla rusa con mahonesa casera del mes pasado; canelones con bechamel, de hace cinco semanas, y sopa de pescado de hace dos meses. Y todo por la República y la libertad de Cataluña. Y como son así de chulos, fijo que alguno se filma comiendo alguna merluza putrefacta, infectada por millones de bacterias, alardeando de que es de hace al menos un año… ¡Y sin nevera!
Esto es Tractoria, amigos. El Kalahari de las neuronas. Entre ratafía, leche cruda y alimentos podridos acabarán hechos unos zombies. Bueno, un poco más zombies. El 11-S serán incapaces de formar en fila de a dos y chocarán unos contra otros en la Diagonal de Barcelona. Será un espectáculo planetario.
No dejen de reír nunca, que eso les sienta fatal. Está comprobado. Feliz verano.