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Jean-Françoise Revel, maestro de periodistas y gastrónomo
Ética y oficio del periodista
«A los periodistas, la libertad de expresión les parece incluir la de preparar la puesta en escena de la información, según sus preferencias y según la orientación que desean imprimir a la opinión pública»
En la búsqueda de nuevo oficio en que empeño mis días descubro que el del periodismo me llama sin cesar. Y me despista. El ejercicio de la profesión me ha dejado secuelas. No sé empezar los días sin leer unos cuantos periódicos, y tampoco los acabo bien si no he “aporreado” suficientemente mi sufrido teclado. De igual manera reconozco que las polémicas sobre la ética periodística me siguen apasionando.
Encuentro en la calle Atocha a dos viejos amigos y colegas, también «ereados» por TVE, que apasionadamente parlamentan y dialogan en torno a una cita de Jean Francois Revel, que quiero conservar para mi documentación personal en «La Paseata»: “A los periodistas, la libertad de expresión les parece incluir la de preparar la puesta en escena de la información, según sus preferencias y según la orientación que desean imprimir a la opinión pública. Como si los criterios ideológicos pudieran servir de criterios profesionales, como si una redacción pudiera convertirse en una especie de Parlamento. Esta perversión de la noción de objetividad, calcada del modelo del pluralismo de opiniones, presupone que la verdadera información puede nacer de la olla podrida de las ideas preconcebidas”. Y, como anillo al dedo rescato una información del diario Publico, por si les puede interesar para sus reflexiones: «El gurú del «topalantismo» que inspira a Rubalcaba», en la que el político socialista pone como ejemplo y paradigma a un «emprendedor» subvencionado por el PSOE. El artículo fue publicado en 2011, y lo pueden leer, si lo desean, aquí.
La frase, como les digo, es buena, muy buena: “En un negocio no se gana o se pierde. Se gana o se aprende”, pero me permito recordarles a mis dos compañeros que en la semblanza de su creador —el empresario «y emprendedor» extremeño Pedro Tomás Delgado—, que hace la periodista de Público, no se dice nada acerca de que el joven y audaz protagonista es miembro de las Juventudes Socialistas, y que llegó a ser elegido secretario de Organización e Imaginación de la Federación Provincial de Badajoz. Es decir, se trataba de un empresario subvencionado por la administración de turno, en este caso socialista.
Con el ejemplo creo, y así, humildemente, se lo digo a mis amigos, la cita de Revel adquiere todo su esplendor. La periodista que redactó el artículo, o no se documentó a fondo, como debe hacer cualquier periodista que se precie, o sencillamente decidió —digo yo que por «autoética» o la ética del medio—, obviar una parte del currículo de su protagonista en aras de “intereses superiores” a los del oficio de periodista.
Revel, que además de intelectual ejerció de gastrónomo, hacía una comparación odiosa entre periodistas y restauradores, odiosa pero muy fina: «Si al propietario de un restaurante le pillan sirviendo en sus mesas comida podrida no puede ni debe defenderse arguyendo que lo hace por el deber sagrado de su misión alimenticia.»
Lo he visto algunas veces en mis veinte años dedicados al reportaje periodístico en Informe Semanal. Cómo en muchas historias, se supone basadas en la realidad, primaban todo tipo de intereses y presiones antes que las propias del oficio de periodista. Las firmaban algunos de lo que hoy todavía llevan un periódico bien doblado en el sobaquillo.
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